Decreto 67, del 2018, del Ministerio de Educación. Búsquelo en el sitio en Internet de
la Biblioteca del Congreso. Entra a regir este mes y establece
un nuevo criterio para determinar a fin de año qué alumno debe repetir un curso.
Según un documento de este ministerio, que ayuda a los establecimientos a aplicar
esta nueva norma, el objetivo es pasar desde "la repitencia automática a la repitencia
entendida como medida excepcional".
Una asignatura es un ramo, como lenguaje o matemáticas. El módulo generalmente es un conjunto de asignaturas con una característica en común. El decreto establece un mínimo para pasar de curso: reprobar una asignatura o un módulo y tener promedio final anual 4.5, cómo mínimo, o reprobar dos asignaturas o dos módulos o bien una asignatura y un módulo y tener promedio final anual 5.0.
Sin embargo, esto es flexible. El artículo 11 del decreto dice que "los establecimientos educacionales, a través del director y su equipo directivo, deberán analizar la situación de aquellos alumnos que no cumplan con los requisitos de promoción antes mencionados o que presenten una calificación de alguna asignatura que ponga en riesgo la continuidad de su aprendizaje en el curso siguiente, para que, de manera fundada, se tome la decisión de promoción o repitencia de estos alumnos".
La decisión debe sustentarse en un informe que debe considerar los siguientes criterios: el progreso que ha tenido el alumno durante el año, la magnitud de la brecha académica entre el alumno y su grupo curso, las consecuencias que ello pudiera tener para la continuidad de sus aprendizajes en el curso superior y consideraciones de orden socioemocional.
"El Decreto 67/2018 evita que se apliquen reglas automáticamente para todos sin mirar sus historias, contextos, progresos, dificultades y posibilidades específicas, sobre todo cuando las decisiones que se tomen puedan tener consecuencias importantes para ellos a futuro", dice el documento explicativo del Ministerio de Educación, que también conviene revisar.
Las razones del cambio
En enero del 2017, los académicos Cristóbal Villalobos y Consuelo Béjares publicaron un artículo en la revista del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE) de la Universidad Católica. En él citan dos datos de publicaciones mundiales: 1.- Los alumnos que repiten tienen entre 20 y 50 por ciento más de probabilidades de abandonar la secundaria en comparación con sus compañeros que pasaron de curso. 2.- La ventaja que los alumnos experimentan al repetir un curso, porque es una materia que ya vieron, desaparece en los años siguientes y vuelven a tener igual o menor desempeño que sus nuevos compañeros.
"Repetir una vez está relacionado con mayores probabilidades de volver a repetir y abandonar el sistema, además de los perjuicios socioemocionales sobre la autoestima de los estudiantes. En el fondo no remedia lo que supuestamente debería solucionar", cuenta Ernesto Treviño, profesor de la Facultad de Educación, de la Universidad Católica y asesor del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación UNESCO-OREALC. "El aprendizaje profundo se logra con motivación y las amenazas, como la de reprobar, no son la forma de motivar el aprendizaje profundo. Estas suelen llevar a que las personas nos concentremos en salvar el obstáculo, perdiendo de vista la necesidad de aprender", asegura.
Analiza además el rol de los padres. "Los padres son fundamentales en la educación. Sin embargo, los estudiantes con mayores desventajas socioeconómicas suelen vivir en hogares donde los padres tienen dificultades para participar en la escuela. Por lo tanto, no se debe proponer que los padres son el eje fundamental de este proceso, porque esto podría llevar a que se generen mayores desigualdades sobre los estudiantes más desaventajados", advierte.
Bernardo González, académico del departamento de Estudios Pedagógicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, dice que está en juego un cambio profundo. "Se espera que prime otra noción de cómo se educa un estudiante. Un estudiante puede continuar en el nivel siguiente, en la medida en que sostenga los apoyos que le permitan desarrollar aquellas habilidades que no desarrolló en el ciclo anterior", explica.
Un estudiante que repite sufre un daño en su autoestima, que se refleja en su rendimiento futuro. "Es visto como el perdedor, el que no lo logró. La repitencia genera segregaciones internas en los colegios, estigmatiza estudiantes", explica.
Una asignatura es un ramo, como lenguaje o matemáticas. El módulo generalmente es un conjunto de asignaturas con una característica en común. El decreto establece un mínimo para pasar de curso: reprobar una asignatura o un módulo y tener promedio final anual 4.5, cómo mínimo, o reprobar dos asignaturas o dos módulos o bien una asignatura y un módulo y tener promedio final anual 5.0.
Sin embargo, esto es flexible. El artículo 11 del decreto dice que "los establecimientos educacionales, a través del director y su equipo directivo, deberán analizar la situación de aquellos alumnos que no cumplan con los requisitos de promoción antes mencionados o que presenten una calificación de alguna asignatura que ponga en riesgo la continuidad de su aprendizaje en el curso siguiente, para que, de manera fundada, se tome la decisión de promoción o repitencia de estos alumnos".
La decisión debe sustentarse en un informe que debe considerar los siguientes criterios: el progreso que ha tenido el alumno durante el año, la magnitud de la brecha académica entre el alumno y su grupo curso, las consecuencias que ello pudiera tener para la continuidad de sus aprendizajes en el curso superior y consideraciones de orden socioemocional.
"El Decreto 67/2018 evita que se apliquen reglas automáticamente para todos sin mirar sus historias, contextos, progresos, dificultades y posibilidades específicas, sobre todo cuando las decisiones que se tomen puedan tener consecuencias importantes para ellos a futuro", dice el documento explicativo del Ministerio de Educación, que también conviene revisar.
Las razones del cambio
En enero del 2017, los académicos Cristóbal Villalobos y Consuelo Béjares publicaron un artículo en la revista del Centro de Estudios de Políticas y Prácticas en Educación (CEPPE) de la Universidad Católica. En él citan dos datos de publicaciones mundiales: 1.- Los alumnos que repiten tienen entre 20 y 50 por ciento más de probabilidades de abandonar la secundaria en comparación con sus compañeros que pasaron de curso. 2.- La ventaja que los alumnos experimentan al repetir un curso, porque es una materia que ya vieron, desaparece en los años siguientes y vuelven a tener igual o menor desempeño que sus nuevos compañeros.
"Repetir una vez está relacionado con mayores probabilidades de volver a repetir y abandonar el sistema, además de los perjuicios socioemocionales sobre la autoestima de los estudiantes. En el fondo no remedia lo que supuestamente debería solucionar", cuenta Ernesto Treviño, profesor de la Facultad de Educación, de la Universidad Católica y asesor del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación UNESCO-OREALC. "El aprendizaje profundo se logra con motivación y las amenazas, como la de reprobar, no son la forma de motivar el aprendizaje profundo. Estas suelen llevar a que las personas nos concentremos en salvar el obstáculo, perdiendo de vista la necesidad de aprender", asegura.
Analiza además el rol de los padres. "Los padres son fundamentales en la educación. Sin embargo, los estudiantes con mayores desventajas socioeconómicas suelen vivir en hogares donde los padres tienen dificultades para participar en la escuela. Por lo tanto, no se debe proponer que los padres son el eje fundamental de este proceso, porque esto podría llevar a que se generen mayores desigualdades sobre los estudiantes más desaventajados", advierte.
Bernardo González, académico del departamento de Estudios Pedagógicos de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, dice que está en juego un cambio profundo. "Se espera que prime otra noción de cómo se educa un estudiante. Un estudiante puede continuar en el nivel siguiente, en la medida en que sostenga los apoyos que le permitan desarrollar aquellas habilidades que no desarrolló en el ciclo anterior", explica.
Un estudiante que repite sufre un daño en su autoestima, que se refleja en su rendimiento futuro. "Es visto como el perdedor, el que no lo logró. La repitencia genera segregaciones internas en los colegios, estigmatiza estudiantes", explica.