Dichos papeleos son los siguientes: certificado de residencia, certificado de ingresos, acreditación de condición de estudiante, certificado para acreditar con quién vive una persona, certificado de título, certificado de rebaja de avalúo fiscal, certificado de estado civil, certificado de sobrevivencia o supervivencia, certificado de régimen patrimonial y eliminación de fotocopias notariadas para reparticiones públicas.
El abogado y conservador de Bienes Raíces de Rancagua comenta que existen leyes vigentes de los años 80 y 90 (artículo 4 de la ley 18.181, artículo único de la ley 19.088) en los cuales la asociación se respaldó para enumerar los diez papeleos anteriormente mencionados. "Esas normas que ya existen prohíben que el Estado le pida a una persona un documento firmado ante notario de una información que maneja y entrega el propio Estado. El Estado debiera estar conectado para traspasarse los documentos. Por ley se establece también que no es necesario pedir una fotocopia autorizada ante notario", detalla Astudillo.
Sobre las declaraciones juradas el notario afirma que el organismo público, que solicita el trámite, está habilitado para recibir una declaración jurada como ministro de fe. No es necesario que esa declaración se haga a través de notario".
Según el abogado, dichas normas no se cumplen y la solicitud de documentos firmados por notarios se ha transformado a lo largo de los años en un "hábito que no es necesario".
-¿Por qué cree que no se cumplen las normativas que impiden la solicitud de esos trámites?
-Desde junio que les estamos pidiendo al ministerio de Justicia que dé aplicación a estas normativas. Nosotros enumeramos diez trámites para empezar, pero podrían ser muchos más.
-¿En qué sentido este tipo de trámites les entorpece el trabajo?
-En algunos casos sí. El notario no puede negarse a hacerlos. Son casos que implican gran afluencia de público.
-¿En qué consiste el certificado de supervivencia?
-Se creó hace muchos años y aún existe. Normalmente tú llevas dos testigos que declaran bajo juramento que te conocen y que tú estás vivo. Lo piden en algunas instituciones. El banco del Estado, por ejemplo, lo pedía cuando aún no se llamaba así.