"La última vez que vi a Albertina fue la última vez que ella fue a trabajar al canal. Ese
martes la vi en el horario de almuerzo. Se veía muy contenta. Yo estaba sentada en
el patio y nos saludamos a la distancia. Le tiré una broma, porque iba caminando
extraño. Ella me la devolvió y me tiró un beso de lejos, porque iba apurada a trabajar.
Después, en la noche, pasó lo que pasó en su departamento".
Así recuerda Tamara Salazar, funcionaria del área de documentación de Mega, el último día que compartió con su amiga y colega Albertina Martínez, la asistente de iluminación de 38 años que apareció sin vida dos días después, el jueves 21 de noviembre, en su departamento, ubicado prácticamente al frente del canal. Hasta ahora hay un detenido por el crimen, quien fue formalizado este miércoles por robo con homicidio.
El último trabajo de Albertina en Mega, cuenta Tamara, fue montar la iluminación del estudio donde se grababa el programa "Quién quiere ser millonario". También pertenecía al staff técnico del matinal "Mucho Gusto" y de "Morandé con Compañía".
"El miércoles de esa semana ella tenía libre, por eso nadie del canal se dio cuenta de lo que había pasado. El jueves debía volver a trabajar, pero no llegó. Unos compañeros la fueron a buscar a la casa, y a las 3 de la tarde, cuando fui a almorzar, me contaron que había fallecido", agrega Tamara.
El cuerpo de Albertina fue encontrado por su suegra, quien llegó al departamento con un cerrajero.
Albertina Martínez, la Betty para sus más cercanos y fotoperiodista de profesión, había creado un lazo con sus colegas que se extendía más allá de las murallas de Mega. Ella pertenecía a Las Vikingas, un equipo de fútbol femenino formado, en su mayoría, por trabajadoras del canal. Tamara cuenta que la fotoperiodista era la encargada de conseguir los primeros uniformes del equipo. Había elegido el número 4 para su camiseta.
"Jugaba de defensa, pero no pegaba patadas. Era muy cariñosa en ese sentido. Si le pegaba a alguien, le iba a pedir disculpas al tiro. Siempre llegaba con una sonrisa a cada uno de los partidos y le gustaba buscar equipos rivales para jugar. Le alcanzamos a hacer una camiseta con la 4 y ahora nadie puede usar ese número", afirma Tamara.
"Era buena jugando de defensa. Si bien nosotras no somos muy buenas, en general perdemos, ella igual subía hacia la zona de volantes y a veces hacía goles", agrega Bárbara Valdés, audiovisual del área de prensa del canal, y compañera de Albertina en Las Vikingas.
"El primer asado del equipo fue en la casa de la Albertina", acota Tamara. "Ella prestó el quincho y la terraza. Cuando terminó el asado, nos quedamos tres personas con ella y bajamos a su departamento. Nos quedamos hasta las 4 de la mañana. Nos sirvió unos tecitos, vimos una película y comimos chocolates que tenía escondidos en un cajón. Tenía lleno de dulces", recuerda.
Bárbara y Tamara coinciden en que Albertina era extremadamente cariñosa, de esas personas que abrazan muy fuerte a sus cercanos cuando los saludan. Aunque también era un poco temerosa con todo aquello que no conocía.
"Ella era bien miedosa. Una vez hicimos un partido en Pedro Aguirre Cerda y no quería ir por miedo a que esa comuna fuera peligrosa. Incluso, le pidió a una de las niñas que la fuera a buscar a una estación de Metro. Como venía del sur (Los Ángeles, Región del Biobío) no le gustaba ir a lugares que no conocía", dice Tamara.
La hermana de Albertina, Priscilla Martínez, dice que la fotoperiodista asistió"una o dos veces como máximo" a las concentraciones que hubo en los primeros días del estallido social. Según ella, Albertina iba con su cámara "a plasmar las marchas de una manera más artística".
"A ella siempre se le veía llegar al canal en bicicleta", agrega Tamara. "Aunque siempre cuidaba mucho su imagen. Siempre olía a un perfume rico, con el pelo mojado y se arreglaba sus rulos en el baño. Usaba overol para trabajar en iluminación, pero siempre bien arreglada".
Así recuerda Tamara Salazar, funcionaria del área de documentación de Mega, el último día que compartió con su amiga y colega Albertina Martínez, la asistente de iluminación de 38 años que apareció sin vida dos días después, el jueves 21 de noviembre, en su departamento, ubicado prácticamente al frente del canal. Hasta ahora hay un detenido por el crimen, quien fue formalizado este miércoles por robo con homicidio.
El último trabajo de Albertina en Mega, cuenta Tamara, fue montar la iluminación del estudio donde se grababa el programa "Quién quiere ser millonario". También pertenecía al staff técnico del matinal "Mucho Gusto" y de "Morandé con Compañía".
"El miércoles de esa semana ella tenía libre, por eso nadie del canal se dio cuenta de lo que había pasado. El jueves debía volver a trabajar, pero no llegó. Unos compañeros la fueron a buscar a la casa, y a las 3 de la tarde, cuando fui a almorzar, me contaron que había fallecido", agrega Tamara.
El cuerpo de Albertina fue encontrado por su suegra, quien llegó al departamento con un cerrajero.
Albertina Martínez, la Betty para sus más cercanos y fotoperiodista de profesión, había creado un lazo con sus colegas que se extendía más allá de las murallas de Mega. Ella pertenecía a Las Vikingas, un equipo de fútbol femenino formado, en su mayoría, por trabajadoras del canal. Tamara cuenta que la fotoperiodista era la encargada de conseguir los primeros uniformes del equipo. Había elegido el número 4 para su camiseta.
"Jugaba de defensa, pero no pegaba patadas. Era muy cariñosa en ese sentido. Si le pegaba a alguien, le iba a pedir disculpas al tiro. Siempre llegaba con una sonrisa a cada uno de los partidos y le gustaba buscar equipos rivales para jugar. Le alcanzamos a hacer una camiseta con la 4 y ahora nadie puede usar ese número", afirma Tamara.
"Era buena jugando de defensa. Si bien nosotras no somos muy buenas, en general perdemos, ella igual subía hacia la zona de volantes y a veces hacía goles", agrega Bárbara Valdés, audiovisual del área de prensa del canal, y compañera de Albertina en Las Vikingas.
"El primer asado del equipo fue en la casa de la Albertina", acota Tamara. "Ella prestó el quincho y la terraza. Cuando terminó el asado, nos quedamos tres personas con ella y bajamos a su departamento. Nos quedamos hasta las 4 de la mañana. Nos sirvió unos tecitos, vimos una película y comimos chocolates que tenía escondidos en un cajón. Tenía lleno de dulces", recuerda.
Bárbara y Tamara coinciden en que Albertina era extremadamente cariñosa, de esas personas que abrazan muy fuerte a sus cercanos cuando los saludan. Aunque también era un poco temerosa con todo aquello que no conocía.
"Ella era bien miedosa. Una vez hicimos un partido en Pedro Aguirre Cerda y no quería ir por miedo a que esa comuna fuera peligrosa. Incluso, le pidió a una de las niñas que la fuera a buscar a una estación de Metro. Como venía del sur (Los Ángeles, Región del Biobío) no le gustaba ir a lugares que no conocía", dice Tamara.
La hermana de Albertina, Priscilla Martínez, dice que la fotoperiodista asistió"una o dos veces como máximo" a las concentraciones que hubo en los primeros días del estallido social. Según ella, Albertina iba con su cámara "a plasmar las marchas de una manera más artística".
"A ella siempre se le veía llegar al canal en bicicleta", agrega Tamara. "Aunque siempre cuidaba mucho su imagen. Siempre olía a un perfume rico, con el pelo mojado y se arreglaba sus rulos en el baño. Usaba overol para trabajar en iluminación, pero siempre bien arreglada".