De sibaritas culinarios, poco. El más de medio kilo de alimentos ultraprocesados
que consume la población chilena evidenció que, en general, preferimos comer
rápido, antes que cocinar.
El informe "Seguridad Alimentaria u Nutricional en América Latina y el Caribe 201 9" (https://bit.ly/2MkuxYj), difundido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), asegura que Chile es el segundo país de la región que más come alimentos ultraprocesados cada día. 550 gramos en promedio por persona, para ser exactos.
Un alimento ultraprocesado, explica la ingeniera en alimentos Natalia Vega, es una comida casi imposible de preparar en casa. "Ese término significa que no contienen el alimento como tal, no está completo. Por ejemplo, en tu casa puedes preparar una galleta con harina, azúcar, miel y lo pones en el horno. En cambio, una galleta ultraprocesada tiene mezclas y varios aditivos que no puedes añadirle en casa. No contiene alimentos enteros", asegura.
Por eso, dice Vega, no puedes prepararlos en casa. No existe la tecnología ni las sustancias para realizar la mezcla. Algunos ejemplos, dice, son las bebidas azucaradas, las hamburguesas envasadas, las galletas, las barras de cereal y todo lo que contenga ingredientes que no están considerados como alimentos.
Verónica Irribarra, médica nutrióloga del Programa de Obesidad de la Red de Salud UC Christus, asegura que uno de los mejores alimentos de Chile es el aceite de oliva.
"En general, es extra virgen (primera cosecha). Un aceite que contiene antioxidantes. Es como cuando el vino tiene cosecha. Cuando consumes aceite de muchos años, se pierden esos beneficios. Las personas compran aceite de oliva extranjero, que lleva dos años guardado y que perdió muchos antioxidantes, que son los que previenen el envejecimiento", destaca Irribarra.
Natalia Vega dice que la responsabilidad sobre qué consumimos está en las personas. "Nuestra responsabilidad es leer las etiquetas. La industria y las empresas no mienten, no pueden porque existe mucha fiscalización", reflexiona.
Irribarra complementa con las consecuencias de comer todos los días alimentos ultraprocesados. "En general, esos productos tienen más sodio, jarabe de maíz, fructosa, entre otros, que fomentan el hígado graso y la diabetes. Las grasas sólidas, como el aceite de coco o de palma, aumentan el nivel de colesterol y eso tiene consecuencias cardiovasculares. No porque sea orgánico va a ser más saludable", advierte.
El informe "Seguridad Alimentaria u Nutricional en América Latina y el Caribe 201 9" (https://bit.ly/2MkuxYj), difundido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), asegura que Chile es el segundo país de la región que más come alimentos ultraprocesados cada día. 550 gramos en promedio por persona, para ser exactos.
Un alimento ultraprocesado, explica la ingeniera en alimentos Natalia Vega, es una comida casi imposible de preparar en casa. "Ese término significa que no contienen el alimento como tal, no está completo. Por ejemplo, en tu casa puedes preparar una galleta con harina, azúcar, miel y lo pones en el horno. En cambio, una galleta ultraprocesada tiene mezclas y varios aditivos que no puedes añadirle en casa. No contiene alimentos enteros", asegura.
Por eso, dice Vega, no puedes prepararlos en casa. No existe la tecnología ni las sustancias para realizar la mezcla. Algunos ejemplos, dice, son las bebidas azucaradas, las hamburguesas envasadas, las galletas, las barras de cereal y todo lo que contenga ingredientes que no están considerados como alimentos.
Verónica Irribarra, médica nutrióloga del Programa de Obesidad de la Red de Salud UC Christus, asegura que uno de los mejores alimentos de Chile es el aceite de oliva.
"En general, es extra virgen (primera cosecha). Un aceite que contiene antioxidantes. Es como cuando el vino tiene cosecha. Cuando consumes aceite de muchos años, se pierden esos beneficios. Las personas compran aceite de oliva extranjero, que lleva dos años guardado y que perdió muchos antioxidantes, que son los que previenen el envejecimiento", destaca Irribarra.
Natalia Vega dice que la responsabilidad sobre qué consumimos está en las personas. "Nuestra responsabilidad es leer las etiquetas. La industria y las empresas no mienten, no pueden porque existe mucha fiscalización", reflexiona.
Irribarra complementa con las consecuencias de comer todos los días alimentos ultraprocesados. "En general, esos productos tienen más sodio, jarabe de maíz, fructosa, entre otros, que fomentan el hígado graso y la diabetes. Las grasas sólidas, como el aceite de coco o de palma, aumentan el nivel de colesterol y eso tiene consecuencias cardiovasculares. No porque sea orgánico va a ser más saludable", advierte.