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Descubren visones que comen congrios
Nunca pensaron los investigadores Sebastián Rosenfeld y Jaime Ojeda, mientras realizaban un trabajo de ecofisiología de huiros, en un bosque de algas del canal Beagle, que la escena de un visón con un congrio dorado en el hocico iba a terminar en las páginas de la revista científica "Frontiers in Ecology and the Environment" de la Ecological Society of America.

Rosenfeld, de la Universidad de Magallanes y del Instituto de Ecología y Biodiversidad, dice que llevaban como cinco horas en caleta Paula, isla Navarino, cuando de la nada apareció un visón (Neovison vison ), especie introducida en la década de los 40 en la Patagonia, y se da un chapuzón en el mar. Ojeda, de la Universidad de Victoria en Canadá, le dijo que eso no era habitual, porque ellos viven en aguas dulces.

Al rato el animal emergió con un gran pez, que resultó ser un congrio dorado (Genypterus blacodes ). Más extrañeza aún.

"Nos acercamos. El congrio estaba vivo, pero le faltaba un ojo, así es que asumimos que hubo una pelea abajo. Le sacamos fotos, lo medimos y lo dejamos. El visón volvió, lo orinó y se lo llevó", dice Rosenfeld.

De vuelta y hablando con los especialistas, como lo cuentan también en la plataforma "Ladera sur", "nos dimos cuenta de que el hábito no era tan común", aclara.

Los investigadores Rosenfeld y Ojeda cuentan que estos animales, convertidos en plaga en la Patagonia, cazan pájaros, comen huevos y peces de orilla, pero no bucean en agua salada, no cazan congrios ni saben la técnica, pero este "10 tenía agarrado de las agallas".

Eso significa, según el investigador Rosenfeld, que "hay un conocimiento de cómo sacar estos peces, que son agresivos, no dóciles y que por lo general habitan en cuevas y rocas".

"Hay dos cosas que son bien fundamentales en esto: la plasticidad del visón como cazador, que haya podido aprender en pocas generaciones a bucear y cazar en ambientes marinos. Esto abre preguntas en el campo de la ecología sobre las (especies) invasoras. Lo otro es no perder la observación de campo, porque esto se dio porque estuvimos cinco horas parados en un ambiente natural", explica Rosenfeld.

Pone como ejemplo que si se analizara con tecnología las heces del visón, no se detectaría que come congrios, porque las escamas se disuelven en el estómago y no quedan huellas.

"En cambio, esto se dio con observación de campo, como lo hacían los antiguos naturalistas", dice.

Según Rosenfeld, quedan varias preguntas que deberán resolver otros científicos, porque él y Jaime Ojeda siguen con su investigación con algas. Por ejemplo, desde cuándo los visones bucean y cazan peces y cómo están afectando en Navarino a la fauna marina.

"El congrio estaba vivo, pero le faltaba un ojo, así es que asumimos que hubo una pelea abajo".

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