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La vida de Amanda Cibely en México
Amanda Cibely (39 años) va combinando expresiones como "órale" y "no inventes" mientras habla. En sus hábitos alimenticios también se notan los 11 años que lleva viviendo en México. La ex bailarina del grupo Axe Bahía y del programa "Mekano" (Mega) cuenta que a sus hijos Christopher (9) y Thiago (6) les prepara colaciones saludables: "Les doy manzana con chilito (ají) en polvo y pepino con chilito. Acá hay una tasa de obesidad muy grande y ellos tienen que cuidarse desde chiquitos".

La bailarina brasileña lleva diez años casada con el empresario mexicano Fernando Palacio, a quien conoció durante unas vacaciones y por quien dejó Chile. Cuando se instaló en Monterrey, donde vive la familia de él, trabajaba como secretaria de la clínica estética de su suegra, Mavy Palacio. Ella la instó que estudiara y Amanda le hizo caso. Según cuenta, tiene títulos de "nutrición clínica y enfermedades metabólicas, cosmiatría (cosmetología) y medicina del rejuvenecimiento". Eso le permitió independizarse el año pasado e instalar su propio centro de belleza. "La clínica tiene mi nombre y el de mi suegra. Aparte yo hice una sinergia con (la esteticista y fisioterapeuta) Gloria Baeza. Con ella nos conocemos desde Mekano y es mi mamá chilena. Hicimos un intercambio de técnicas y yo en mi centro tengo tratamientos de dermatología estética: bótox, ácido hialurónico y masajes. Trabajo con un médico internista y un endocrinólogo. Mi esposo se encarga de la administración porque yo de números no entiendo mucho", cuenta.

"Espera un poco", sigue Amanda por teléfono. "Niños, no griten, mamá está atendiendo una llamada", agrega y retoma la entrevista. Está como gran parte del mundo haciendo cuarentena en su casa y aprovecha de hacer arreglos. "Nos cambiamos hace tres meses, pero yo seguí trabajando full y había detalles que me faltaban, en eso estoy, y ayudando a mis hijos a estudiar online", explica.

-¿Por qué se cambiaron?
-Nosotros arrendábamos y ahora se dio la oportunidad de poder comprar. Estábamos buscando con mi esposo algo cerca de la clínica y dio la casualidad que encontramos lo que queríamos en Santiago de Nuevo León. Mi clínica está en Monterrey, pero el entorno acá es mucho más lindo. Para que la gente se haga una idea es como vivir en Chicureo y viajar a Santiago: estás cerca de la ciudad, pero tenemos cerros, naturaleza, puntos artesanales. Desde mi nueva casa me demoro 20 minutos en auto a la clínica.

-¿Primera vez que compra una casa?
-Sí, es un sueño que se cumplió. Soy de la idea que hay que caminar conforme el tamaño de tus piernas. No vivimos para aparentar ni para endeudarnos. Mi esposo trabaja como coach de algunos jugadores del Tigres (club de fútbol) y los asesora en temas económicos. Hay jugadores que hacen pésimas inversiones, compran autos y casas muy caros y después se quedan sin dinero para vivir. Él les enseña a mantener los pies en el suelo. Nosotros aplicamos eso mismo en nuestra vida. Me encantan la ropa, los zapatos, tengo cosas de marcas buenas y otras que son de tiendas económicas. Nunca me ha interesado parecer algo que no soy.

La brasileña cuenta que tuvo suerte antes de comprar la casa: "Necesitaba algo cerca de la clínica porque paso metida ahí. En la mañana voy a entrenamiento de fútbol porque juego una vez a la semana, luego paso al gimnasio y de ahí me voy al trabajo hasta la noche. Teníamos lista una propiedad que nos gustaba mucho, cuando íbamos a firmar el contrato de compra empezó a llover y la propiedad se inundó. Los constructores no dicen siempre la verdad para que el negocio les funcione. Un vecino nos alertó y pudimos suspender todo a tiempo. Siento que Dios nos cuida. Después de eso encontramos esta casa por casualidad, y también cumplí otro sueño".

-¿Cuál?
-Desde chica soñé con tener un buen vestidor. Como muchas mujeres tengo muchos zapatos y ropa. Mi cuarto original era muy grande y tenía un clóset muy pequeño. El constructor me ofreció dejarlo como yo quisiera, le pedí que achicara un poco la habitación y me hiciera un walking closet. La cocina también quedó hecha como yo quería. Además, tenemos alberca (piscina), tres dormitorios, lavadero, una escalera de vidrio que me gusta muchísimo y una cochera (estacionamiento) con espacio para tres autos. De verdad que la casa está muy cómoda, pero todavía faltan arreglos por hacer. Dentro de todo lo malo del coronavirus veo el lado positivo y pienso que esta cuarentena me está sirviendo para dejar todos los detalles listos. Quiero terminar el clóset de mis hijos y el de mi esposo. Además, estoy trabajando online, asesorando a los clientes y haciendo presupuestos. Estamos empezando la primavera, viene el verano y muchas están pensando en el bikini que van a lucir en las playas. Mi cabeza nunca para de funcionar. Estoy pensando en nuevos tratamientos.

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