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Se han cambiado 25 veces de casa para acompañar a sus hijos
Se mueven por el Sector 5 de Reñaca como si fuera el patio de su casa. Maximus (16) y Maddox (11), llevan una vida ligada a las tablas. Mientras el primero se desempeña principalmente en el surf, el pequeño pasa gran parte de su tiempo arriba del skate. Lo primero que llama la atención de los hermanos Petrina -además de la chasca rubia, casi platinada y ojos más claros que el agua-, son sus particulares nombres. Según explica su padre, Matías Petrina, Maximus fue bautizado en honor a la película "Gladiador", obvio, mientras que Maddox significa "hombre valiente" en celta. La más pequeña del clan, Miranda (8) lleva el nombre que le eligieron sus hermanos.

La historia de la familia Petrina-Moreira comienza en Los Angeles, California. Hoy viven en Santiago y desde ahí se mueven a dónde sea necesario. Pero Matías y Gimena se conocieron en Estados Unidos, lejos de sus natales Argentina y Uruguay. Se enamoraron y al poco tiempo tuvieron a Maximus. Sin saberlo, la época prenatal sería clave para lo que hoy viven sus hijos. "Cuando mi mujer estaba embarazada, fuimos a un skate park que estaba en un mall. Veíamos a los niños pequeños con pelo largo, casco, llenos de protecciones y algo nos llevaba a verlos", cuenta el padre.

El romance de Maximus con las tablas tiene su origen cuando apenas tenía cuatro años. Su padrino le regaló un skate pequeño, de juguete. Nunca más lo pudieron parar. "A los cinco mi papá me llevo a la nieve y empecé con el snowboard. Fui cinco veces campeón argentino de snowboard y después siete veces campeón de wakeboard", relata Maximus canchero, con su inconfundible acento argentino.

Maddox creció viendo a su hermano en los distintos deportes de tabla y apenas comenzó a hablar, pedía hacer lo mismo que Maximus. "Le dije a mi hermano: quiero aprender a hacer ese deporte", cuenta el joven de 11 años.

Más de 25 mudanzas contabiliza Matías Petrina. Su posición como dueño de una empresa de sourcing le da la libertad de estar en constante movimiento por el continente. De Los Ángeles -donde nació Maximus-, volvieron a Argentina, donde vivieron en el barrio de San Andrés, en Buenos Aires. Sin embargo, la falta de mar empezó a pasarles la cuenta. Ahí recordaron un lugar al final del mundo que habían visitado en 2010.

"La primera vez que vine a Chile lo hice con miedo por esa rivalidad que alguien inventó entre chilenos y argentinos. Pero la gente te llega y todo lo que hay para hacer al aire libre nos encantó", recuerda Matías. Cavancha, en Iquique, fue el lugar que los enamoró y en 2019, privilegiaron a Chile como opción por sobre todos los lugares donde habían vivido antes: Brasil, Argentina, Uruguay, además de Estados Unidos. Maximus profundiza: "Chile siempre fue una parada obligatoria para poder practicar el surf de manera profesional, es un país perfecto por la calidad de sus olas".

Ya en territorio nacional, se dedicaron a lo suyo. Los hermanos no tuvieron dificultades para encajar. "Me llevo muy bien con los chilenos, tengo varios amigos con los que hemos viajado", cuenta Maximus. "Me gustan los chilenos, la personalidad de la gente, son divertidos, me tratan bien", agrega Maddox. Ambos estudian on-line en un programa de la Embajada Argentina para deportistas de alto rendimiento.

Además, son aclanados. Para el Viña del Mar Open -realizado del 10 al 15 de enero-, la familia completa dijo presente para apoyar a Maximus en la categoría Junior. Matías y Gimena dejan a sus hijos moverse libremente por la playa. Se juntan cuando Maximus salta al mar en su traje de surf. Después de 20 minutos en el agua, haciendo lo que mejor sabe, finaliza segundo en la primera ronda, clasificando a la etapa siguiente.

Cuando el sol ya se apodera por completo de las arenas de Reñaca, un grupo de niñas se acerca a la competencia. Miran a Maximus de lejos y después le piden fotos. El joven accede, pero no se entusiasma. Por ahora, dice que el pololeo está descartado. "Es que viajo mucho, no tengo tiempo para una relación, de verdad no creo que este sea el mejor momento", explica Maximus, que además revela su debilidad por las empanadas de pino: "Lo mejor que he probado".

El futuro para la familia no está del todo escrito. Maddox quiere seguir los pasos de su hermano mayor y concentrarse netamente en el deporte. Además, cree acérrimamente que la pequeña Miranda también continuará con el legado deportista de la familia.

Maximus, en todo caso, aterriza las expectativas: "No tengo sueños, tengo metas. Pero si me preguntas, te diría que quiero seguir en el deporte", dice. Pero espera formar parte de la elite mundial algún día. "Soy un competidor nato, compito en todo lo que me presentes, aunque sea un juego de cartas".

"Soy un competidor nato, compito en todo, aunque sea un juego de cartas"

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