Fernando Manríquez (35), volante histórico de la U de Conce, conducía su
camioneta el miércoles por la tarde cuando recibió el llamado de su representante.
Sin tener idea de lo que se venía, el futbolista puso la conversación en altavoz. "Fer,
vamos a tener que ver otras opciones para este año", se escuchó.
El jugador hizo un esfuerzo para poner cara de póker con la noticia, mientras su mujer Camila Palma (27) volteó la cabeza para ver la reacción del hijo de la pareja, Agustín, de cinco años. "Agus se puso a llorar y decía que no quería ser hincha de otro equipo. La verdad fue súper triste para todos porque llevamos siete años en este club, en esta ciudad", cuenta Camila, todavía con la voz algo temblorosa.
-¿Recién se enteraron el miércoles, Camila?
-Sí, fue súper schockeante. Siempre pensamos que Fernando iba a seguir en la U de Conce. De hecho, no le dio importancia a las otras ofertas. Tal vez si nos hubiesen comentado antes que tenían otras prioridades habría sido distinto. Pero bueno, todo pasa por algo. Tal vez era nuestro momento para partir. Ahora estamos llevándonos las cosas de nuestra casa a Santiago y la idea es que de aquí al domingo se defina el futuro de Fernando. Sólo tenemos agradecimientos al club y al cariño de los hinchas durante estos años.
El clan Manríquez-Palma viajó a Concepción este jueves por la madrugada. Entre tres y seis de la mañana cargaron el auto del cuñado del futbolista con destino a Santiago y durante la tarde repitieron el proceso llenando de maletas y recuerdos la camioneta del jugador.
"Lo ideal es irse lo más rápido para que sea menos doloroso. Yo creo que el sábado nos iremos porque tenemos que despedirnos de todas nuestras amistades, retirar a nuestro hijo del jardín y dejar la casa de Concepción en arriendo", dice Camila, la esposa del ex capitán penquista.
La pareja llegó a la Octava Región en junio de 2013, luego de seis meses previos en Iquique. Camila tenía apenas 18 años. "Acá crecimos y maduramos. En esta ciudad hemos vivido penas tremendas y alegrías gigantes. Perdimos un bebé, estuve con siquiatra. Lo pasé súper mal. Pero después celebramos la llegada de Agustín. Fernando se consolidó futbolísticamente y yo me metí a estudiar enfermería", recuerda la esposa del jugador.
-Ahora les toca reinventarse como familia lejos de su hogar.
-Sí, es la primera vez que nos toca esto. Es súper complejo, el lado B, lo malo del fútbol. Más cuando hay niños de por medio. Es un cambio para toda la familia, porque acá teníamos nuestro hogar, nuestra casa. Me la he llorado toda, al igual que nuestro hijo. Fernando no, pero sé que está dolido y tiene mucha pena. No lo estamos pasando bien.
-¿Su hijo está mejor luego de un día de digerir esta noticia?
-Más o menos. Tratamos de explicarle que esto es un trabajo, pero le cuesta entenderlo. De hecho, quiso venir con nosotros a Concepción para despedirse de sus amigos y de la gente del club. A Agustín le encanta ir al estadio y los hinchas lo adoraban. Lo invitaban a la barra. Eso me marcó mucho, el estar en otra ciudad, lejos de la familia, y que gente que no conoces quieran tanto a tu hijo. Fue muy bonito.
-¿Qué recuerdos se lleva de estos años en la U de Conce?
-La ciudad me encantó. La gente es amorosa y es más tranquilo para manejar. La hinchada es distinta a otras. Cuando al equipo le va mal no critican, sino que apoyan. Echaré de menos a mis amigos de la universidad, a las esposas de los jugadores y mucha gente que no está ligada al fútbol pero que se convirtió en nuestra familia.
-¿Conversaron sobre el futuro de Fernando?
-Lo vamos a seguir donde sea. Fernando siempre me apoyó con los estudios y nosotros hacemos lo mismo con el fútbol. Él tiene ganas de firmar ya y dejarlo todo como siempre ha hecho.
"Cambiarse después de tanto tiempo es súper complejo. Es el lado B, lo malo del fútbol"
El jugador hizo un esfuerzo para poner cara de póker con la noticia, mientras su mujer Camila Palma (27) volteó la cabeza para ver la reacción del hijo de la pareja, Agustín, de cinco años. "Agus se puso a llorar y decía que no quería ser hincha de otro equipo. La verdad fue súper triste para todos porque llevamos siete años en este club, en esta ciudad", cuenta Camila, todavía con la voz algo temblorosa.
-¿Recién se enteraron el miércoles, Camila?
-Sí, fue súper schockeante. Siempre pensamos que Fernando iba a seguir en la U de Conce. De hecho, no le dio importancia a las otras ofertas. Tal vez si nos hubiesen comentado antes que tenían otras prioridades habría sido distinto. Pero bueno, todo pasa por algo. Tal vez era nuestro momento para partir. Ahora estamos llevándonos las cosas de nuestra casa a Santiago y la idea es que de aquí al domingo se defina el futuro de Fernando. Sólo tenemos agradecimientos al club y al cariño de los hinchas durante estos años.
El clan Manríquez-Palma viajó a Concepción este jueves por la madrugada. Entre tres y seis de la mañana cargaron el auto del cuñado del futbolista con destino a Santiago y durante la tarde repitieron el proceso llenando de maletas y recuerdos la camioneta del jugador.
"Lo ideal es irse lo más rápido para que sea menos doloroso. Yo creo que el sábado nos iremos porque tenemos que despedirnos de todas nuestras amistades, retirar a nuestro hijo del jardín y dejar la casa de Concepción en arriendo", dice Camila, la esposa del ex capitán penquista.
La pareja llegó a la Octava Región en junio de 2013, luego de seis meses previos en Iquique. Camila tenía apenas 18 años. "Acá crecimos y maduramos. En esta ciudad hemos vivido penas tremendas y alegrías gigantes. Perdimos un bebé, estuve con siquiatra. Lo pasé súper mal. Pero después celebramos la llegada de Agustín. Fernando se consolidó futbolísticamente y yo me metí a estudiar enfermería", recuerda la esposa del jugador.
-Ahora les toca reinventarse como familia lejos de su hogar.
-Sí, es la primera vez que nos toca esto. Es súper complejo, el lado B, lo malo del fútbol. Más cuando hay niños de por medio. Es un cambio para toda la familia, porque acá teníamos nuestro hogar, nuestra casa. Me la he llorado toda, al igual que nuestro hijo. Fernando no, pero sé que está dolido y tiene mucha pena. No lo estamos pasando bien.
-¿Su hijo está mejor luego de un día de digerir esta noticia?
-Más o menos. Tratamos de explicarle que esto es un trabajo, pero le cuesta entenderlo. De hecho, quiso venir con nosotros a Concepción para despedirse de sus amigos y de la gente del club. A Agustín le encanta ir al estadio y los hinchas lo adoraban. Lo invitaban a la barra. Eso me marcó mucho, el estar en otra ciudad, lejos de la familia, y que gente que no conoces quieran tanto a tu hijo. Fue muy bonito.
-¿Qué recuerdos se lleva de estos años en la U de Conce?
-La ciudad me encantó. La gente es amorosa y es más tranquilo para manejar. La hinchada es distinta a otras. Cuando al equipo le va mal no critican, sino que apoyan. Echaré de menos a mis amigos de la universidad, a las esposas de los jugadores y mucha gente que no está ligada al fútbol pero que se convirtió en nuestra familia.
-¿Conversaron sobre el futuro de Fernando?
-Lo vamos a seguir donde sea. Fernando siempre me apoyó con los estudios y nosotros hacemos lo mismo con el fútbol. Él tiene ganas de firmar ya y dejarlo todo como siempre ha hecho.
"Cambiarse después de tanto tiempo es súper complejo. Es el lado B, lo malo del fútbol"