Si todo el sector gastronómico está complicado, ellos lo están aún más, debido a su ubicación, a dos cuadras de Plaza Italia. "Las ventas cayeron a cero, no venía nadie y debíamos estar atentos a los manifestantes violentos. Por un asunto de seguridad de nuestro personal, decidimos cerrar por tres semanas, aunque nunca tuvimos una situación real de peligro", cuenta Patricia.
El impacto del cierre del local de Barón Pierre de Coubertin lo amortiguaron en alguna medida con el local Japón de Nueva Costanera 3835, en Vitacura (IG: @restaurantjaponvitacura), que inauguraron en agosto pasado. "Mientras teníamos cerrado el de Plaza Italia, trasladamos al personal al de Vitacura, lo que nos permitió no despedir a nadie, porque son personas que trabajan hace tiempo con nosotros", explica Patricia.
El miércoles pasado reabrieron, pero entre 12:30 y 1 6:00 horas, a diferencia de antes del estallido, que lo hacían hasta las 23:00 horas. "La gente debe volver a visitarnos, es un lugar seguro y con estacionamiento cerrado", invita Patricia.
El primero de Chile
En 1976, cuando el japonés Masamoto Saotome decidió instalar su restaurante, en Chile casi nadie sabía lo que era el sushi. "Por entonces sólo había, con suerte, comida china, pero existía un nicho de la colonia japonesa, de la embajada y de los ejecutivos de grandes compañías niponas, como la Toyota, la Mitsubishi, etc. Ellos venían a almorzar acá", recuerda Patricia.La historia de Masamoto es la de un japonés patiperro que recorría todo el mundo mochileando, hasta que un día recaló en Chile. "Para sobrevivir él cocinaba en los lugares que visitaba. Cuando llegó le ofrecía sus platos al personal de la embajada japonesa, hasta que una vez se dio la oportunidad de instalar el restaurante en este local de Santiago, donde antes había una cantina de mala muerte", recuerda Patricia.
Desde entonces comenzaron a ofrecer una carta originaria, sin adaptaciones chilensis, como los roll de queso crema, los de pollo o los de carne. "Al comienzo los clientes me pedían que el sushi se los sirviera con harto limón, porque lo confundían con el cebiche. Yo tenía que convencerlos de probar el plato original. Les decía que si no les gustaba, que me lo devolvieran y yo no se los colocaría en la cuenta. Nunca lo hicieron, en todo caso", asegura.
Hoy la carta se mantiene idéntica, con los mismos platos hechos con insumos originales. "Entre muchas otras cosas, tenemos las dos grandes divisiones del sushi: el sashimi, que es pescado fileteado, que puede ser de atún, salmón, anguila, albacora y los pescados blancos frescos que haya en el día. También tenemos el nigiri, que son las bolitas de arroz que llevan algún pescado o marisco", cuenta Guillermo Bertiny, miembro de la familia y socio. "A diferencia del sushi que se come en otras partes, nuestro arroz es japonés y marinado, por lo que en la boca se abre y sientes el grano entero. El arroz en el sushi es el 50% del sabor", explica Bertiny.
Entre los productos originales que ofrecen hay platos como el batera unagi, que es un sushi con capas de salmón, palta, arroz y masago, que son ovas de pez volador, lo que va cubierto de unagi, que son anguilas. El ticket promedio por persona sale $18.000. Sobre las movilizaciones, Patricia dice que debe haber un cambio en Chile. "No creo que alguien no esté de acuerdo con lo que se pide", opina.