La acidificación baja los niveles de calcio y el mar se hace tan corrosivo que las
especies que desarrollan conchas prácticamente no pueden vivir. Ésa es la teoría.
Una investigación del Centro de Investigación Dinámica de Ecosistemas Marinos de
Altas Latitudes (Ideal), de la Universidad Austral, descubrió, sin embargo, que los
choritos viven lo más bien en un ambiente con estas hostiles características.
"Estudiamos la química del carbonato, que es como les llamamos a los procesos químicos que influyen en el pH, el dióxido de carbono y la disponibilidad de calcio en el agua", cuenta el biólogo marino Maximiliano Vergara, líder de la investigación. El calcio es esencial. No sólo los moluscos lo necesitan para fabricar sus conchas. Algunos peces lo sintetizan en algunas partes de su estructura ósea.
En el Fiordo Reloncaví, los científicos lanzaron una boya con instrumentos que hicieron mediciones durante dos años. El mar tiene un promedio de pH de 8,2 y ellos detectaron 7,6 y hasta 7,2 en la superficie, lo que significa acidez.
"El Fiordo Reloncaví, donde ya tenemos condiciones que son las que se esperan para cien años en el futuro, es altamente productivo y todos los organismos calcificadores siguen viviendo de la misma forma", cuenta.
La acidificación es mayor en invierno, porque las noches son más largas. La escasez de luz hace que aumente lo que Vergara llama "respiración bacteriana", un fenómeno que produce C02, que a su vez acrecienta la acidificación. No es que los choritos se peinen con ella. Hacen un gran esfuerzo de subsistencia en esos períodos y la industria que los cultiva debiera tomarlo en cuenta. "Si hubiera un sistema que estuviera evaluando las lecturas del mar que captan los instrumentos, los productores podrían decir, por ejemplo, que lo choritos están muy estresados, porque están combatiendo este ambiente ácido, y mejor esperemos que haya una ventana menos ácida para cosecharlos", explica.
"Estudiamos la química del carbonato, que es como les llamamos a los procesos químicos que influyen en el pH, el dióxido de carbono y la disponibilidad de calcio en el agua", cuenta el biólogo marino Maximiliano Vergara, líder de la investigación. El calcio es esencial. No sólo los moluscos lo necesitan para fabricar sus conchas. Algunos peces lo sintetizan en algunas partes de su estructura ósea.
En el Fiordo Reloncaví, los científicos lanzaron una boya con instrumentos que hicieron mediciones durante dos años. El mar tiene un promedio de pH de 8,2 y ellos detectaron 7,6 y hasta 7,2 en la superficie, lo que significa acidez.
"El Fiordo Reloncaví, donde ya tenemos condiciones que son las que se esperan para cien años en el futuro, es altamente productivo y todos los organismos calcificadores siguen viviendo de la misma forma", cuenta.
La acidificación es mayor en invierno, porque las noches son más largas. La escasez de luz hace que aumente lo que Vergara llama "respiración bacteriana", un fenómeno que produce C02, que a su vez acrecienta la acidificación. No es que los choritos se peinen con ella. Hacen un gran esfuerzo de subsistencia en esos períodos y la industria que los cultiva debiera tomarlo en cuenta. "Si hubiera un sistema que estuviera evaluando las lecturas del mar que captan los instrumentos, los productores podrían decir, por ejemplo, que lo choritos están muy estresados, porque están combatiendo este ambiente ácido, y mejor esperemos que haya una ventana menos ácida para cosecharlos", explica.