"Nunca he hecho esto... hoy me toca hablar y creo que la mejor manera es hacerlo
desde mi experiencia propia". Leonor Varela (46) tomó así la palabra frente a poco
más de 50 asistentes en medio del Parque Araucano. Lo suyo correspondía a una
charla de Expo Mujer 2019, evento en el que la actriz aprovechó de abordar el último
año de su vida, marcado para siempre por una pérdida que aún sufre.
El 16 de noviembre de 2018, Matteo Varela Akoskin, su primogénito, falleció en California, EE.UU. Tenía seis años y durante toda su vida padeció de leucodistrofia, enfermedad genética incurable. "A mí me pasaba con la pérdida de mi hijo que era tan grande la pena... es tan grande la pena... y sigue siendo tan grande la pena, que sentía que yo me podía morir", continuó la intérprete, confesando de paso que hace dos semanas su círculo de amigas "en Los Angeles hizo una ceremonia de té para conmemorar el primer aniversario de la partida de mi hijo".
Luego compartió parte de su duelo: "No fue hasta los 6 meses (de su muerte) en que yo entré a una crisis profunda de depresión, donde no quería vivir más, donde nada me interesaba, donde todo me parecía banal, no me interesaba ser más actriz... apenas tenía la lucidez de levantar a mi hija (Luna, 4 años), llevarla al colegio y estar para ella en las tardes".
Siempre según su relato, "con la ayuda de un terapeuta, en junio de este año, toqué fondo". "Fue una tarde de estar enrollada en posición fetal en el baño, y grité y lloré y realmente creo que toqué fondo en lo que sentía respecto a la oscuridad". Ese fue el instante de inflexión.
"En ese momento de oscuridad escuché la vocecita de mi hijo, que me dijo mamá, te toca amarte como me amas a mí . Quizás son cosas que suenan banales, pero son perlas preciosas que uno tiene. Y mágicamente como una brisa primaveral, esa depresión se disipó. Volví a tener ganas de estar en la vida de los vivos. Ya no estaba paralizada en la cama sin ganas de hacer nada, salió el sol. Y no todos los días son sin lluvia, pero estoy conforme con las estaciones que atravieso a diario. Los días soleados, los días tristes. He aprendido a convivir con estas emociones".
Habló entonces de la importancia de su alimentación ("somos lo que comemos"), y de "no abusar de la proteína animal y de los productos refinados". También detalló la trascendencia que ella le daba a "tomar agüita" y del ejercicio diario. "Me ha salvado la vida hacer ejercicio. Es mi terapia personal, es mi compromiso conmigo misma. 4 ó 5 veces a la semana muevo mi cuerpo", reconoció justo antes de establecer al yoga y a la meditación como factores para "renacer como el ave fénix".
Además comentó que los textos del escritor alemán Eckhart Tolle le habían hecho mucho sentido. Especialmente dos de sus obras: "El poder del ahora" y "Una nueva Tierra".
"He recurrido a la sicología para apoyarme en esta tarea (el duelo), a mis practicas espirituales, a las plantas medicinales, a todo tipo de terapias de apoyo, y todo en el camino es válido para llegar a aceptar el dolor profundo que sentimos, en mi caso la pérdida de un hijo", cerró ella, previo a recibir una ovación.
El 16 de noviembre de 2018, Matteo Varela Akoskin, su primogénito, falleció en California, EE.UU. Tenía seis años y durante toda su vida padeció de leucodistrofia, enfermedad genética incurable. "A mí me pasaba con la pérdida de mi hijo que era tan grande la pena... es tan grande la pena... y sigue siendo tan grande la pena, que sentía que yo me podía morir", continuó la intérprete, confesando de paso que hace dos semanas su círculo de amigas "en Los Angeles hizo una ceremonia de té para conmemorar el primer aniversario de la partida de mi hijo".
Luego compartió parte de su duelo: "No fue hasta los 6 meses (de su muerte) en que yo entré a una crisis profunda de depresión, donde no quería vivir más, donde nada me interesaba, donde todo me parecía banal, no me interesaba ser más actriz... apenas tenía la lucidez de levantar a mi hija (Luna, 4 años), llevarla al colegio y estar para ella en las tardes".
Siempre según su relato, "con la ayuda de un terapeuta, en junio de este año, toqué fondo". "Fue una tarde de estar enrollada en posición fetal en el baño, y grité y lloré y realmente creo que toqué fondo en lo que sentía respecto a la oscuridad". Ese fue el instante de inflexión.
"En ese momento de oscuridad escuché la vocecita de mi hijo, que me dijo mamá, te toca amarte como me amas a mí . Quizás son cosas que suenan banales, pero son perlas preciosas que uno tiene. Y mágicamente como una brisa primaveral, esa depresión se disipó. Volví a tener ganas de estar en la vida de los vivos. Ya no estaba paralizada en la cama sin ganas de hacer nada, salió el sol. Y no todos los días son sin lluvia, pero estoy conforme con las estaciones que atravieso a diario. Los días soleados, los días tristes. He aprendido a convivir con estas emociones".
Ejercicio y meditación
Para graficar en lo que se apoyó durante este tiempo para seguir adelante, Leonor confesó que primero se conectó con sus "cuerpos". "Existe el cuerpo físico, mental y emocional", detalló, y que a través de elementos concretos se fue ayudando a sí misma.Habló entonces de la importancia de su alimentación ("somos lo que comemos"), y de "no abusar de la proteína animal y de los productos refinados". También detalló la trascendencia que ella le daba a "tomar agüita" y del ejercicio diario. "Me ha salvado la vida hacer ejercicio. Es mi terapia personal, es mi compromiso conmigo misma. 4 ó 5 veces a la semana muevo mi cuerpo", reconoció justo antes de establecer al yoga y a la meditación como factores para "renacer como el ave fénix".
Además comentó que los textos del escritor alemán Eckhart Tolle le habían hecho mucho sentido. Especialmente dos de sus obras: "El poder del ahora" y "Una nueva Tierra".
"He recurrido a la sicología para apoyarme en esta tarea (el duelo), a mis practicas espirituales, a las plantas medicinales, a todo tipo de terapias de apoyo, y todo en el camino es válido para llegar a aceptar el dolor profundo que sentimos, en mi caso la pérdida de un hijo", cerró ella, previo a recibir una ovación.