No es ser por ser el Grinch -ese duende mal genio que odia a la Navidad- pero este
24 de diciembre parece que será una Nochebuena piola. Las tradicionales luces que
iluminaban Providencia no van este año; en Valdivia, el show del encendido del árbol
tampoco será; Talcahuano, en tanto, suspendió su fiesta navideña y una actividad
que se llamaba "Gran árbol de los sueños 2019".
Y por casa, andamos ahí no más. Quizás usted mismo no ha puesto árbol; o su abuela, que siempre se lucía para estas fechas, con suerte tiene ahora un calcetín rojo colgado de la pared. ¿Qué está pasando? Un poco obvio, pero analicémoslo igual.
Según la sicóloga Mónica Gabler, esta actitud es algo normal dada la crisis social: "La idea que anda dando vueltas es que hoy no hay nada que celebrar. Existe una especie de sentimiento de culpa por pasarlo bien en un contexto de crisis. El árbol de Navidad representa la celebración y el consumo".
-Mónica, ¿usted lo puso?
-Sí, lo puse. Es que tengo niños que esperan todo el año esta fecha, y creo que por salud mental y autocuidado hay que resguardar ciertas tradiciones familiares. Yo pensé en no ponerlo, pero también pensé en que cómo la crisis que despertó lo peor de nosotros, también ha generado cosas bonitas, como Las Tesis.
Sergio Schilling, sicólogo y panelista del late show "SLB", cree que no es tan fácil aperarse de adornos en un contexto donde los malls se han convertido casi en ciudades amuralladas. "No hay dónde comprar. Creo que los árboles se van a instalar la última semana", vaticina. Según dice, ha conversado con sicólogos y siquiatras y también le dicen que se han dejado de poner árboles en hospitales y otros lugares. "Tienen miedo de que los quemen", explica.
-¿Qué ve de positivo en la tradición de instalar un árbol navideño?
-En Chile se asocia a generar una instancia familiar a la espera de compartir algo, con niños que tienen una visión más amistosa del mundo.
Raynier Hernández, sociólogo y académico de la UTEM, opina que debido a la crisis la celebración de Navidad parece estar en standby: "Hay incertidumbre en la economía familiar y eso hace que la intensidad de la celebración se vea menguada".
En su familia, cuenta, era tradición que el árbol se mantuviera firme entre el 6 de diciembre y el 6 de enero. Hace una semana les planteó a sus dos hijos no hacerlo este año: "Mi hijo mayor, de 19, me dijo que no le interesaba mucho; mi hija de 11 finalmente estuvo de acuerdo conmigo de no hacerlo".
-¿Dónde pondrán los regalos?
-Ni siquiera teníamos pensado comprar muchos regalos, no tenemos ganas de gastar plata. Creo que vamos a hacer algo más familiar y de apapacharse. Creo que hay un sentimiento generalizado de no gastar por gastar.
Más allá del contexto, el árbol parece ir quedando pasado de moda en las casas donde no hay hijos.
Un ejemplo es el de Enrique Fernández, de 57 años, quien ya no tiene niños a los que regalonear en casa. "No tengo ganas de poner un árbol. Es una lata. Hay que sacarlo del entretecho, hace calor, no está el ánimo. Con mi señora preferimos poner sólo algunos adornos. Mis hijos no viven conmigo y no tengo nietos. Es por flojera y también porque un árbol es poco representativo de lo que ha sido este año", resume.
"El árbol hoy no me tira nada", dice Felipe Cárdenas (31), quien se ha percatado que en las multitiendas los árboles están prácticamente siendo rematados. Era su tradición con su pareja, Daniela, montar uno cada año, pero con la contingencia tiene una sensación diferente. "Pensamos y dijimos ¿en qué nos aporta el árbol? A nivel ecológico, si es de plástico o es natural no ayudan al planeta; en lo que representa, solo sería un adorno".
-Muchas parejas sin hijos parecen haber optado por prescindir del árbol.
-Yo creo en el día a día y que hay que darle prioridad al momento. Y hoy en momento no es bueno. Me identifico más con los símbolos que representan algo, como fotos de mi familia, momentos especiales con Daniela e incluso con mis figuras de videojuegos.
Y por casa, andamos ahí no más. Quizás usted mismo no ha puesto árbol; o su abuela, que siempre se lucía para estas fechas, con suerte tiene ahora un calcetín rojo colgado de la pared. ¿Qué está pasando? Un poco obvio, pero analicémoslo igual.
Según la sicóloga Mónica Gabler, esta actitud es algo normal dada la crisis social: "La idea que anda dando vueltas es que hoy no hay nada que celebrar. Existe una especie de sentimiento de culpa por pasarlo bien en un contexto de crisis. El árbol de Navidad representa la celebración y el consumo".
-Mónica, ¿usted lo puso?
-Sí, lo puse. Es que tengo niños que esperan todo el año esta fecha, y creo que por salud mental y autocuidado hay que resguardar ciertas tradiciones familiares. Yo pensé en no ponerlo, pero también pensé en que cómo la crisis que despertó lo peor de nosotros, también ha generado cosas bonitas, como Las Tesis.
Sergio Schilling, sicólogo y panelista del late show "SLB", cree que no es tan fácil aperarse de adornos en un contexto donde los malls se han convertido casi en ciudades amuralladas. "No hay dónde comprar. Creo que los árboles se van a instalar la última semana", vaticina. Según dice, ha conversado con sicólogos y siquiatras y también le dicen que se han dejado de poner árboles en hospitales y otros lugares. "Tienen miedo de que los quemen", explica.
-¿Qué ve de positivo en la tradición de instalar un árbol navideño?
-En Chile se asocia a generar una instancia familiar a la espera de compartir algo, con niños que tienen una visión más amistosa del mundo.
Raynier Hernández, sociólogo y académico de la UTEM, opina que debido a la crisis la celebración de Navidad parece estar en standby: "Hay incertidumbre en la economía familiar y eso hace que la intensidad de la celebración se vea menguada".
Gente sin árbol
Alejandra Valle llevaba tiempo dándole vuelta a la idea de no poner árbol. "Tengo ganas de usar luces y adornar de otra manera. Entre el movimiento social y otras pegas nuevas que me han salido no tengo tiempo. Después el árbol hay que sacarlo y es una lata; en cambio las luces se quedan durante todo el verano", dice.En su familia, cuenta, era tradición que el árbol se mantuviera firme entre el 6 de diciembre y el 6 de enero. Hace una semana les planteó a sus dos hijos no hacerlo este año: "Mi hijo mayor, de 19, me dijo que no le interesaba mucho; mi hija de 11 finalmente estuvo de acuerdo conmigo de no hacerlo".
-¿Dónde pondrán los regalos?
-Ni siquiera teníamos pensado comprar muchos regalos, no tenemos ganas de gastar plata. Creo que vamos a hacer algo más familiar y de apapacharse. Creo que hay un sentimiento generalizado de no gastar por gastar.
Más allá del contexto, el árbol parece ir quedando pasado de moda en las casas donde no hay hijos.
Un ejemplo es el de Enrique Fernández, de 57 años, quien ya no tiene niños a los que regalonear en casa. "No tengo ganas de poner un árbol. Es una lata. Hay que sacarlo del entretecho, hace calor, no está el ánimo. Con mi señora preferimos poner sólo algunos adornos. Mis hijos no viven conmigo y no tengo nietos. Es por flojera y también porque un árbol es poco representativo de lo que ha sido este año", resume.
"El árbol hoy no me tira nada", dice Felipe Cárdenas (31), quien se ha percatado que en las multitiendas los árboles están prácticamente siendo rematados. Era su tradición con su pareja, Daniela, montar uno cada año, pero con la contingencia tiene una sensación diferente. "Pensamos y dijimos ¿en qué nos aporta el árbol? A nivel ecológico, si es de plástico o es natural no ayudan al planeta; en lo que representa, solo sería un adorno".
-Muchas parejas sin hijos parecen haber optado por prescindir del árbol.
-Yo creo en el día a día y que hay que darle prioridad al momento. Y hoy en momento no es bueno. Me identifico más con los símbolos que representan algo, como fotos de mi familia, momentos especiales con Daniela e incluso con mis figuras de videojuegos.