-->

Escribe y presiona enter

On
Yerko Riveros, la víctima número 3 del infernal baleo de Puente Alto
Margarita Aguilera, de 73 años, está sentada en el patio de su casa con la mirada perdida. Sus cercanos le piden que sea fuerte, que confíe en dios. Ella asiente con la cabeza y toma un sorbo de agua, pero al rato vuelve a llorar por su nieto regalón: Yerko Riveros, de 18 años, la víctima número 3 del tiroteo de este jueves al interior de un almacén con máquinas tragamonedas, en la población Carol Urzúa de Puente Alto.

En total murieron cinco personas. Dos en el lugar, Yerko mientras era llevado al hospital y dos al llegar al centro asistencial. "Yo Crié a mi niño. Era un cabro tranquilo. Aquí todos lo quieren, todos le dicen Yerkito. Nunca estuvo en drogas, no tomaba, no fumaba. Ni polola tenía. Además, como soy celosa, siempre le decía que no quería mujeres en mi casa. Él todavía dormía conmigo: era mi guaterito", recuerda.

Yerko vivía con su padre, sus cuatro hermanos menores y su abuela Margarita. El jueves había estado casi todo el día en la casa de su madre, quien también vive en Puente Alto. Los dos hacían volantines y los vendían. Era el pequeño negocio de ambos. Regresó a su casa cerca de las 21 horas y pidió permiso para ir jugar a las máquinas al almacén, que está ubicado a media cuadra de su hogar. "Me dijo Lela, voy al frente a jugar a las máquinas, compro unas galletas, una bebida chica y me devuelvo. Salió, se quedó jugando y no volvió más", agrega. "Cuando sentimos los balazos en mi casa, mi familia se tiró al suelo, pero yo me quedé parada.

Luego legó un niño a la puerta y gritó para adentro: iAló! iAló! iEl Yerko! iEl Yerko! El papá, mi hijo, salió desesperado para el negocio. Salió a pie pelado, pero se devolvió a ponerse zapatillas y volvió a salir. Después gritó: iMi Yerko! "Salí para saber qué habla pasado. Una vecina me agarró y me dijo que el Yerko estaba bien, que estuviera tranquila. Pero alcancé a ver cuando lo sacaron del almacén, lo subieron a un auto y se lo llevaron al hospital. Cuando volvió mi hijo me contó todo: mamá, quédate tranquila, pero el Yerko se fue con dios".

Monedas
Margarita dice que su nieto se levantaba y salía a jugar a la pelota. Después llegaba a la casa, almorzaba y se ponía a jugar con el celular. En la tarde se juntaba en el patio a conversar con unos compañeros de curso. Y antes de acostarse, le pedía permiso para jugar a las máquinas. Esa era su rutina mientras buscaba trabajo. "Tenía mucha suerte con las máquinas", recuerda Jorge Maldonado, dueño de la carnicería "Carnes Diego" y el primer jefe de Yerko. "De repente echaba tres monedas y se traía $30.000. Una vez ganó $120.000. A veces le decía que no tenía sencillo y al otro día me traía monedas de la plata que ganaba", agrega.

Yerko vivía prácticamente al frente de la carnicería. Cuando tenía 14 años, le pidió trabajo a Jorge Maldonado, quien aceptó pero con el compromiso de que no abandonara los estudios. El muchacho trabajó por casi tres años durante los fines de semana y feriados. Margarita cuenta que su nieto terminó el colegio con un título técnico en gastronomía y después hizo la práctica en un restorán de sector oriente. Dice que le ofrecieron a Yerko seguir trabajando, pero ella le pidió que no aceptara. Le daba miedo, confiesa, que llegara muy tarde a la casa y le pasara algo en el camino. "No sé leer ni escribir -agrega Margarita-. Lo único que quería era que mi niño saliera de cuarto medio. Siempre me decía Lela, cuando encuentre pega y gane buen sueldo, te voy a sacar de aquí. ¿Y ahora qué? Me va a sacar para ir al cementerio".

Click para comentar