Una nueva amenaza que vive el ruil es el cambio climático. “Hay hojitas que se están secando, quemando por efecto del sol y la falta de lluvia, que provoca un exceso de luminosidad y de temperatura, y causa daño en el tejido nuevo”, dice el investigador Pedro Garrido.
Puede elevarse sobre los 35 metros, pero a pesar de su imponente altura, el ruil vive en un espacio geográfico muy reducido.
“Es una especie arbórea que solo está presente en nuestro país, y solo en la Región del Maule. En el Maule está restringida a la cordillera de la Costa y solo en la ladera de exposición sur. Es una especie con una distribución geográfica bien acotada, debido a las condiciones que necesita para sobrevivir”, dice Pedro Garrido, académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la U. de Talca, quien junto a un equipo multidisciplinario lleva años estudiando este árbol.
“Llevamos varios años trabajando con la especie porque es el árbol más amenazado de Chile”, afirma Garrido.
El estrecho espacio en el que habita —entre Curepto al norte y Chanco al sur, es decir, una extensión de 100 kilómetros lineales—, también ha sufrido a lo largo de los años presiones de la agricultura, forestales y ganadería, que han evitado que pueda seguir expandiéndose y que han vuelto cada vez más frágil su hábitat.
La buena noticia es que aunque se quemaron los árboles, el ruil ha rebrotado, ya que sus raíces se mantuvieron vivas. La mala noticia es que como el bosque quedó sin follaje, otras especies están aprovechando de colonizar el lugar.
“En el ruil, no es que vuelva a crecer desde semillas, es el mismo individuo que vuelve a rebrotar después del fuego. Pero el problema es que los pinos, que también se quemaron, se reproducen en semillas que están en los conos. Y después del incendio, por el calor, los conos se abren y liberan las semillas, que son transportadas por el viento. Y como el follaje del bosque de ruil se quemó, y entra mucha luz al bosque, el pino crece muy rápido”.
Y agrega: “Ahora, la principal amenaza es la proliferación de pino en zonas con ruil. Además, el pino radiata está genéticamente mejorado, entonces crece muy rápido. La competencia es desleal: es como si uno de nosotros corriera contra Usain Bolt”.
A esto se suma la invasión de otras especies nativas, como el maqui. “Es un arbusto nativo que tiene facilidad para colonizar espacios abiertos, es decir, zonas sin vegetación. Además, sus semillas son dispersadas por las aves”.
Del 53% del bosque de ruil que se quemó con el incendio, casi la mitad fue afectada de forma severa. Son esos lugares los que hoy más sufren con las nuevas especies que tratan de colonizar sus espacios.
Ahora, dice Garrido, quien junto a un grupo de la Universidad de Talca trabaja en el proyecto “Recuperación de bosques maulinos costeros con presencia de ruil en la comuna de Empedrado”, que financia el Ministerio de Medio Ambiente, lo más importante es controlar la invasión.
“Hay que centrarse en la extracción de los pinos, porque si no, en 10 años el bosque de ruil estará tapado de pinos. Una parte de los bosques de ruil pertenece a empresas forestales, que ya están tomando medidas para minimizar los impactos, haciendo control de la invasión. Pero el problema es con los propietarios privados, que no tienen recursos o capacidades técnicas para hacerlo”.
Así, parte del trabajo es un proyecto educativo en el que se muestre que a pesar de haber sufrido con el fuego, los ruiles no están muertos. “Hemos estado midiendo y hay brotes de hasta tres metros de altura post incendio. Más del 90% de los ruiles ha rebrotado, pero sabemos que no todos van a sobrevivir”.
Puede elevarse sobre los 35 metros, pero a pesar de su imponente altura, el ruil vive en un espacio geográfico muy reducido.
“Es una especie arbórea que solo está presente en nuestro país, y solo en la Región del Maule. En el Maule está restringida a la cordillera de la Costa y solo en la ladera de exposición sur. Es una especie con una distribución geográfica bien acotada, debido a las condiciones que necesita para sobrevivir”, dice Pedro Garrido, académico de la Facultad de Ciencias Forestales de la U. de Talca, quien junto a un equipo multidisciplinario lleva años estudiando este árbol.
“Llevamos varios años trabajando con la especie porque es el árbol más amenazado de Chile”, afirma Garrido.
El estrecho espacio en el que habita —entre Curepto al norte y Chanco al sur, es decir, una extensión de 100 kilómetros lineales—, también ha sufrido a lo largo de los años presiones de la agricultura, forestales y ganadería, que han evitado que pueda seguir expandiéndose y que han vuelto cada vez más frágil su hábitat.
Competencia desleal
“El incendio de 2017 vino a empeorar el panorama, porque afectó a más del 53% de la superficie geográfica de la especie. Es decir, más de la mitad de los ruiles de Chile se quemaron”, dice Garrido.La buena noticia es que aunque se quemaron los árboles, el ruil ha rebrotado, ya que sus raíces se mantuvieron vivas. La mala noticia es que como el bosque quedó sin follaje, otras especies están aprovechando de colonizar el lugar.
“En el ruil, no es que vuelva a crecer desde semillas, es el mismo individuo que vuelve a rebrotar después del fuego. Pero el problema es que los pinos, que también se quemaron, se reproducen en semillas que están en los conos. Y después del incendio, por el calor, los conos se abren y liberan las semillas, que son transportadas por el viento. Y como el follaje del bosque de ruil se quemó, y entra mucha luz al bosque, el pino crece muy rápido”.
Y agrega: “Ahora, la principal amenaza es la proliferación de pino en zonas con ruil. Además, el pino radiata está genéticamente mejorado, entonces crece muy rápido. La competencia es desleal: es como si uno de nosotros corriera contra Usain Bolt”.
A esto se suma la invasión de otras especies nativas, como el maqui. “Es un arbusto nativo que tiene facilidad para colonizar espacios abiertos, es decir, zonas sin vegetación. Además, sus semillas son dispersadas por las aves”.
Del 53% del bosque de ruil que se quemó con el incendio, casi la mitad fue afectada de forma severa. Son esos lugares los que hoy más sufren con las nuevas especies que tratan de colonizar sus espacios.
Ahora, dice Garrido, quien junto a un grupo de la Universidad de Talca trabaja en el proyecto “Recuperación de bosques maulinos costeros con presencia de ruil en la comuna de Empedrado”, que financia el Ministerio de Medio Ambiente, lo más importante es controlar la invasión.
“Hay que centrarse en la extracción de los pinos, porque si no, en 10 años el bosque de ruil estará tapado de pinos. Una parte de los bosques de ruil pertenece a empresas forestales, que ya están tomando medidas para minimizar los impactos, haciendo control de la invasión. Pero el problema es con los propietarios privados, que no tienen recursos o capacidades técnicas para hacerlo”.
Así, parte del trabajo es un proyecto educativo en el que se muestre que a pesar de haber sufrido con el fuego, los ruiles no están muertos. “Hemos estado midiendo y hay brotes de hasta tres metros de altura post incendio. Más del 90% de los ruiles ha rebrotado, pero sabemos que no todos van a sobrevivir”.