Lucía Colacilli, relacionadora pública, y Matías Rodríguez se van a Argentina a pasar
las fiestas de fin de año. Suben al avión con pena, pero a la vez esperanzados en el
futuro, en el que creen firmemente.
El argentino de 33 años, el defensa más goleador en la historia de Universidad de Chile, tres veces campeón nacional y uno de la Copa Sudamericana, deja el club luego de una década vistiendo su camiseta. No llegó a acuerdo para renovar su contrato con Azul Azul.
"Vivimos en un departamento que no es nuestro, así es que vamos a dejar todo acá y volveremos a ordenar, porque no queremos hacer todo rápido, por lo mismo, por los chicos", dice Lucía sobre los hijos de la pareja, Felicitas (1 0 años) y Juan Martín (8). La niña nació en Argentina, pero llegó de cinco meses a Santiago. Luego tuvieron al pequeño Juan.
-¿Cómo se proyectan ahora como familia?
-Todavía no hablamos con los chicos, porque queremos resolver algunas cosas y, como vienen las vacaciones de verano, eso ayuda a actuar con más calma. Esto es la finalización de un ciclo muy importante para nosotros, porque los chicos ya están más grandes y tienen sus raíces acá, más que en cualquier lado. Entonces es muy duro saber dónde te vas a establecer después.
-¿Después de las fiestas conversarán con Matías si siguen en otro club de Chile o regresan a Argentina?
-En diciembre, cierre de año, surgen cosas, se empieza a mover todo. Nosotros creemos mucho en las energías, que cuando uno quiere algo con fuerza a veces pasa, a veces no, pero tenemos que pensar en nuestra familia, en lo que queremos los cuatro. Nos proyectamos mucho, no era nuestra idea irnos de Chile, tenemos muchas cosas acá, más allá de lo material también tenemos muchos amigos, logramos establecernos, construir cosas y relaciones para toda la vida. Pero el destino nunca está escrito y el camino uno lo va construyendo, y este año ocurrieron cosas, desde lo que pasó en el país y lo que nos pasa internamente. Y si esto está pasando ahora, es por algo y ojalá podamos elegir adónde ir. Sabemos que queda camino todavía, que esto no se termina acá y tal vez es tiempo de un gran cambio, que siempre es con miedo, pero es para mejor. Ahora, ayuda que estemos de vacaciones, que los chicos hayan terminado el ciclo en el cole y que ellos puedan entender que hay un cambio. Lo vamos a sufrir, sí, sí, pero todo lo que hemos vivido es experiencia.
-Es bien estremecedor su relato, Lucía.
-Y eso que ya lloré, jajajá. Lo único que me importa son los chicos y para eso tenemos que estar alineados y en armonía, que es difícil, pero se puede. Imagínate, colegio, amigos, cambio de casa, país. Todo rápido. Es un torbellino.
-¿Algo que le haya calado el alma en estos años ligada a la U y a nuestro país?
-Me quedo con lo bueno, lo aprendido y con todas las personas que nos acompañaron tantos años, algunas pasaron, otras se quedaron y vamos a ver quién sigue el año que viene. La U es un sentimiento, los goles gritados, las frustraciones, los partidos, fueron gritados y sentidos con toda pasión. La U marcó nuestras vidas para siempre, Chile es un país maravilloso que se está transformando y merece estar arriba.
El argentino de 33 años, el defensa más goleador en la historia de Universidad de Chile, tres veces campeón nacional y uno de la Copa Sudamericana, deja el club luego de una década vistiendo su camiseta. No llegó a acuerdo para renovar su contrato con Azul Azul.
"Vivimos en un departamento que no es nuestro, así es que vamos a dejar todo acá y volveremos a ordenar, porque no queremos hacer todo rápido, por lo mismo, por los chicos", dice Lucía sobre los hijos de la pareja, Felicitas (1 0 años) y Juan Martín (8). La niña nació en Argentina, pero llegó de cinco meses a Santiago. Luego tuvieron al pequeño Juan.
-¿Cómo se proyectan ahora como familia?
-Todavía no hablamos con los chicos, porque queremos resolver algunas cosas y, como vienen las vacaciones de verano, eso ayuda a actuar con más calma. Esto es la finalización de un ciclo muy importante para nosotros, porque los chicos ya están más grandes y tienen sus raíces acá, más que en cualquier lado. Entonces es muy duro saber dónde te vas a establecer después.
-¿Después de las fiestas conversarán con Matías si siguen en otro club de Chile o regresan a Argentina?
-En diciembre, cierre de año, surgen cosas, se empieza a mover todo. Nosotros creemos mucho en las energías, que cuando uno quiere algo con fuerza a veces pasa, a veces no, pero tenemos que pensar en nuestra familia, en lo que queremos los cuatro. Nos proyectamos mucho, no era nuestra idea irnos de Chile, tenemos muchas cosas acá, más allá de lo material también tenemos muchos amigos, logramos establecernos, construir cosas y relaciones para toda la vida. Pero el destino nunca está escrito y el camino uno lo va construyendo, y este año ocurrieron cosas, desde lo que pasó en el país y lo que nos pasa internamente. Y si esto está pasando ahora, es por algo y ojalá podamos elegir adónde ir. Sabemos que queda camino todavía, que esto no se termina acá y tal vez es tiempo de un gran cambio, que siempre es con miedo, pero es para mejor. Ahora, ayuda que estemos de vacaciones, que los chicos hayan terminado el ciclo en el cole y que ellos puedan entender que hay un cambio. Lo vamos a sufrir, sí, sí, pero todo lo que hemos vivido es experiencia.
-Es bien estremecedor su relato, Lucía.
-Y eso que ya lloré, jajajá. Lo único que me importa son los chicos y para eso tenemos que estar alineados y en armonía, que es difícil, pero se puede. Imagínate, colegio, amigos, cambio de casa, país. Todo rápido. Es un torbellino.
-¿Algo que le haya calado el alma en estos años ligada a la U y a nuestro país?
-Me quedo con lo bueno, lo aprendido y con todas las personas que nos acompañaron tantos años, algunas pasaron, otras se quedaron y vamos a ver quién sigue el año que viene. La U es un sentimiento, los goles gritados, las frustraciones, los partidos, fueron gritados y sentidos con toda pasión. La U marcó nuestras vidas para siempre, Chile es un país maravilloso que se está transformando y merece estar arriba.