En el secano costero de la Región de O'Higgins, en lugares como La Estrella,
Marchigüe o Litueche, hay un tesoro que, a pesar de haber estado a la vista y
paciencia de todo el mundo por más de cinco décadas, había sido desaprovechado.
Se trata de los rebaños de ovejas de raza Merino que crían los productores de la
zona, animal que produce la lana más fina del mundo pero cuya explotación se
orientaba, en buena parte, a la producción de carne, sin potenciar sus condiciones
laneras.
Rescatar y mejorar ese patrimonio genético fue uno de los objetivos del proyecto "Sello Merino para la Ruta Textil", financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional de O'Higgins y ejecutado por la Universidad Santo Tomás a través de Ovisnova, centro dedicado a mejorar la productividad, sustentabilidad y competitividad de la ganadería ovina del secano de las regiones V a VIII.
"Uno de los objetivos de nuestro proyecto fue rescatar ese patrimonio genético de modo de darles una interesante alternativa productiva a los criadores de la zona pero sin sacrificar el potencial cárnico de la raza", cuenta la médico veterinaria Marcela Gómez Ceruti, coordinadora del proyecto. "Lo que hicimos fue ayudarlos a seleccionar dentro de sus rebaños los mejores ejemplares y así optar a un mejor precio", agrega.
Experto australiano
En esa selección los apoyó el australiano Tom Ashby, presidente mundial de la Federación de Criadores de oveja raza Merino, quien durante tres años viajó a Chile para seleccionar los mejores ejemplares.
"Visitamos a siete productores de Merino y en cada rebaño revisamos el 100% de los ovinos, de los que rescatamos el 10%. Esos pasan ahora por un mejoramiento genético en el cual se va a importar semen congelado proveniente de Australia para iniciar dicho programa", comentó Ashby durante una de sus visitas a Chile.
La inseminación se hizo con Merino australiano moderno, que tiene muy buena calidad de lana y no desmejora su carne.
"Eso les permitió a los ganaderos potenciar ambas cosas", señala Gómez.
A ese rescate genético se agregaron luego capacitaciones a los productores en el desarrollo de prácticas productivas acordes a un producto destinado a mercados muy competitivos, prácticas que, debido al dominio del ganado de carne, casi habían desaparecido.
"Una de las cosas interesantes de este proyecto fue rescatar a esos merinistas que permanecían en la Región de O' Higgins, que vendían su lana a intermediarios exportadores a precios bajos y que, debido a ello, no estaban trabajando adecuadamente la lana, tal como se hacía 50 años atrás", explica Gómez.
Las ovejas Merino son de doble propósito, es decir, producen carne y lana. Aunque, como se dijo, es en esto último donde está su gran potencial. Poseen un vellón que se extiende por todo su cuerpo, muy uniforme, elástico, denso y fino.
"Su lana es la más fina que existe ya que tiene un grosor que va entre los 16 y los 24 micrones, versus la lana de las otras razas que parten en los 25 micrones. Esa extremada fineza permite que no pique cuando está en contacto con la piel, por lo que se usa en prendas muy delicadas, que van desde la ropa de guagua hasta la vestimenta outdoor", explica Gómez.
Es tal su fineza que incluso que se pueda unir con la seda y la cachemira.
"Además, tiene más grasa, la que actúa como una capa protectora que hace que se conserve muy blanca", agrega.
El vellón de la Merino es de mecha larga, de unos diez centímetros, lo que permite un mejor hilado. Como referencia, el de la oveja Suffolk, la raza de carne predominante en la zona, no supera los seis centímetros.
La oveja Merino proviene de Extremadura, la parte sur de España, de condición más bien árida, razón que hizo que se adaptara al secano desde las IV a la VI región en Chile.
"Es un animal que se adapta muy bien a las condiciones rústicas y de sequía ya que no tolera mucho la humedad. En el sur de Chile, por ejemplo, podría tener problemas en sus pezuñas debido al agua", indica Gómez.
Hacia 1940, en la Región de O'Higgins existían grandes haciendas dedicadas al ganado ovino destinado a lana, con una importante industria de procesamiento que incluso exportaba, escenario que se mantuvo hasta la década del 60 del siglo pasado, cuando surgieron las fibras sintéticas. Con ellas, la lana natural partió en retirada y se redujo la crianza de las Merino, las que fueron sustituidas por Suffolk, destinadas a la carne. A eso se agregó la atomización de la propiedad producto de la reforma agraria.
Si bien la Merino es de origen español, su desarrollo moderno ha estado ligado a Australia y Nueva Zelanda. Globalmente, el primer país es el mayor productor de este tipo de lana, con el 80% del mercado y 322 millones de kilos de producción anuales.
"Les presentamos la lana Merino a las artesanas patrimoniales y ellas no la conocían, siempre habían trabajado con la lana de la Suffolk, que es mucho más gruesa. Al principio les costó pero luego aprendieron y ahora la Merino es la base de su línea de trabajo, con piezas muy lindas", cuenta la veterinaria Marcela Gómez.
Las artesanas se agrupan en "La ruta de la lana", de la Región de O'Higgins, compuesta de diversas estaciones donde ellas muestran y comercializan su trabajo. Allí confeccionan productos como echarpes, bufandas, guantes gorros, chalecos, piezas para camas, entre otros.
Rescatar y mejorar ese patrimonio genético fue uno de los objetivos del proyecto "Sello Merino para la Ruta Textil", financiado por el Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del Gobierno Regional de O'Higgins y ejecutado por la Universidad Santo Tomás a través de Ovisnova, centro dedicado a mejorar la productividad, sustentabilidad y competitividad de la ganadería ovina del secano de las regiones V a VIII.
"Uno de los objetivos de nuestro proyecto fue rescatar ese patrimonio genético de modo de darles una interesante alternativa productiva a los criadores de la zona pero sin sacrificar el potencial cárnico de la raza", cuenta la médico veterinaria Marcela Gómez Ceruti, coordinadora del proyecto. "Lo que hicimos fue ayudarlos a seleccionar dentro de sus rebaños los mejores ejemplares y así optar a un mejor precio", agrega.
Experto australiano
En esa selección los apoyó el australiano Tom Ashby, presidente mundial de la Federación de Criadores de oveja raza Merino, quien durante tres años viajó a Chile para seleccionar los mejores ejemplares.
"Visitamos a siete productores de Merino y en cada rebaño revisamos el 100% de los ovinos, de los que rescatamos el 10%. Esos pasan ahora por un mejoramiento genético en el cual se va a importar semen congelado proveniente de Australia para iniciar dicho programa", comentó Ashby durante una de sus visitas a Chile.
La inseminación se hizo con Merino australiano moderno, que tiene muy buena calidad de lana y no desmejora su carne.
"Eso les permitió a los ganaderos potenciar ambas cosas", señala Gómez.
A ese rescate genético se agregaron luego capacitaciones a los productores en el desarrollo de prácticas productivas acordes a un producto destinado a mercados muy competitivos, prácticas que, debido al dominio del ganado de carne, casi habían desaparecido.
"Una de las cosas interesantes de este proyecto fue rescatar a esos merinistas que permanecían en la Región de O' Higgins, que vendían su lana a intermediarios exportadores a precios bajos y que, debido a ello, no estaban trabajando adecuadamente la lana, tal como se hacía 50 años atrás", explica Gómez.
Las ovejas Merino son de doble propósito, es decir, producen carne y lana. Aunque, como se dijo, es en esto último donde está su gran potencial. Poseen un vellón que se extiende por todo su cuerpo, muy uniforme, elástico, denso y fino.
"Su lana es la más fina que existe ya que tiene un grosor que va entre los 16 y los 24 micrones, versus la lana de las otras razas que parten en los 25 micrones. Esa extremada fineza permite que no pique cuando está en contacto con la piel, por lo que se usa en prendas muy delicadas, que van desde la ropa de guagua hasta la vestimenta outdoor", explica Gómez.
Es tal su fineza que incluso que se pueda unir con la seda y la cachemira.
"Además, tiene más grasa, la que actúa como una capa protectora que hace que se conserve muy blanca", agrega.
El vellón de la Merino es de mecha larga, de unos diez centímetros, lo que permite un mejor hilado. Como referencia, el de la oveja Suffolk, la raza de carne predominante en la zona, no supera los seis centímetros.
La oveja Merino proviene de Extremadura, la parte sur de España, de condición más bien árida, razón que hizo que se adaptara al secano desde las IV a la VI región en Chile.
"Es un animal que se adapta muy bien a las condiciones rústicas y de sequía ya que no tolera mucho la humedad. En el sur de Chile, por ejemplo, podría tener problemas en sus pezuñas debido al agua", indica Gómez.
Hacia 1940, en la Región de O'Higgins existían grandes haciendas dedicadas al ganado ovino destinado a lana, con una importante industria de procesamiento que incluso exportaba, escenario que se mantuvo hasta la década del 60 del siglo pasado, cuando surgieron las fibras sintéticas. Con ellas, la lana natural partió en retirada y se redujo la crianza de las Merino, las que fueron sustituidas por Suffolk, destinadas a la carne. A eso se agregó la atomización de la propiedad producto de la reforma agraria.
Si bien la Merino es de origen español, su desarrollo moderno ha estado ligado a Australia y Nueva Zelanda. Globalmente, el primer país es el mayor productor de este tipo de lana, con el 80% del mercado y 322 millones de kilos de producción anuales.
Ruta de la lana
Paralelamente al rescate genético, el proyecto de la U. Santo Tomás capacitó a las artesanas de la región en el manejo de una lana que, por su fineza, es mucho más compleja de trabajar."Les presentamos la lana Merino a las artesanas patrimoniales y ellas no la conocían, siempre habían trabajado con la lana de la Suffolk, que es mucho más gruesa. Al principio les costó pero luego aprendieron y ahora la Merino es la base de su línea de trabajo, con piezas muy lindas", cuenta la veterinaria Marcela Gómez.
Las artesanas se agrupan en "La ruta de la lana", de la Región de O'Higgins, compuesta de diversas estaciones donde ellas muestran y comercializan su trabajo. Allí confeccionan productos como echarpes, bufandas, guantes gorros, chalecos, piezas para camas, entre otros.