Más o menos a la mitad del documental que lo hizo conocido, Alfonso Pedro Pablo
Bravo Lavín cuenta que se casó tres veces -su última esposa fue "la Paulita", a quien
conoció cuando eran vecinos en El Arrayán-, pero que ahora no tiene a nadie ni nada.
"El gran amor de mi vida soy yo", sentencia el protagonista, antes de confesar que
solía ser un hombre acomplejado, entre otras cosas por la estatura: rellenaba los
zapatos con calcetines para parecer más alto.
Nacido en 1947 -"en buena cuna", precisa-, Bravo Lavín es en el presente mejor conocido como el Ñaño, apodo que resume la historia de un santiaguino que hace ya tiempo decidió cambiar su cómoda vida capitalina por una sencilla casa y la compañía de varios perros en la precordillera de San Fernando. Se ha dicho de él que es un ermitaño, pero esa definición la desmienten las visitas que recibe con frecuencia y entusiasmo. Amigos, vecinos y curiosos llegan a compartir con él o a conocerlo simplemente, según cuenta el filme "Yo soy el Ñaño", realizado por la productora Aqua Ideas, fundada en esa ciudad.
Disponible desde el 12 de este mes en Youtube, donde ya lleva más de 100.000 reproducciones, el filme se estrenó en festivales el 201 5, luego de un año de trabajo y tres años después de que el director, Christian Pino, escuchara por primera vez el nombre del personaje.
"Yo venía llegando de cursar un máster en dirección de cine de ficción en Barcelona pero tenía ganas de hacer un documental. Se lo comenté a un amigo aficionado a la bicicleta, igual que yo. La ruta de San Fernando a las Termas del Flaco es común para los ciclistas y él me habló del Ñaño. Yo no tenía idea. A la semana siguiente invité a un compañero de la productora, fuimos a comernos un asado con él, le planteamos la idea y empezó el proyecto", recuerda.
La película transcurre, principalmente, el día en que el Ñaño cumple 67 años. Considerando la importancia de la fecha, el dueño de casa recibe más saludos, regalos y visitas de lo habitual. La celebración se alterna con una entrevista donde relata, entre otras cosas, que estudió derecho, pero no terminó, que parte de su educación escolar la hizo en un internado y que llegó a la zona en compañía de su tercera esposa, "la Paulita", pero que ella volvió a Santiago para tener al hijo que esperaban y nunca más regresó.
-¿Por qué les interesó esta historia?
-Nos motivan los personajes que tienen la valentía de vivir como quieren, que no es tan común. Lo usual es que a uno se lo lleve la corriente y siempre postergue un plan de ese tipo. Lo deja para el retiro, para después, influido por factores que no tienen que ver con el propio deseo.
-Es curiosa la cantidad de seguidores que tiene el Ñaño, como si fuera un gurú.
-Llega mucha gente todos los días. Cuando hicimos el teaser del documental, no era tan famoso ni iba tanta gente a verlo. Pero el teaser se viralizó y todos empezaron a preguntar. Nosotros nos demoramos dos años en conseguir el financiamiento y cuando lo tuvimos, estando allá, nos llamó la atención la peregrinación constante de personas tan distintas. Eso fue lo que quisimos ilustrar. Por eso elegimos el cumpleaños, aunque el resto del tiempo pasa algo similar.
-¿Y por qué se genera esa peregrinación? Algunos se dan el trabajo de ir sólo para saludarlo.
-Por razones distintas. De alguna manera, el personaje del Ñaño se adapta a lo que cada uno necesita. Hay gente que no tiene figura paterna y la busca en el Ñaño. En el estreno había chicos conectados con la ecología y la naturaleza, y él no es así. Más bien los demás le ayudan a podar los árboles, en fin. Si hablábamos de algo que había que arreglar, él decía: "He tenido el tiempo, pero no las ganas". Él hace lo que quiere hacer sin temor al juicio. Pero es un personaje moldeable que tiene, además, un trato igualitario con todo el mundo. Les da el mismo abrazo al hijo que no ve hace 20 años y a ti. Es súper grato compartir con él, es como un panorama también.
-Eso debe explicar el atractivo, porque, si bien es admirable su decisión, tampoco es heroica.
-No, de alguna manera eso nos hace gracia. El look, la barba, lo hacen ver más sabio de lo que es, aunque por ser viejo cierta sabiduría debe tener. Pero la gente que necesita un gurú, ve en él un gurú. Otros necesitan un amigo de carrete y van a carretear con él. Es súper simpático, recibe a todo el mundo y si no está deja un papelito: "Pueden pasar, están en su casa". Es ególatra, además: le encantan las fotos, las cosas que le van a dejar y que lo vayan a ver. Hace como que no le importa, pero le gusta mucho. Por algo guarda los recortes de los diarios.
Nacido en 1947 -"en buena cuna", precisa-, Bravo Lavín es en el presente mejor conocido como el Ñaño, apodo que resume la historia de un santiaguino que hace ya tiempo decidió cambiar su cómoda vida capitalina por una sencilla casa y la compañía de varios perros en la precordillera de San Fernando. Se ha dicho de él que es un ermitaño, pero esa definición la desmienten las visitas que recibe con frecuencia y entusiasmo. Amigos, vecinos y curiosos llegan a compartir con él o a conocerlo simplemente, según cuenta el filme "Yo soy el Ñaño", realizado por la productora Aqua Ideas, fundada en esa ciudad.
Disponible desde el 12 de este mes en Youtube, donde ya lleva más de 100.000 reproducciones, el filme se estrenó en festivales el 201 5, luego de un año de trabajo y tres años después de que el director, Christian Pino, escuchara por primera vez el nombre del personaje.
"Yo venía llegando de cursar un máster en dirección de cine de ficción en Barcelona pero tenía ganas de hacer un documental. Se lo comenté a un amigo aficionado a la bicicleta, igual que yo. La ruta de San Fernando a las Termas del Flaco es común para los ciclistas y él me habló del Ñaño. Yo no tenía idea. A la semana siguiente invité a un compañero de la productora, fuimos a comernos un asado con él, le planteamos la idea y empezó el proyecto", recuerda.
La película transcurre, principalmente, el día en que el Ñaño cumple 67 años. Considerando la importancia de la fecha, el dueño de casa recibe más saludos, regalos y visitas de lo habitual. La celebración se alterna con una entrevista donde relata, entre otras cosas, que estudió derecho, pero no terminó, que parte de su educación escolar la hizo en un internado y que llegó a la zona en compañía de su tercera esposa, "la Paulita", pero que ella volvió a Santiago para tener al hijo que esperaban y nunca más regresó.
-¿Por qué les interesó esta historia?
-Nos motivan los personajes que tienen la valentía de vivir como quieren, que no es tan común. Lo usual es que a uno se lo lleve la corriente y siempre postergue un plan de ese tipo. Lo deja para el retiro, para después, influido por factores que no tienen que ver con el propio deseo.
-Es curiosa la cantidad de seguidores que tiene el Ñaño, como si fuera un gurú.
-Llega mucha gente todos los días. Cuando hicimos el teaser del documental, no era tan famoso ni iba tanta gente a verlo. Pero el teaser se viralizó y todos empezaron a preguntar. Nosotros nos demoramos dos años en conseguir el financiamiento y cuando lo tuvimos, estando allá, nos llamó la atención la peregrinación constante de personas tan distintas. Eso fue lo que quisimos ilustrar. Por eso elegimos el cumpleaños, aunque el resto del tiempo pasa algo similar.
-¿Y por qué se genera esa peregrinación? Algunos se dan el trabajo de ir sólo para saludarlo.
-Por razones distintas. De alguna manera, el personaje del Ñaño se adapta a lo que cada uno necesita. Hay gente que no tiene figura paterna y la busca en el Ñaño. En el estreno había chicos conectados con la ecología y la naturaleza, y él no es así. Más bien los demás le ayudan a podar los árboles, en fin. Si hablábamos de algo que había que arreglar, él decía: "He tenido el tiempo, pero no las ganas". Él hace lo que quiere hacer sin temor al juicio. Pero es un personaje moldeable que tiene, además, un trato igualitario con todo el mundo. Les da el mismo abrazo al hijo que no ve hace 20 años y a ti. Es súper grato compartir con él, es como un panorama también.
-Eso debe explicar el atractivo, porque, si bien es admirable su decisión, tampoco es heroica.
-No, de alguna manera eso nos hace gracia. El look, la barba, lo hacen ver más sabio de lo que es, aunque por ser viejo cierta sabiduría debe tener. Pero la gente que necesita un gurú, ve en él un gurú. Otros necesitan un amigo de carrete y van a carretear con él. Es súper simpático, recibe a todo el mundo y si no está deja un papelito: "Pueden pasar, están en su casa". Es ególatra, además: le encantan las fotos, las cosas que le van a dejar y que lo vayan a ver. Hace como que no le importa, pero le gusta mucho. Por algo guarda los recortes de los diarios.