A los 14 años un amigo lo invitó por primera vez a vender café en el Estadio
Nacional. Hacía frío ese día y tuvo un éxito rotundo en su primera venta. "Juntó
mucha plata, por lo que le agarró cariño altiro", cuenta su hija Nelly Cifuentes. Él se
llamaba Héctor y falleció este jueves, a los 88.
Poco a poco fue experimentando con el producto, hasta que en 1958 compró sus propios termos, traídos desde Francia, exclusivamente para el Mundial de 1962. Entonces el popular "café, café" se podía escuchar en todo el estadio. "Era un tipo amable, siempre con una sonrisa. Yo iba a la cancha desde muy pequeño y en ese transitar por las tribunas tengo recuerdos de un tipo fortachón que cargaba un termo gigantesco. Por Dios que había que tener fuerza para poder llevar ese inmenso frasco tantas horas", recuerda Pedro Carcuro, quien lo veía constantemente cuando asistía a las tribunas del Santa Laura.
Héctor Cifuentes no se perdía ningún partido. En todos los estadios estaba presente cinco horas antes del pitazo inicial, con su tanque de café que pesaba alrededor de 15 kilos. "Mi papá incluso estuvo en la inauguración del Germán Becker (1965), en el partido entre Temuco y Colo Colo", agrega Nelly, la menor de sus hijas y a quien introdujo en el rubro: "Me enseñó la fórmula secreta. El café tenía que ser bueno. Si no, no lo vendía. Siempre me decía que en este trabajo había muchos que le echaban agua fría para que cundiera más y eso a él no le gustaba".
Café Café medía 1,85 y pesaba alrededor de 130 kilos. Era imponente. Con su tono de voz y su popular frase logró hacerse un lugar especial en las galerías. "Él podía entrar incluso a los camarines, conocía a todos los jugadores", detalla Nelly.
No importaba el contexto. Mucho menos las condiciones climáticas. "El siempre estaba. Le daba lo mismo si hacía calor o si estaba lloviendo. Me acuerdo que para la Copa América del 91, donde nos tocaron unas lluvias terribles, estuvo presente en todos los partidos con su tambor gigantesco en la espalda. iCafé, café! Se escuchaba siempre de fondo", recuerda Harold Mayne-Nicholls, ex presidente de la ANFP, hoy dirigente en Colo Colo.
"Una vez le dio café a Fidel Castro. También a Pinochet. Ahí fue un poco complicado porque cuando se iba acercando lo detuvieron y él solo atinó a gritar: café, café. La comitiva lo reconoció y lo dejaron pasar", añade su hija. Héctor estuvo presente fue en el 6-4 de Santos a Checoslovaquia en el hexagonal de 1965, recordado como el mejor partido que se ha disputado en el Nacional, y cincuenta años después, en la final de la Copa América de 201 5, vendió su último café mientras Chile celebrara su primer título. Una concesión de snack y comida rápida sacó a todos los venderores del estadio.
"Con el tiempo también nos fue a arbitrar a nosotros a TVN. Teníamos una cancha de baby en la entrada del canal, donde se daban unos partidos tremendos, campeonatos extraordinarios. Más que Café Café, nosotros le decíamos Nescafé porque en su termo decía eso. Y ahí estaba arbitrándonos. Era un personaje muy identificado con la historia de nosotros, de los que éramos jóvenes reporteros en ese tiempo", agrega Carcuro.
Poco a poco fue experimentando con el producto, hasta que en 1958 compró sus propios termos, traídos desde Francia, exclusivamente para el Mundial de 1962. Entonces el popular "café, café" se podía escuchar en todo el estadio. "Era un tipo amable, siempre con una sonrisa. Yo iba a la cancha desde muy pequeño y en ese transitar por las tribunas tengo recuerdos de un tipo fortachón que cargaba un termo gigantesco. Por Dios que había que tener fuerza para poder llevar ese inmenso frasco tantas horas", recuerda Pedro Carcuro, quien lo veía constantemente cuando asistía a las tribunas del Santa Laura.
Héctor Cifuentes no se perdía ningún partido. En todos los estadios estaba presente cinco horas antes del pitazo inicial, con su tanque de café que pesaba alrededor de 15 kilos. "Mi papá incluso estuvo en la inauguración del Germán Becker (1965), en el partido entre Temuco y Colo Colo", agrega Nelly, la menor de sus hijas y a quien introdujo en el rubro: "Me enseñó la fórmula secreta. El café tenía que ser bueno. Si no, no lo vendía. Siempre me decía que en este trabajo había muchos que le echaban agua fría para que cundiera más y eso a él no le gustaba".
Café Café medía 1,85 y pesaba alrededor de 130 kilos. Era imponente. Con su tono de voz y su popular frase logró hacerse un lugar especial en las galerías. "Él podía entrar incluso a los camarines, conocía a todos los jugadores", detalla Nelly.
No importaba el contexto. Mucho menos las condiciones climáticas. "El siempre estaba. Le daba lo mismo si hacía calor o si estaba lloviendo. Me acuerdo que para la Copa América del 91, donde nos tocaron unas lluvias terribles, estuvo presente en todos los partidos con su tambor gigantesco en la espalda. iCafé, café! Se escuchaba siempre de fondo", recuerda Harold Mayne-Nicholls, ex presidente de la ANFP, hoy dirigente en Colo Colo.
"Una vez le dio café a Fidel Castro. También a Pinochet. Ahí fue un poco complicado porque cuando se iba acercando lo detuvieron y él solo atinó a gritar: café, café. La comitiva lo reconoció y lo dejaron pasar", añade su hija. Héctor estuvo presente fue en el 6-4 de Santos a Checoslovaquia en el hexagonal de 1965, recordado como el mejor partido que se ha disputado en el Nacional, y cincuenta años después, en la final de la Copa América de 201 5, vendió su último café mientras Chile celebrara su primer título. Una concesión de snack y comida rápida sacó a todos los venderores del estadio.
Carácter de árbitro
Héctor también se desempeñaba como árbitro en campeonatos de fútbol y baby, donde mostraba todo su carácter. "Arbitraba a la antigua, no se desplazaba mucho. Siempre estaba presente, sobre todo cuando hacíamos los torneos de verano entre periodistas. Era súper especial porque un día lo veíamos en la cancha arbitrando y al otro estaba vendiendo café. Siempre con una actitud diferente. No mezclaba las cosas, era bien profesional. Le gustaba hablar de fútbol, era un tipo bien agradable. Aunque cuando era arbitro no jugaba: te retaba, te hacía callar. Era carismático", cuenta Mayne-Nicholls, a quien arbitró en más de una ocasión."Con el tiempo también nos fue a arbitrar a nosotros a TVN. Teníamos una cancha de baby en la entrada del canal, donde se daban unos partidos tremendos, campeonatos extraordinarios. Más que Café Café, nosotros le decíamos Nescafé porque en su termo decía eso. Y ahí estaba arbitrándonos. Era un personaje muy identificado con la historia de nosotros, de los que éramos jóvenes reporteros en ese tiempo", agrega Carcuro.