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SweetFran sumó a su mamá en el negocio de lo saludable
Francisca Duarte(@sweetfran) fue de las primeras figuras en usar Instagram para mostrar cómo es llevar un estilo de vida saludable. Gracias a sus rutinas de ejercicios y recetas cosechó un público que hoy es de 409.000 seguidores.

Hace más de tres años abrió un local de 16 M2 en Dos Caracoles, para vender la comida que cocinaba, y hoy SweetFran es una marca que abrió el primer restaurante bajo ese alero en La Reina.

Emplea a unas 22 personas en los tres locales que maneja, que es su trabajo de tiempo completo. Le va bien: vía UberEats recibe unos 100 pedidos diarios, cerca de la mitad del grueso total, aunque no quiere crecer más ni franquiciar.

"El local de La Reina es el que yo siempre hubiese querido, pero ya es suficiente, es demasiada logística. Hay gente que me dice que contrate a un administrador y que delegue, pero yo soy la cara de esto, cualquier cosa que pase la gente me reclama a mí. Si diera una franquicia con mi nombre, sería lo mismo", plantea.

Todas las preparaciones son veganas, se elaboran sin ningún derivado animal, aunque Duarte dice que ese es apenas el 10% de su público. "Prefiero decir que es basado en plantas, saludable y sin frituras".

La mayoría de sus clientes son hombres. "Eso me ha tomado por sorpresa, creo que es por las porciones. Por ejemplo, la lasaña ($3.900) tiene un buen tamaño, para que la gente quede satisfecha y vuelva. Por rico que encuentras algo cuando sales a comer, si no es contundente, no vuelves ".

De los platos que hay en SweetFran sólo uno supera los $5.000. "Antes éramos una cadena súper cortita: yo compraba, cocinaba, vendía y hacía todo, pero vamos a tener que subir un poco, porque mantener un local es diferente a estar sola". ¿Lo más caro en SweetFran? Un sándwich elaborado con la Beyond Burger, de plantas, que cuesta $6.900 y $7.500 en UberEats. "Es que sólo la hamburguesa me cuesta lo mismo que en el supermercado, como $3.000 la unidad".

Una curiosidad: a Duarte no le gusta salir a comer porque es muy fijada en la manera en que se prepara la comida y por qué encuentra que está muy caro. "Encuentro que los precios son estúpidos, no voy a pagar $10.000 por un sándwich".

Se sumó la mamá

En octubre, Patricia Ogino, la mamá de Francisca abrió su propio local "SweetPaty" en Ñuñoa. Vende empanadas de espinaca, berenjenas (SI .800), además de lasaña y pastel de choclo vegano ($2.800).

Ogino trabajó como administrativa toda su vida profesional, buscaba el despido hace un buen rato. Cuando lo logró, la hija le sugirió sumarse al rubro de la comida saludable y le ideó la propuesta, el local lo montó con la indemnización.

"Pensé que una empanadería vegana podría funcionar increíble. Le pusimos "Sweet" porque es una marca a la que la gente le tienen cariño, además, así conservamos la misma línea: saludables, buenos ingredientes y con harina integral", dice Duarte.

El local está frente al Instituto Pedagógico y se hizo con miras de apuntar al público universitario que anda por el sector. "Yo no creía que no iba a funcionar vender empanadas, pero ha andado bien. En un principio era difícil hacerlas 100% integrales, porque se quebraban y también me costó el tema de no echarles aceite y cocinar sin carne", dice Patricia.

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