“Caballo de Troya” es el nombre de la operación. Una serie de imágenes —que no consignaban quién es su autor— circulaban ayer por redes sociales, precisando cada fase de un llamado a interrumpir el desarrollo de la Prueba de Selección Universitaria (PSU). Todo partiría, señalaban, antes de que hoy se abrieran las puertas de los colegios donde cerca de 297 mil postulantes rinden el test de admisión.
La Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), en tanto, propuso diversas formas de protestar: una de ellas, tomarse los liceos durante la madrugada.
Quienes ayer fueron a reconocer las salas donde hoy rendirán las pruebas tenían estos llamados más que presentes. Sin embargo, los observaban con cierta distancia. En el Complejo Educacional Esperanza (Macul), Catalina San Martín señalaba que “encuentro que está bien que cada uno proteste de la manera en que a uno le parezca correcta e intentar no pasar a llevar a los demás”.
A su juicio, el sistema de admisión “tiene muchas falencias, a nivel social discrimina de una manera impresionante, porque para los que no tenemos plata y salimos de colegio municipal, la única opción de entrar a una universidad con gratuidad es hacer preuniversitario e ingeniárselas”. Pese a esto, añadió que si algo interrumpiera la PSU sería “injusto, estarías perjudicando donde más necesitamos salir de esto”.
Coincidía con ella Camila Troncoso, en el mismo recinto. “(Si quieren manifestarse) que lo hagan, pero que no afecten a la gente que en realidad quiere darla porque igual es la única opción para entrar a la universidad”, dijo.
En el Liceo Augusto D'Halmar (Ñuñoa) Javiera Bobadilla expresó un punto de vista similar: “Encuentro que el sistema está mal, que la educación no es justa, pero estamos muy encima para cambiar el proceso (…). No está bien que para esta PSU nos manifestemos, quizás para la siguiente sí”.
Milisén Candia, quien fue a ver su sala en el Colegio El Sembrador (Puente Alto), declaró apoyar las manifestaciones, pero acotó que “mientras la prueba siga existiendo no puedo hacer más nada que rendirla”.
La preocupación era aún mayor entre quienes darán la PSU por segunda vez. “No estaría dispuesto a atrasarme un año más”, dijo Javier Saavedra, en la Escuela E-10 Arturo Prat (Santiago).
Ayer, la presencia policial fue acotada. En locales que visitó “El Mercurio” en Macul, Ñuñoa, Puente Alto, La Florida, Santiago, Recoleta, Renca y Conchalí, había dos carabineros por colegio. Algunos recintos solicitaban el carnet a los jóvenes para ingresar. Otros tenían su acceso liberado.
Darinka Donoso fue con su madre Mitzi Cachaltano y otros parientes. Originalmente, iba a dar la prueba en Puerto Natales, pero por una contingencia familiar debió viajar a Santiago. “No tengo idea cómo llegar”, lamentó. “Tengo incluso la incertidumbre de si la prueba la vamos a poder realizar, quizás no. Ojalá no se tomen la universidad también”, añadió, pesimista. Su madre contó que cuando les explicaron el porqué de la modificación, les señalaron que había “rumores de que se pueden tomar la sede”.
A juicio de Darinka, protestar “es cosa de cada quien”, pero ello no debería perjudicar a otros: “Hay cabros que estuvieron un año completo preparándose, pagaron preuniversitario. Es como si hubiera sido en vano”.
El Consejo de Rectores afirmó que el cambio fue preventivo. Según trascendió, la tendencia de la comunidad escolar a movilizarse habría preocupado a los encargados del proceso. Otro factor habría sido el vínculo de la ACES con el recinto. De allí egresó en 2019 Víctor Chanfreau, uno de los voceros.
A juicio del dirigente estudiantil, tal decisión “es una muestra del miedo que tienen las autoridades ante los secundarios organizados. Ya vieron el 18 de octubre de lo que somos capaces, y ahora se están resguardando de uno de los liceos que se ha movilizado”.
La Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (ACES), en tanto, propuso diversas formas de protestar: una de ellas, tomarse los liceos durante la madrugada.
Quienes ayer fueron a reconocer las salas donde hoy rendirán las pruebas tenían estos llamados más que presentes. Sin embargo, los observaban con cierta distancia. En el Complejo Educacional Esperanza (Macul), Catalina San Martín señalaba que “encuentro que está bien que cada uno proteste de la manera en que a uno le parezca correcta e intentar no pasar a llevar a los demás”.
A su juicio, el sistema de admisión “tiene muchas falencias, a nivel social discrimina de una manera impresionante, porque para los que no tenemos plata y salimos de colegio municipal, la única opción de entrar a una universidad con gratuidad es hacer preuniversitario e ingeniárselas”. Pese a esto, añadió que si algo interrumpiera la PSU sería “injusto, estarías perjudicando donde más necesitamos salir de esto”.
Coincidía con ella Camila Troncoso, en el mismo recinto. “(Si quieren manifestarse) que lo hagan, pero que no afecten a la gente que en realidad quiere darla porque igual es la única opción para entrar a la universidad”, dijo.
En el Liceo Augusto D'Halmar (Ñuñoa) Javiera Bobadilla expresó un punto de vista similar: “Encuentro que el sistema está mal, que la educación no es justa, pero estamos muy encima para cambiar el proceso (…). No está bien que para esta PSU nos manifestemos, quizás para la siguiente sí”.
Milisén Candia, quien fue a ver su sala en el Colegio El Sembrador (Puente Alto), declaró apoyar las manifestaciones, pero acotó que “mientras la prueba siga existiendo no puedo hacer más nada que rendirla”.
La preocupación era aún mayor entre quienes darán la PSU por segunda vez. “No estaría dispuesto a atrasarme un año más”, dijo Javier Saavedra, en la Escuela E-10 Arturo Prat (Santiago).
La convocatoria de los padres
Entre padres, en tanto, se reenviaban un mensaje que convocaba a proteger los puntos de rendición. “No queda otra que uno salir a defender, estoy pensando traer a mi hija y quedarme por acá”, dijo Tatiana Moyano, madre de una joven que rendirá la prueba en el Liceo Darío Salas, en Santiago. Otros tildaron la medida de excesiva, como Paula Rodríguez: “No corresponde a personas naturales estar defendiendo nada. Hay un rol que tiene que cumplir el Estado”.Ayer, la presencia policial fue acotada. En locales que visitó “El Mercurio” en Macul, Ñuñoa, Puente Alto, La Florida, Santiago, Recoleta, Renca y Conchalí, había dos carabineros por colegio. Algunos recintos solicitaban el carnet a los jóvenes para ingresar. Otros tenían su acceso liberado.
Local suspendido
El Liceo Experimental Manuel de Salas (Ñuñoa) iba a cumplir un rol clave, pues recibiría a quienes vinieran de otras sedes o tuvieran algún problema. Sin embargo, esto no se concretó. Cuando jóvenes llegaron ayer al local, se enteraron de que deberían ir a la U. Mayor, en Providencia.Darinka Donoso fue con su madre Mitzi Cachaltano y otros parientes. Originalmente, iba a dar la prueba en Puerto Natales, pero por una contingencia familiar debió viajar a Santiago. “No tengo idea cómo llegar”, lamentó. “Tengo incluso la incertidumbre de si la prueba la vamos a poder realizar, quizás no. Ojalá no se tomen la universidad también”, añadió, pesimista. Su madre contó que cuando les explicaron el porqué de la modificación, les señalaron que había “rumores de que se pueden tomar la sede”.
A juicio de Darinka, protestar “es cosa de cada quien”, pero ello no debería perjudicar a otros: “Hay cabros que estuvieron un año completo preparándose, pagaron preuniversitario. Es como si hubiera sido en vano”.
El Consejo de Rectores afirmó que el cambio fue preventivo. Según trascendió, la tendencia de la comunidad escolar a movilizarse habría preocupado a los encargados del proceso. Otro factor habría sido el vínculo de la ACES con el recinto. De allí egresó en 2019 Víctor Chanfreau, uno de los voceros.
A juicio del dirigente estudiantil, tal decisión “es una muestra del miedo que tienen las autoridades ante los secundarios organizados. Ya vieron el 18 de octubre de lo que somos capaces, y ahora se están resguardando de uno de los liceos que se ha movilizado”.