Comida árabe
Dalal Halabi (@dalalhalabi en Instagram) viene de una familia palestina. Su abuelo nació en Belén y llegó entre la década de los 30 y 40 a Chile.
"Crecí en una familia que me crio en torno a la cocina ya la comida árabe. Los domingos íbamos a la casa de mis abuelos, al lado de la fábrica que tenían en Patronato, y almorzábamos todos en una mesa gigante donde nunca faltaba comida, sobre todo rellenos: hojas de parras, zapallos italianos, berenjenas, papas, etcétera", cuenta esta periodista. "Aprendí cómo se cocinaba, fue la herencia que me dejaron.
Hace cuatro años partió con su primera clase de cocina, llamada Taller Paisa, en su pequeño departamento con un máximo cinco personas, dos sábados al mes.
"Enseñé las recetas más comunes: los rellenos, kubbe, baba ganoush y falafel. Lo que la gente más conoce", cuenta. Un poco antes de eso, aclara, había creado un blog de recetas llamado Recetario de Dul.
Actualmente está a cargo de cuatro talleres (cada uno dura tres horas y cuesta $45.000) en Casa de Oficios, donde enseña comida árabe, comida árabe vegetariana, menú árabe (dos entradas, ensalada, plato de fondo y postre) y brunch mediterráneo.
"Este último no estan tradicional, pero terminamos bebiendo mimosa", comenta.
Y esa es la gracia de sus clases, lo interactivas que son.
"Son súper prácticas y siempre parto diciendo que nos vamos ensuciar las manos con curry. Les pido que guarden los recetaros, porque todo lo que van a aprender es a través de ir probando los sabores", describe.
Las clases están abiertas a todo tipo de público.
"Van muchos hombres, paisanos, gente de mi edad, parejas, incluso niños (el más chico ha sido de diez años). Algunos buscan aprender, otros divertirse; y otros comer y tomarse un buen vino. Terminamos con un festín muy grande, porque aquí nunca falta comida", relata.
"En mis clases comparto siempre mi cultura china a través de recetas que enseño. El tema es más sobre la cocina china auténtica y popular, por ejemplo, los jiaozi, que son el origen de gyozas", cuenta.
A sus clases llegan chefs y cocineros, además de gente apasionada por la cocina y muchos descendientes de chinos nacidos en Chile que quieren aprender sobre sus raíces.
"Tenía muchas ganas de participar en la sociedad chilena y la gente está muy interesada por aprender sobre la cocina tradicional japonesa. Y así comencé a impartir las clases", cuenta.
Sus alumnos son personas entre 15 y 70 años y sus clases son muy cotizadas, dice, porque en 2013 la cocina Japonesa fue declarada patrimonio de humanidad y porque es muy sana.
Actualmente Sano está escribiendo un recetario de cocina japonesa con ingredientes disponibles en Chile.
"Crecí en una familia que me crio en torno a la cocina ya la comida árabe. Los domingos íbamos a la casa de mis abuelos, al lado de la fábrica que tenían en Patronato, y almorzábamos todos en una mesa gigante donde nunca faltaba comida, sobre todo rellenos: hojas de parras, zapallos italianos, berenjenas, papas, etcétera", cuenta esta periodista. "Aprendí cómo se cocinaba, fue la herencia que me dejaron.
Hace cuatro años partió con su primera clase de cocina, llamada Taller Paisa, en su pequeño departamento con un máximo cinco personas, dos sábados al mes.
"Enseñé las recetas más comunes: los rellenos, kubbe, baba ganoush y falafel. Lo que la gente más conoce", cuenta. Un poco antes de eso, aclara, había creado un blog de recetas llamado Recetario de Dul.
Actualmente está a cargo de cuatro talleres (cada uno dura tres horas y cuesta $45.000) en Casa de Oficios, donde enseña comida árabe, comida árabe vegetariana, menú árabe (dos entradas, ensalada, plato de fondo y postre) y brunch mediterráneo.
"Este último no estan tradicional, pero terminamos bebiendo mimosa", comenta.
Y esa es la gracia de sus clases, lo interactivas que son.
"Son súper prácticas y siempre parto diciendo que nos vamos ensuciar las manos con curry. Les pido que guarden los recetaros, porque todo lo que van a aprender es a través de ir probando los sabores", describe.
Las clases están abiertas a todo tipo de público.
"Van muchos hombres, paisanos, gente de mi edad, parejas, incluso niños (el más chico ha sido de diez años). Algunos buscan aprender, otros divertirse; y otros comer y tomarse un buen vino. Terminamos con un festín muy grande, porque aquí nunca falta comida", relata.
Comida china
Margot Zhang (@margotzhang en Instgram) es china y llegó a Chile hace dos años por el trabajo de su esposo francés. Cuando tenía 24 años se fue a París a continuar sus estudios de pedagogía. Allí vivió 16 años y fue donde, en 2008, creó un blog de cocina china, por el cual muchos seguidores le pedían que hiciera clases. Cuando llegó a Chile, continuó este camino así que también hace clases de cocina en su casa (entre $25.000 y $30.000, dependiendo de los platos)."En mis clases comparto siempre mi cultura china a través de recetas que enseño. El tema es más sobre la cocina china auténtica y popular, por ejemplo, los jiaozi, que son el origen de gyozas", cuenta.
A sus clases llegan chefs y cocineros, además de gente apasionada por la cocina y muchos descendientes de chinos nacidos en Chile que quieren aprender sobre sus raíces.
Comida japonesa
Mariko Sano (@lacocinademariko en Instagram) nació en Kobe, Japón, donde aprendió cocina tradicional. Luego fue a Londres a estudiar y trabajar, donde aprovechó de aprender cocina de todo el mundo. Entre medio, conoció a un chileno de quien se enamoró y con quien se vino a vivir a Santiago."Tenía muchas ganas de participar en la sociedad chilena y la gente está muy interesada por aprender sobre la cocina tradicional japonesa. Y así comencé a impartir las clases", cuenta.
Los cursos son interactivos.
"En conjunto con los alumnos cocinamos el menú. El los aprenden la preparación y al final la comemos", dice Mariko, quien agrega que enseña las bases de la cocina japonesa . "El objetivo de la clase es entregar una experiencia única e ideas para realizar el menú japonés fácil en casa. Enseño varios platos, como Ramen, Okonomiyaki (tortilla japonesa), Lunch box, etc., y actualmente tengo una clase para vegetarianos".Sus alumnos son personas entre 15 y 70 años y sus clases son muy cotizadas, dice, porque en 2013 la cocina Japonesa fue declarada patrimonio de humanidad y porque es muy sana.
Actualmente Sano está escribiendo un recetario de cocina japonesa con ingredientes disponibles en Chile.