La ley 20.000 sobre tráfico ilícito de drogas adolece de un vacío que debe ser
llenado todos los años. La lista de drogas prohibidas es taxativa, es decir, solo se
penaliza a quien comercializa los estupefacientes que aparecen especificados en la
ley.
Para burlar la norma, los narcotraficantes, cada vez más sofisticados, suelen adulterar las drogas, sobre todo las sintéticas, agregándole algún compuesto lo que la convierte en una nueva droga y, por lo tanto, no ilícita.
"No pueden procesar a alguien por portar un derivado del éxtasis, por ejemplo, si su composición no coincide exactamente con la que está en la lista de drogas ilícitas", explica Boris Duffau, jefe de sección de análisis de ilícitos del Instituto de Salud Pública, ISP.
El ISP es, precisamente, el organismo encargado de actualizar esta lista para que estas drogas modificadas, detectadas en decomisos policiales, sean incorporadas a la ley. Duffau explica que el 2019 se han encontrado derivados, aparte del ya mencionado éxtasis, de las familias de las anfetaminas y de las catinonas. Algo que ocurre más o menos todos los años. Sin embargo, hubo otras dos sustancias detectadas de las que el ISP decidió emitir una alerta, no porque sean nuevas, sino por lo extremadamente peligrosas y porque no se detectaban desde hace años. Se trata del opio y la heroína.
"La última vez que detectamos opio en el país fue el 2009 y de la heroína se han encontrado tres casos en los últimos diez años. Llama la atención que se hayan encontrado estos dos opiáceos en un mismo año", explica Duffau. "En estos momentos hay una epidemia mundial de opiáceos, especialmente en Estados Unidos y Europa. Y no solo de heroína y opio, sino también una versión sintética de opioide llamado fentanilo".
¿Qué hacen el opio y la heroína?
"Destruyen vidas", responde la toxicóloga Laura Bórgel.
El opio y la heroína provienen de la adormidera, planta también llamada amapola, por su parecido a las amapolas comunes. El opio se obtiene al extraer una especie de resina de su capullo que luego se solidifica. Esa sustancia se diluye en agua, se evapora y se aspira.
Los efectos, explican desde el ISP, pueden durar entre cuatro y cinco horas, y consisten en otorgar una falsa sensación de placer, pero acompañado de una disminución de la temperatura, una contracción de las pupilas, estreñimiento, trastornos digestivos e insuficiencia hepática. Y en caso de abuso reiterado, insuficiencia respiratoria, congestión pulmonar y asma.
"Produce un estado catatónico", agrega Bôrgel. "Afuera podría estar desencadenándose la tercera guerra mundial, pero tú vas a estar en una falsa paz interior como si no pasara nada, como todo estuviera perfecto".
Bõrgel explica que nuestro organismo libera naturalmente sustancias parecidas, unos pseudopiáceos, como la endorfina. "La liberas cuando haces deporte, cuando vas a un concierto, cuando te sientes bien... Cuando algo externo te produce placer de verdad. Pero aquí este compuesto produce placer artificialmente porque ocupa los mismos receptores".
El opio, agrega, es tremendamente adictivo, principalmente debido a los principios relacionados con la morfina que contiene la planta.
La heroína, sin embargo, es bastante más peligrosa. El opio contiene una mezcolanza de sustancias, entre ellas, la morfina; la heroína es un derivado exclusivamente de la morfina. Viene en un polvo blanco que se diluye y se inyecta, produciendo una oleada de placer eufórico. Sin embargo, agrega Bõrgel, "al pasar directamente a la sangre, el efecto es inmediato, pero espantosamente adictivo. La necesidad de consumir nuevamente es impresionante y si el adicto no lo hace, cae en un cuadro vegetativo, con vómitos, deshidratación extrema, diarrea y hasta puede llegar a la muerte".
También suelen ser comunes los paros cardiorrespiratorios por sobredosis. "Si tu cuerpo está acostumbrado a una concentración de 1, por poner un número, y te cambias de proveedor que te da una dosis con una concentración 2, te viene un paro. Y si este nuevo proveedor te da una concentración de 0,5, entonces en ese caso te viene un síndrome de abstinencia inmediato. Es terrible", dice Bôrgel.
Para burlar la norma, los narcotraficantes, cada vez más sofisticados, suelen adulterar las drogas, sobre todo las sintéticas, agregándole algún compuesto lo que la convierte en una nueva droga y, por lo tanto, no ilícita.
"No pueden procesar a alguien por portar un derivado del éxtasis, por ejemplo, si su composición no coincide exactamente con la que está en la lista de drogas ilícitas", explica Boris Duffau, jefe de sección de análisis de ilícitos del Instituto de Salud Pública, ISP.
El ISP es, precisamente, el organismo encargado de actualizar esta lista para que estas drogas modificadas, detectadas en decomisos policiales, sean incorporadas a la ley. Duffau explica que el 2019 se han encontrado derivados, aparte del ya mencionado éxtasis, de las familias de las anfetaminas y de las catinonas. Algo que ocurre más o menos todos los años. Sin embargo, hubo otras dos sustancias detectadas de las que el ISP decidió emitir una alerta, no porque sean nuevas, sino por lo extremadamente peligrosas y porque no se detectaban desde hace años. Se trata del opio y la heroína.
"La última vez que detectamos opio en el país fue el 2009 y de la heroína se han encontrado tres casos en los últimos diez años. Llama la atención que se hayan encontrado estos dos opiáceos en un mismo año", explica Duffau. "En estos momentos hay una epidemia mundial de opiáceos, especialmente en Estados Unidos y Europa. Y no solo de heroína y opio, sino también una versión sintética de opioide llamado fentanilo".
¿Qué hacen el opio y la heroína?
"Destruyen vidas", responde la toxicóloga Laura Bórgel.
El opio y la heroína provienen de la adormidera, planta también llamada amapola, por su parecido a las amapolas comunes. El opio se obtiene al extraer una especie de resina de su capullo que luego se solidifica. Esa sustancia se diluye en agua, se evapora y se aspira.
Los efectos, explican desde el ISP, pueden durar entre cuatro y cinco horas, y consisten en otorgar una falsa sensación de placer, pero acompañado de una disminución de la temperatura, una contracción de las pupilas, estreñimiento, trastornos digestivos e insuficiencia hepática. Y en caso de abuso reiterado, insuficiencia respiratoria, congestión pulmonar y asma.
"Produce un estado catatónico", agrega Bôrgel. "Afuera podría estar desencadenándose la tercera guerra mundial, pero tú vas a estar en una falsa paz interior como si no pasara nada, como todo estuviera perfecto".
Bõrgel explica que nuestro organismo libera naturalmente sustancias parecidas, unos pseudopiáceos, como la endorfina. "La liberas cuando haces deporte, cuando vas a un concierto, cuando te sientes bien... Cuando algo externo te produce placer de verdad. Pero aquí este compuesto produce placer artificialmente porque ocupa los mismos receptores".
El opio, agrega, es tremendamente adictivo, principalmente debido a los principios relacionados con la morfina que contiene la planta.
La heroína, sin embargo, es bastante más peligrosa. El opio contiene una mezcolanza de sustancias, entre ellas, la morfina; la heroína es un derivado exclusivamente de la morfina. Viene en un polvo blanco que se diluye y se inyecta, produciendo una oleada de placer eufórico. Sin embargo, agrega Bõrgel, "al pasar directamente a la sangre, el efecto es inmediato, pero espantosamente adictivo. La necesidad de consumir nuevamente es impresionante y si el adicto no lo hace, cae en un cuadro vegetativo, con vómitos, deshidratación extrema, diarrea y hasta puede llegar a la muerte".
También suelen ser comunes los paros cardiorrespiratorios por sobredosis. "Si tu cuerpo está acostumbrado a una concentración de 1, por poner un número, y te cambias de proveedor que te da una dosis con una concentración 2, te viene un paro. Y si este nuevo proveedor te da una concentración de 0,5, entonces en ese caso te viene un síndrome de abstinencia inmediato. Es terrible", dice Bôrgel.