No es llegar y meter la bicicleta en cualquier espacio de a casa. Se trata de un
artilugio mecánico que debe ser proteger de aquellos elementos que pueden
afectar su funcionamiento como la humedad,
el polvo y las temperaturas extremas.
Así lo corrobora Ramón Mesina, jefe de la carrera Técnico en Mecánica Automotriz y Autotrónica del AIEP, quien dice que hay que resguardar la bici de la humedad para evitar el óxido en las piezas móviles: "Se puede producir un desgaste no deseado, que se traduce en una disminución de la vida útil. Además, la humedad afecta la estética de la bicicleta, al actuar en la pintura, piezas de cuero, etcétera".
"El polvo, por su parte, por su constitución granular se introduce en las piezas móviles y va a actuar de la misma forma como lo hace la herrumbre (hierro oxidado), desgastándolas y, por tanto, disminuyendo la vida útil del vehículo", precisa.
Las temperaturas extremas, en tanto, afectan a las partes construidas de caucho o plástico, como los neumáticos, los manillares, los protectores de cables de freno, entre otros.
Eduardo Mena, director ejecutivo del servicio mecánico de bicicletas y de formación de mecánicos Cletasos, aconseja no guardarla en el pato si es que no es techado, puesto que el sol y la lluvia podrían afectarla.
"Si se deja expuesta al sol, las gomas de los neumáticos son las que más sufren, pues se resecan y se les forman grietas. Otra consecuencia menos común es que la cámara de aire reviente. El aumento de temperatura sube la presión y los neumáticos revientan. Y la lluvia puede oxidar todos los componentes de hierro de la bicicleta", ilustra.
Si no hay otra opción que dejarla en el patio, Gonzalo Cordero, gerente general de la empresa de bicicletas, productos y servicios de reparación Fiura Bikes, recomienda cubrir la con una funda para bicis.
"No se debe dejar la bicicleta al sol debido a que la pintura se estropea y las partes de plástico se dañan con un exposición prolongada. Se recomienda guardarla dentro de la casa o en la bodega sólo si no es húmeda, ya que lo más importante es protegerla de la humedad para que no se oxiden sus piezas", subraya.
"Aunque el espacio sea pequeño en un departamento, siempre puede haber un lugar protegido para colgar la bicicleta en forma vertical, con la rueda delantera hacia arriba y el manubrio plegado en forma longitudinal. De esa forma se manipula con comodidad y queda en un ambiente bastante controlado", plantea.
Mesina dice que en las zonas costeras, al ser húmedas y salinas -por el agua del mar que se evapora y difunde con el viento-, puede traer cambios en el aspecto físico de las bicis.
"Este ambiente es altamente propicio para la corrosión de los metales. Es dañino para las piezas de caucho y en también para las piezas construidas de materia es sintéticos. Lo más adecuado es almacenar las bicicletas en espacios cerrados, libres de humedad, protegidos con lubricantes que impidan el paso y la acción de a humedad salina ambiental y, preferentemente, bajo una carpa o funda", remarca.
Gonzalo Cordero complementa que la sal de la brisa marina entra muy rápido en los componentes metálicos: "Se recomienda que al volver de pedalear se le pase un paño para sacar la sal. El óxido trae varias consecuencias, como el mal funcionamiento de los cambios, los frenos, la dirección y suspensiones, llegando hasta generar desgaste rápido o la ruptura de los componentes".
Así lo corrobora Ramón Mesina, jefe de la carrera Técnico en Mecánica Automotriz y Autotrónica del AIEP, quien dice que hay que resguardar la bici de la humedad para evitar el óxido en las piezas móviles: "Se puede producir un desgaste no deseado, que se traduce en una disminución de la vida útil. Además, la humedad afecta la estética de la bicicleta, al actuar en la pintura, piezas de cuero, etcétera".
"El polvo, por su parte, por su constitución granular se introduce en las piezas móviles y va a actuar de la misma forma como lo hace la herrumbre (hierro oxidado), desgastándolas y, por tanto, disminuyendo la vida útil del vehículo", precisa.
Las temperaturas extremas, en tanto, afectan a las partes construidas de caucho o plástico, como los neumáticos, los manillares, los protectores de cables de freno, entre otros.
Eduardo Mena, director ejecutivo del servicio mecánico de bicicletas y de formación de mecánicos Cletasos, aconseja no guardarla en el pato si es que no es techado, puesto que el sol y la lluvia podrían afectarla.
"Si se deja expuesta al sol, las gomas de los neumáticos son las que más sufren, pues se resecan y se les forman grietas. Otra consecuencia menos común es que la cámara de aire reviente. El aumento de temperatura sube la presión y los neumáticos revientan. Y la lluvia puede oxidar todos los componentes de hierro de la bicicleta", ilustra.
Si no hay otra opción que dejarla en el patio, Gonzalo Cordero, gerente general de la empresa de bicicletas, productos y servicios de reparación Fiura Bikes, recomienda cubrir la con una funda para bicis.
"No se debe dejar la bicicleta al sol debido a que la pintura se estropea y las partes de plástico se dañan con un exposición prolongada. Se recomienda guardarla dentro de la casa o en la bodega sólo si no es húmeda, ya que lo más importante es protegerla de la humedad para que no se oxiden sus piezas", subraya.
Mejor colgarlas
Mesina dice que en muchas bodegas hay polvo y humedad, por eso hay que evitar esos lugares."Aunque el espacio sea pequeño en un departamento, siempre puede haber un lugar protegido para colgar la bicicleta en forma vertical, con la rueda delantera hacia arriba y el manubrio plegado en forma longitudinal. De esa forma se manipula con comodidad y queda en un ambiente bastante controlado", plantea.
Mesina dice que en las zonas costeras, al ser húmedas y salinas -por el agua del mar que se evapora y difunde con el viento-, puede traer cambios en el aspecto físico de las bicis.
"Este ambiente es altamente propicio para la corrosión de los metales. Es dañino para las piezas de caucho y en también para las piezas construidas de materia es sintéticos. Lo más adecuado es almacenar las bicicletas en espacios cerrados, libres de humedad, protegidos con lubricantes que impidan el paso y la acción de a humedad salina ambiental y, preferentemente, bajo una carpa o funda", remarca.
Gonzalo Cordero complementa que la sal de la brisa marina entra muy rápido en los componentes metálicos: "Se recomienda que al volver de pedalear se le pase un paño para sacar la sal. El óxido trae varias consecuencias, como el mal funcionamiento de los cambios, los frenos, la dirección y suspensiones, llegando hasta generar desgaste rápido o la ruptura de los componentes".