Marianela Quintanilla tiene esa
misma risa fácil que su hijo
Esteban Paredes. También es
de facciones marcadas, como el goleador de Colo Colo, y de mirada algo
tímida. Tiene manos grandes, de una
mujer que trabajó duro para hacerle
frente a la vida. Es cariñosa, amable y
hoy anda con una alegría que le llena
el alma. "Esteban es mi hijo, lo amo,
lo amo. Yo le digo "hijo, a usted lo
quiero, lo amo mucho. Sí, mamita, lo
sé", me responde. Y con eso quedo
feliz", cuenta Marianela, una madre
que con 57 años intenta recuperar el
tiempo perdido con su hijo del que se
separó cuando el joven Paredes tenía
apenas seis años.
En el estadio donde juegue Colo Colo, Marianela ahí está, siempre. Viaja, lo acompaña, lo observa muchas veces en silencio. "Lo único que quiero es estar cerca de él, aunque no me vea, mirarlo, verlo jugar, verlo convertido en un hombre y sentir que es feliz. El Esteban no me visita, así es que lo sigo en los estadios", cuenta resignada, pero con una sonrisa.
De hecho, este sábado en Viña estuvo detrás de la banca sur donde calentaba su hijo en el triunfo sobre Everton por la Copa Chile y luego se fue caminando por el largo camino de tierra que circunda el estadio Sausalito, para llegar al auto. Se fue conversando de la vida con su hija Solange y Lucas, el conchito que tuvo en su siguiente relación.
Marianela sabe que hay un dolor grande en la vida de su hijo desde que se separó de Mario Paredes. Es un tema que el delantero de 39 años siempre cuenta con pena, porque era muy pequeño cuando su mundo cambió radicalmente. El se quedó viviendo con su padre en Santiago y Marianela se fue con la pequeña Solange hasta la Región de Atacama para trabajar en un restorán de Diego de Almagro.
"Las cosas sucedieron de una forma y a veces me siento culpable, pienso y me digo que debí llevarme al Esteban conmigo, pero también recuerdo que fue una época súper complicada para mí, porque me separé, comencé a trabajar mucho más y quedé sola, nadie me ayudó y tuve que criar a mi hija con mucho esfuerzo. La idea era que el Esteban estuviera bien, al cuidado de su papá, pero hoy, con mucha pena, me doy cuenta de que yo era un pilar en la vida de Esteban, que le hice falta, que me adoraba, que era su madre y que no estuve con él en momentos en que me necesitó.
Eso me da pena. A veces me recrimino, pero ya no puedo hacer nada, el tiempo no se puede volver atrás y sólo serviría para que se abrieran las heridas y no busco eso. Ahora me acerco a él, lo busco en los estadios, le doy un beso y lo abrazo fuerte y él me abraza y me dice "¿cómo está mamita? ", con eso quedo tan feliz, porque siento que cada vez estamos más cerca. Le mando mensajes por WhatsApp con palabras bonitas y me los responde", dice Marianela, emocionada.
Capaz que ahora, ya cerca de los 40, más maduro, esté perdonando y se muestre más cercano a usted. ¿Lo ve de esa manera?
Claro que sí, creo que estos últimos años mi hijo se ha abierto más conmigo y ha sido un buen hijo. Yo le digo "hijo, yo no estoy con usted por su plata, no me interesa, estoy porque lo amo. Cuando estuve muy enferma del hombro, me mandó a hacer un tratamiento kinésico a la clínica. En el programa de TVN en el que estuvo en la semana ("Llegó tu hora", con Karen Doggenweiler), dijo algo hermoso, que uno de los momentos más bellos que había vivido después de anotar el gol histórico 216, fue cuando fuimos todos a ver al camarin.
Hubo un pequeña celebración. Estaba toda su familia reunida, su papá, sus hijos, yo, sus hermanos, sin problemas ni nada y ahí yo lo vi inmensamente feliz, muy feliz. Y en el programa también se reía todo el tempo, estaba relajado, contó sus cosas. Me gustó mucho el programa. Eso es lo que yo busco, estar en paz con él, en armonía, que sea un hombre feliz con su familia, con sus hijos y creo que lo ha logrado.
Usted se culpa mucho por la separación y en cómo se dieron sus vidas. ¿Por qué no se sienta a hablar con él y le cuenta su versión?
Sí, eso es lo que tenemos que hacer para vivir más en paz y sanar heridas, necesito tener una conversación sincera con mi hijo, porque lo amo, porque yo nunca lo abandoné, no fue así, nos separamos y fueron decisiones del momento, pero siempre lo recordaba mientras yo estaba en Copiapó. Una vez le dije que habláramos los cuatro y no se pudo, pero necesito hacerlo. Necesito que nos sentemos a hablar antes de que me muera.
En el programa Esteban confesó que su padre Mario se quiso suicidar con él en brazos...
Me dio tanta pena escuchar eso, pero rabia a la vez. Ahí le dije al Luquitas, que veía el programa conmigo, ¿viste que es importante la mamá al lado? No sé qué pensar de eso.
¿Usted, como Quintanilla, aportó con algún gen futbolero a su hijo?
Yo pues, jajajá. Mire, yo jugaba baby fútbo en el barrio con puras mujeres en un club que formamos. Y yo llegaba a los partidos con Esteban chiquitito, de dos o tres años, más o menos. Él ya jugaba todo el día a la pelota pero ahí me veía jugar y lo pasaba tan bien mi hijo. Claro que yo jugaba de defensa porque me gustaba defender el arco, no era delantera como mi hijo. Yo era buuueeeena, síii, buena defensora, era firme. En ese mismo club jugábamos con a tía de Esteban por parte de papá, la Jéssica, que era buenísima. Y mis dos hermanos también eran buenos para la pelota.
En el estadio donde juegue Colo Colo, Marianela ahí está, siempre. Viaja, lo acompaña, lo observa muchas veces en silencio. "Lo único que quiero es estar cerca de él, aunque no me vea, mirarlo, verlo jugar, verlo convertido en un hombre y sentir que es feliz. El Esteban no me visita, así es que lo sigo en los estadios", cuenta resignada, pero con una sonrisa.
De hecho, este sábado en Viña estuvo detrás de la banca sur donde calentaba su hijo en el triunfo sobre Everton por la Copa Chile y luego se fue caminando por el largo camino de tierra que circunda el estadio Sausalito, para llegar al auto. Se fue conversando de la vida con su hija Solange y Lucas, el conchito que tuvo en su siguiente relación.
Marianela sabe que hay un dolor grande en la vida de su hijo desde que se separó de Mario Paredes. Es un tema que el delantero de 39 años siempre cuenta con pena, porque era muy pequeño cuando su mundo cambió radicalmente. El se quedó viviendo con su padre en Santiago y Marianela se fue con la pequeña Solange hasta la Región de Atacama para trabajar en un restorán de Diego de Almagro.
"Las cosas sucedieron de una forma y a veces me siento culpable, pienso y me digo que debí llevarme al Esteban conmigo, pero también recuerdo que fue una época súper complicada para mí, porque me separé, comencé a trabajar mucho más y quedé sola, nadie me ayudó y tuve que criar a mi hija con mucho esfuerzo. La idea era que el Esteban estuviera bien, al cuidado de su papá, pero hoy, con mucha pena, me doy cuenta de que yo era un pilar en la vida de Esteban, que le hice falta, que me adoraba, que era su madre y que no estuve con él en momentos en que me necesitó.
Eso me da pena. A veces me recrimino, pero ya no puedo hacer nada, el tiempo no se puede volver atrás y sólo serviría para que se abrieran las heridas y no busco eso. Ahora me acerco a él, lo busco en los estadios, le doy un beso y lo abrazo fuerte y él me abraza y me dice "¿cómo está mamita? ", con eso quedo tan feliz, porque siento que cada vez estamos más cerca. Le mando mensajes por WhatsApp con palabras bonitas y me los responde", dice Marianela, emocionada.
Capaz que ahora, ya cerca de los 40, más maduro, esté perdonando y se muestre más cercano a usted. ¿Lo ve de esa manera?
Claro que sí, creo que estos últimos años mi hijo se ha abierto más conmigo y ha sido un buen hijo. Yo le digo "hijo, yo no estoy con usted por su plata, no me interesa, estoy porque lo amo. Cuando estuve muy enferma del hombro, me mandó a hacer un tratamiento kinésico a la clínica. En el programa de TVN en el que estuvo en la semana ("Llegó tu hora", con Karen Doggenweiler), dijo algo hermoso, que uno de los momentos más bellos que había vivido después de anotar el gol histórico 216, fue cuando fuimos todos a ver al camarin.
Hubo un pequeña celebración. Estaba toda su familia reunida, su papá, sus hijos, yo, sus hermanos, sin problemas ni nada y ahí yo lo vi inmensamente feliz, muy feliz. Y en el programa también se reía todo el tempo, estaba relajado, contó sus cosas. Me gustó mucho el programa. Eso es lo que yo busco, estar en paz con él, en armonía, que sea un hombre feliz con su familia, con sus hijos y creo que lo ha logrado.
Usted se culpa mucho por la separación y en cómo se dieron sus vidas. ¿Por qué no se sienta a hablar con él y le cuenta su versión?
Sí, eso es lo que tenemos que hacer para vivir más en paz y sanar heridas, necesito tener una conversación sincera con mi hijo, porque lo amo, porque yo nunca lo abandoné, no fue así, nos separamos y fueron decisiones del momento, pero siempre lo recordaba mientras yo estaba en Copiapó. Una vez le dije que habláramos los cuatro y no se pudo, pero necesito hacerlo. Necesito que nos sentemos a hablar antes de que me muera.
En el programa Esteban confesó que su padre Mario se quiso suicidar con él en brazos...
Me dio tanta pena escuchar eso, pero rabia a la vez. Ahí le dije al Luquitas, que veía el programa conmigo, ¿viste que es importante la mamá al lado? No sé qué pensar de eso.
¿Usted, como Quintanilla, aportó con algún gen futbolero a su hijo?
Yo pues, jajajá. Mire, yo jugaba baby fútbo en el barrio con puras mujeres en un club que formamos. Y yo llegaba a los partidos con Esteban chiquitito, de dos o tres años, más o menos. Él ya jugaba todo el día a la pelota pero ahí me veía jugar y lo pasaba tan bien mi hijo. Claro que yo jugaba de defensa porque me gustaba defender el arco, no era delantera como mi hijo. Yo era buuueeeena, síii, buena defensora, era firme. En ese mismo club jugábamos con a tía de Esteban por parte de papá, la Jéssica, que era buenísima. Y mis dos hermanos también eran buenos para la pelota.