Según informó la Fach, la profundidad de las aguas del lugar donde se habría siniestrado el Hércules es de unos 4.000 metros en promedio. Para alcanzar esa cota será necesario utilizar robots submarinos, pero no cualquier robot.
"No existe ningún robot en Chile que sea capaz de llegar a esa profundidad", afirma Walter Scheel, coordinador de la filial chilena de Mariscope, una empresa alemana que comercializa, precisamente, robots submarinos.
Scheel dice que en nuestro país se exploran profundidades más bien someras, que van desde los 30 a los 100 metros, y en alguno casos, para fines científicos, hasta los 500 metros como máximo.
"Los robots que llegan a los 4.000 metros o más son del tipo work class y los utilizan generalmente las empresas petroleras", explica. "Estos equipos pueden contar con brazos de múltiples funciones que les permiten manipular ciertos objetos, y cuentan con sonares frontales y cámaras, lo que es muy importante, porque muchas veces a esa profundidad hay mucho material en suspensión, lo que impide ver con la cámara. El sonar, en cambio, puede arrojar una imagen a pesar de esa polución".
Scheel aclara que la cosa no es llegar y lanzar uno de estos robots. "Primero hay que hacer un mapeo del lecho marino. Esto se logra haciendo, desde una embarcación, un barrido lateral de ultrasonido, que funciona como un sistema de arrastre y que define todos los relieves del lecho", dice.
Sin embargo, agrega, para estos accidentes lo usual es que se contrate a empresas especializadas en salvataje submarino, que cuentan, no solo con los mentados robots work class, sino también con embarcaciones especialmente equipadas. "Se necesitan winches, cableados y un sistema de posicionamiento marino de largo alcance que permita georreferenciar el lugar donde se encuentra el robot, entre otras cosas".
Una de estas empresas, la Ocean Infinity, fue la que detectó la ubicación exacta del submarino argentino ARA San Juan, un año después de su desaparición, ocurrida en noviembre del 2017.