En su casa de Requínoa, 14 minutos al sur de Rancagua, Miguel Pinto decidió entrar
en una dinámica familiar para ordenar la cabeza y organizar el futuro. "A mi
representante le dije que no me llamara hasta la otra semana", cuenta el arquero que
este lunes se despidió de O'Higgins luego de tres años y medio en el club. "En la
conversación con la dirigencia cerramos un ciclo; yo me entregué 100% y ellos
piensan que deben renovar el arco. No tengo ningún problema, lo acepto y le deseo
éxito a la institución", explicó Pinto, de 36 años, que salió del club al igual que el DT
Marco Antonio Figueroa y otros seis futbolistas.
La voz de Pinto es suave y regala un tono entusiasta, pese a que está haciendo trámites de cesante. Dice que la óptica de la vida cambia cuando cuenta con un núcleo familiar fuerte, que integran su esposa, la española Marina Vásquez, y su pequeña hija Emma (dos años recién cumplidos).
"Que mi familia esté bien y mi hija feliz, es lo más importante. Esa es mi forma de tomar las cosas, porque también quiero que mi hija sortee las cosas así, con optimismo", dice Pinto, que ya está curtido en ires y venires, luego de nueve años en la U y seis en México (tres clubes).
-¿Su vida a los 36 tiene otro matiz?
-No, para nada. El cómo te ve la gente por la edad está obsoleto. La edad ya no es un factor determinante. Yo me siento muy bien y capacitado, nunca me pongo a reflexionar en lo que pasará, sigo en carrera, ya me he quedado sin equipo varias veces y sé como son estas situaciones, hay que darse un tiempo de vacaciones, de tranquilidad con la familia y de ahí apuntar a un nuevo objetivo.
-¿Qué le dejó O'Higgins?
-Agradezco al club y a la familia Abumohor. Me voy tranquilo, porque en la despedida me di cuenta del cariño. Estaban más tristes mis compañeros que yo, je. A los jóvenes les dije que siguieran creciendo y que en cinco años capaz que los estuviera dirigiendo.
-¿Siempre resuelve las cosas rápido, sin ahogarse?
-No, pero hay cosas que uno va aprendiendo. Cuando uno está sin club, la calma me ha enseñado que las cosas buenas pueden llegar. No pierdo tiempo estando preocupado porque no sirve de nada. El que no puede dormir es mi representante, je. Le dije que me iba a dar unos días necesarios para descomprimir la cabeza y cerrar el ciclo en O'Higgins. A mi me gustan los desafíos, por eso me escuchas tranquilo, porque veo en el cambio un montón de posibilidades. He hecho bien las cosas.
-¿Siempre fue así?
-Creo que la posición de arquero te enseña a ser así, porque se dan situaciones difíciles en momentos de trabajo y aprendes a tomarlos de otra forma. No es que sea así de los 18 años. Aparte que a esa edad lo más importante era estar en la cima del fútbol, no digo que no siga siendo importante, pero la familia va cobrando fuerza.
-¿Juega con su hija?
-He aprovechado las mañanas para hacer cosas que mi hija hacía con la mamá, porque yo estaba entrenando. Igual está difícil superarla, pero voy a quitarle un poco de espacio y meterme en la pelea, je. A Emma le encanta jugar a todo, a la pelota, a la cocina, con el monopatín, la bicicleta. Y cuando se aburre de mi tiene tres perros.
-¿Y cómo se cuida para mantenerse en buen nivel?
-Desde que volví de México hemos puesto mucho énfasis en el tema físico y la alimentación. En Chile tenemos las mejores marraquetas y los mejores completos y tuve que parar. En este momento estoy súper bien: peso 79 kilos y cuando juego trato de llegar a 80 u 81, porque hay que cargar el tanque antes de jugar. Se carga comiendo carbohidratos el día anterior y eso me da la energía que necesito en los partidos y me asegura una buena recuperación. Conozco las porciones que voy consumiendo. En la pretemporada tuvimos apoyo externo de varios profesionales.
-¿Qué le parece la salida de Johnny Herrera de la U?
-Johnny se puede ir tranquilo, es el portero que más le ha entregado a la U. Escribió la historia del club y eso queda para siempre.
-Usted siempre ha dicho que le gustaría volver a la U
-No es correcto hablar de eso ahora, no es el momento.
-¿Cuál es su reflexión hoy sobre el estallido social?
-Hay días en que ni siquiera quiero ver noticias, porque no me gusta la situación que se está viviendo. Lo que pide la gente es justo, estoy totalmente de acuerdo con las peticiones, vengo de una familia de clase media baja y vi a mis papás cómo les costó salir adelante. La generación de hoy tiene más información al alcance, tiene las fuerzas y las ganas y explotó todo lo que tenía que explotar. Las peticiones son válidas, las marchas también, pero estoy en desacuerdo con la violencia y con destruir la infraestructura de un país maravilloso.
La voz de Pinto es suave y regala un tono entusiasta, pese a que está haciendo trámites de cesante. Dice que la óptica de la vida cambia cuando cuenta con un núcleo familiar fuerte, que integran su esposa, la española Marina Vásquez, y su pequeña hija Emma (dos años recién cumplidos).
"Que mi familia esté bien y mi hija feliz, es lo más importante. Esa es mi forma de tomar las cosas, porque también quiero que mi hija sortee las cosas así, con optimismo", dice Pinto, que ya está curtido en ires y venires, luego de nueve años en la U y seis en México (tres clubes).
-¿Su vida a los 36 tiene otro matiz?
-No, para nada. El cómo te ve la gente por la edad está obsoleto. La edad ya no es un factor determinante. Yo me siento muy bien y capacitado, nunca me pongo a reflexionar en lo que pasará, sigo en carrera, ya me he quedado sin equipo varias veces y sé como son estas situaciones, hay que darse un tiempo de vacaciones, de tranquilidad con la familia y de ahí apuntar a un nuevo objetivo.
-¿Qué le dejó O'Higgins?
-Agradezco al club y a la familia Abumohor. Me voy tranquilo, porque en la despedida me di cuenta del cariño. Estaban más tristes mis compañeros que yo, je. A los jóvenes les dije que siguieran creciendo y que en cinco años capaz que los estuviera dirigiendo.
-¿Siempre resuelve las cosas rápido, sin ahogarse?
-No, pero hay cosas que uno va aprendiendo. Cuando uno está sin club, la calma me ha enseñado que las cosas buenas pueden llegar. No pierdo tiempo estando preocupado porque no sirve de nada. El que no puede dormir es mi representante, je. Le dije que me iba a dar unos días necesarios para descomprimir la cabeza y cerrar el ciclo en O'Higgins. A mi me gustan los desafíos, por eso me escuchas tranquilo, porque veo en el cambio un montón de posibilidades. He hecho bien las cosas.
-¿Siempre fue así?
-Creo que la posición de arquero te enseña a ser así, porque se dan situaciones difíciles en momentos de trabajo y aprendes a tomarlos de otra forma. No es que sea así de los 18 años. Aparte que a esa edad lo más importante era estar en la cima del fútbol, no digo que no siga siendo importante, pero la familia va cobrando fuerza.
-¿Juega con su hija?
-He aprovechado las mañanas para hacer cosas que mi hija hacía con la mamá, porque yo estaba entrenando. Igual está difícil superarla, pero voy a quitarle un poco de espacio y meterme en la pelea, je. A Emma le encanta jugar a todo, a la pelota, a la cocina, con el monopatín, la bicicleta. Y cuando se aburre de mi tiene tres perros.
-¿Y cómo se cuida para mantenerse en buen nivel?
-Desde que volví de México hemos puesto mucho énfasis en el tema físico y la alimentación. En Chile tenemos las mejores marraquetas y los mejores completos y tuve que parar. En este momento estoy súper bien: peso 79 kilos y cuando juego trato de llegar a 80 u 81, porque hay que cargar el tanque antes de jugar. Se carga comiendo carbohidratos el día anterior y eso me da la energía que necesito en los partidos y me asegura una buena recuperación. Conozco las porciones que voy consumiendo. En la pretemporada tuvimos apoyo externo de varios profesionales.
-¿Qué le parece la salida de Johnny Herrera de la U?
-Johnny se puede ir tranquilo, es el portero que más le ha entregado a la U. Escribió la historia del club y eso queda para siempre.
-Usted siempre ha dicho que le gustaría volver a la U
-No es correcto hablar de eso ahora, no es el momento.
-¿Cuál es su reflexión hoy sobre el estallido social?
-Hay días en que ni siquiera quiero ver noticias, porque no me gusta la situación que se está viviendo. Lo que pide la gente es justo, estoy totalmente de acuerdo con las peticiones, vengo de una familia de clase media baja y vi a mis papás cómo les costó salir adelante. La generación de hoy tiene más información al alcance, tiene las fuerzas y las ganas y explotó todo lo que tenía que explotar. Las peticiones son válidas, las marchas también, pero estoy en desacuerdo con la violencia y con destruir la infraestructura de un país maravilloso.