Rosa Maldonado tiene 59 años y tres hijos. Una es publicista y los otros dos
entraron a la universidad pero debieron dejarla porque no la podían pagar.
Rosa estuvo en el colegio hasta 50 básico, trabaja haciendo el aseo en la Universidad de Santiago y gana el sueldo mínimo. Este lunes estaba sentada en uno de los asientos del Aula Magna de la universidad. Estaba con su uniforme, una polera piqué azul, disfrutando de la ceremonia que lideró el rector Juan Manuel Zolezzi.
Sentadas también estaban sus compañeras de trabajo, un grupo de unas 300 personas que hacen la limpieza. Son las tías, como muchos alumnos les dicen con cariño. A algunas se les cayeron las lágrimas mientras escuchaban los discursos y aplaudieron con fuerza cuando vieron que se firmaba el "Acuerdo por el fin al subcontrato y por el bienestar en el trabajo".
Todas ellas están contratadas por una empresa externa, pero a partir de enero cambiarán sus condiciones laborales y su empleador será directamente la universidad. Con ello su sueldo aumentará a $420.000 líquido aproximadamente y recibirán los mismos beneficios que los otros trabajadores de la casa de estudios.
Pero para acceder a ese nuevo escenario, muchas de ellas tendrán que asumir un compromiso. Según explican desde la Usach, uno de los requisitos para este vínculo laboral directo con la universidad era tener 80 básico, pero un grupo importante de ellas dejó el colegio antes.
Así que a partir de enero ganarán más plata y podrán regularizar sus estudios. "Profesores de la Facultad de Educación y de otras áreas, y alumnos de la universidad apoyarán a los trabajadores en la parte académica", explica el rector.
Rosa comparte su emoción: "Algunas estaban temerosas de este proyecto, porque no saben leer ni escribir. A muchas eso las avergüenza y lo tenían que reconocer. Pero entre todas nos hemos apoyado y hemos recibido mucho apoyo de los alumnos. Siempre nos están apoyando. Va a ser un sacrificio trabajar y estudiar, pero tenemos que hacerlo, es una oportunidad. Estamos todas motivadas", explica.
-¿Usted por qué llegó sólo hasta 50 básico?
-Mis papás estaban separados y yo vivía con mi abuela. Ella no sabía leer ni escribir, entonces no tenía quién me apoyara en los estudios. Empecé a faltar al colegio y después me daba vergüenza cuando iba, porque estaba atrasada y me molestaban. Pero no tenía quién me viera los cuadernos, quién me revisara las tareas, quién me ayudara. Después era la vergüenza que todos mis compañeros sabían las cosas y yo no tenía idea. Al final no quise ir más al colegio.
Javier Tolmo es uno de los estudiantes que fue parte del proyecto. "Esta era una iniciativa que se discutía en la universidad desde el 2012, pero el estallido social catalizó todo. En tres semanas se lograron los acuerdos y la rectoría decidió internalizar a las trabajadores", relata.
"A principios de año hicimos un estudio para levantar una escuela popular de trabajadores y el personal de aseo presenta niveles bajísimos de escolaridad. La mayoría son jefas de hogar y la mayoría mujeres bastante mayores. Un tercio de ellas no tiene 80 básico. De ese tercio, lamentablemente un grupo de trabajadoras, unas 12-15, no posee absolutamente ninguna educación y muchas otras sólo tienen hasta 40 básico. A nosotros como estudiantes, habiendo una Facultad de Educación, nos parecía bastante grave que en la universidad hubiera gente que no estuviera escolarizada".
Según datos de la Encuesta Casen 2017, 3,6% personas mayores de 1 5 años no sabe leer en Chile. Es decir, alrededor de 516.000.
Rosa estuvo en el colegio hasta 50 básico, trabaja haciendo el aseo en la Universidad de Santiago y gana el sueldo mínimo. Este lunes estaba sentada en uno de los asientos del Aula Magna de la universidad. Estaba con su uniforme, una polera piqué azul, disfrutando de la ceremonia que lideró el rector Juan Manuel Zolezzi.
Sentadas también estaban sus compañeras de trabajo, un grupo de unas 300 personas que hacen la limpieza. Son las tías, como muchos alumnos les dicen con cariño. A algunas se les cayeron las lágrimas mientras escuchaban los discursos y aplaudieron con fuerza cuando vieron que se firmaba el "Acuerdo por el fin al subcontrato y por el bienestar en el trabajo".
Todas ellas están contratadas por una empresa externa, pero a partir de enero cambiarán sus condiciones laborales y su empleador será directamente la universidad. Con ello su sueldo aumentará a $420.000 líquido aproximadamente y recibirán los mismos beneficios que los otros trabajadores de la casa de estudios.
Pero para acceder a ese nuevo escenario, muchas de ellas tendrán que asumir un compromiso. Según explican desde la Usach, uno de los requisitos para este vínculo laboral directo con la universidad era tener 80 básico, pero un grupo importante de ellas dejó el colegio antes.
Así que a partir de enero ganarán más plata y podrán regularizar sus estudios. "Profesores de la Facultad de Educación y de otras áreas, y alumnos de la universidad apoyarán a los trabajadores en la parte académica", explica el rector.
Rosa comparte su emoción: "Algunas estaban temerosas de este proyecto, porque no saben leer ni escribir. A muchas eso las avergüenza y lo tenían que reconocer. Pero entre todas nos hemos apoyado y hemos recibido mucho apoyo de los alumnos. Siempre nos están apoyando. Va a ser un sacrificio trabajar y estudiar, pero tenemos que hacerlo, es una oportunidad. Estamos todas motivadas", explica.
-¿Usted por qué llegó sólo hasta 50 básico?
-Mis papás estaban separados y yo vivía con mi abuela. Ella no sabía leer ni escribir, entonces no tenía quién me apoyara en los estudios. Empecé a faltar al colegio y después me daba vergüenza cuando iba, porque estaba atrasada y me molestaban. Pero no tenía quién me viera los cuadernos, quién me revisara las tareas, quién me ayudara. Después era la vergüenza que todos mis compañeros sabían las cosas y yo no tenía idea. Al final no quise ir más al colegio.
Javier Tolmo es uno de los estudiantes que fue parte del proyecto. "Esta era una iniciativa que se discutía en la universidad desde el 2012, pero el estallido social catalizó todo. En tres semanas se lograron los acuerdos y la rectoría decidió internalizar a las trabajadores", relata.
"A principios de año hicimos un estudio para levantar una escuela popular de trabajadores y el personal de aseo presenta niveles bajísimos de escolaridad. La mayoría son jefas de hogar y la mayoría mujeres bastante mayores. Un tercio de ellas no tiene 80 básico. De ese tercio, lamentablemente un grupo de trabajadoras, unas 12-15, no posee absolutamente ninguna educación y muchas otras sólo tienen hasta 40 básico. A nosotros como estudiantes, habiendo una Facultad de Educación, nos parecía bastante grave que en la universidad hubiera gente que no estuviera escolarizada".
Según datos de la Encuesta Casen 2017, 3,6% personas mayores de 1 5 años no sabe leer en Chile. Es decir, alrededor de 516.000.