Arriba de un avión, volando a Barcelona, la seleccionada Beatriz Novoa (18) pasó el
Año Nuevo. ¿La razón? Se irá por tres meses a jugar por el Barça. El vóleibol nacional
no se detiene, mucho menos cuando empieza un año que trae diversos eventos
deportivos en el que son protagonistas. Y empezar en un nuevo equipo es un gran
paso.
Fueron 14 horas de vuelo hasta París para hacer una escala de cuatros horas y continuar hacia España.
Arriba del avión no tuvo problemas en darle un abrazo a una señora que iba sentada a su lado, junto con su hijo. "Estuvo cansador, me costó dormir pero la cena estuvo rica", cuenta. Es su primer Año Nuevo lejos de casa y en un avión.
La voleibolista juega desde los seis años y es parte de la selección nacional desde los doce años, como punta receptora. Recién salida del colegio, ya suma dos equipos profesionales. Anteriormente, estuvo en Neuquén jugando por los Gigantes del Sur, durante tres meses en el verano.
"Cuando me fui a Argentina ya era un sueño hecho realidad. Ahora estoy muy contenta de irme al Barça. Aún es algo que no creo, pero está pasando. Me digo: si, es verdad", recalca Beatriz, quien llegó sin novedades a destino.
Esta segunda experiencia internacional en su corta vida le ha traído aprendizaje constante. "Más que adaptarme, yo voy a jugar, entonces hago lo que más me gusta hacer. Esto hace que me suelte y que sea yo misma. Me siento la persona más feliz del mundo, jugando no me importa nada", asegura la seleccionada. "No echo tanto de menos. Serán tres meses que se pasarán volando. Y cuando vuelva podré contar todo lo lindo que me entregue esta experiencia", agrega.
Este año debía rendir la PSU, que se realizará el 6 y 7 de enero pero por cosas de contrato debió viajar lo más luego posible. "Quizás haga un curso de maquillaje en España. Estudiaré cuando pueda volver a rendir la prueba, no hay apuros". explica. Jugará junto a la selección adulta, ya que "el equipo está segundo en la liga y tengo entendido que para esta temporada querían un equipo más de proyección. La mayoría somos chicas y por eso nos quieren proyectar a crecer como jugadoras".
Fueron 14 horas de vuelo hasta París para hacer una escala de cuatros horas y continuar hacia España.
Arriba del avión no tuvo problemas en darle un abrazo a una señora que iba sentada a su lado, junto con su hijo. "Estuvo cansador, me costó dormir pero la cena estuvo rica", cuenta. Es su primer Año Nuevo lejos de casa y en un avión.
La voleibolista juega desde los seis años y es parte de la selección nacional desde los doce años, como punta receptora. Recién salida del colegio, ya suma dos equipos profesionales. Anteriormente, estuvo en Neuquén jugando por los Gigantes del Sur, durante tres meses en el verano.
"Cuando me fui a Argentina ya era un sueño hecho realidad. Ahora estoy muy contenta de irme al Barça. Aún es algo que no creo, pero está pasando. Me digo: si, es verdad", recalca Beatriz, quien llegó sin novedades a destino.
Esta segunda experiencia internacional en su corta vida le ha traído aprendizaje constante. "Más que adaptarme, yo voy a jugar, entonces hago lo que más me gusta hacer. Esto hace que me suelte y que sea yo misma. Me siento la persona más feliz del mundo, jugando no me importa nada", asegura la seleccionada. "No echo tanto de menos. Serán tres meses que se pasarán volando. Y cuando vuelva podré contar todo lo lindo que me entregue esta experiencia", agrega.
Este año debía rendir la PSU, que se realizará el 6 y 7 de enero pero por cosas de contrato debió viajar lo más luego posible. "Quizás haga un curso de maquillaje en España. Estudiaré cuando pueda volver a rendir la prueba, no hay apuros". explica. Jugará junto a la selección adulta, ya que "el equipo está segundo en la liga y tengo entendido que para esta temporada querían un equipo más de proyección. La mayoría somos chicas y por eso nos quieren proyectar a crecer como jugadoras".