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César Reyes explica su trabajo contra el Covid-19 en la UCI
La historia de cómo César Reyes terminó trabajando en primera línea contra el coronavirus tiene que ver en buena parte con el fútbol. Hoy, a los 31, es kinesiólogo en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital de Urgencia Asistencia Pública, y como tal se encarga junto a otros colegas de los equipos de ventilación mecánica en los pacientes críticos con Covid-19. Pero hace veinte años, cuando llegó a la Sub 12 de Colo Colo, quería ser futbolista como su padre, que también se llama César Reyes y jugó dos temporadas en el club, en 1975 y 1976.

"Mi papá es el Huevo Reyes, a mí me decían Huevito, pero él era hachero, jugaba de 6. Yo fui 9 goleador en todas las series menores de Colo Colo hasta que debuté como profesional, el 10 de septiembre del 2006 contra Wanderers. En ese equipo estaban Arturo Vidal y Alexis Sánchez, Chupete Suazo, Matías Fernández. Firmé mi primer contrato como profesional, por cuatro años, con un sueldo de quinientos mil pesos, que llegaba a un millón a veces con los premios. No era mucho dinero, pero yo sólo quería jugar. El problema es que jugué poco. Siete u ocho partidos en dos años, no más", cuenta Reyes en un alto de sus intensos turnos en la UCI para hacer frente a la pandemia.

Vive solo en un departamento a un par de cuadras, se lo arrienda a su hermano Hugo. No ve a su familia desde hace un mes. "Mis padres tienen 66 y 65 años y yo estoy en cuarentena por mi trabajo", agrega. El último examen para detectar el virus se lo hizo el día anterior, al sospechar de un contacto riesgoso con uno de sus pacientes: el análisis de la muestra salió negativo. Sabe, sin embargo, que en cualquier momento se puede contagiar. "Todos tenemos un poco de miedo, pero creo que la vida lo pone a uno en el lugar en que tiene que estar llegado el momento", dice.

Reyes decidió que estudiaría kinesiología mucho antes de dejar el fútbol a los 23 años tras un decepcionante paso por Antofagasta: en Colo Colo siempre le llamó la atención lo que hacían los kinesiólogos en la recuperación de los lesionados. Muchos futbolistas lo miran como una opción a futuro y, de hecho, cuando se ganó una beca para entrar a la Universidad Las Américas ya tenía bastante conocimiento adelantado desde su experiencia, pero jamás imaginó que en vez de ayudar a los jugadores a retomar sus carreras acabaría ayudando a las personas a respirar y luchar por sus vidas. La kinesiología tiene tres áreas rehabilitación: neurológica, enfocada en quienes han perdido funcionalidad motora; física, que trata lesiones específicas y es la que conocen a fondo los deportistas; y respiratoria, que asiste a personas con algún tipo de insuficiencia para llenar de aire sus pulmones.

Luego de instalarse con una consulta privada que no lo convenció y un año sabático para aprender inglés en Australia, llegó finalmente a la ex Posta Central con el apoyo de Ingrid, su hermana mayor. "Ella es enfermera y lleva como veinte años aquí, ahora es Jefa de Calidad, se encarga de acreditar los estándares de calidad del hospital. Por Ingrid yo ya sabía que lo que se hace aquí requiere sacrificios y mucha responsabilidad. Veníamos en familia a saludarla a su turno por Pascua y Año Nuevo", sostiene César, quien hizo el recorrido completo como kinesiólogo en la Posta: atendió primero a pacientes de baja complejidad, lo trasladaron a urgencias y después lo subieron a la UCI.

"Estar en la UCI es adrenalínico, más ahora con el Covid-19 que nos obliga día a día a actualizarnos sobre los protocolos, tanto de protección como de estrategias de ventilación. Acá todos los kinesiólogos están preparados para manejar un ventilador mecánico, también nos hacen un ACLS, que es un curso para manejo de paro cardiorrespiratorio. La mayoría de los pacientes que tenemos ahora son Covid. Están pronados, intubados boca abajo. Eso quiere decir que la función respiratoria se deteriora tan drásticamente que la única forma de que el pulmón se oxigene es que tú des vuelta al enfermo. Esto ya es parte del manejo universal del paciente Covid, también lo sedamos para evitar cualquier problema y para que no contagie al personal de salud si le da por toser", explica Reyes, quien integra el Servicio de Medicina Física y Rehabilitación del nuevo hospital HUAP junto a otros 34 kinesiólogos, dos terapeutas ocupacionales, un fonoaudiólogo, un médico fisiatra y una jefa de servicio.

"Nosotros", agrega, "nos encargamos del paciente Covid-19 desde que llega a la urgencia. Le hacemos un torulado nasofaríngeo para tomarle la muestra y lo evaluamos. Un paciente que llega respirando un poco apremiado, digamos con una frecuencia de treinta veces por minuto, queda internado. Una persona normal ventila entre doce y catorce veces por minuto. Esta enfermedad se puede complicar muy rápido. A los dos días puede estar con ventilación mecánica, pronado. Hay que monitorearlo, revisar su elastancia pulmonar, que es la capacidad del pulmón de recuperar su forma cuando respira, que no sea un pulmón duro. También nos toca participar de la intubación y de la extubación de este paciente crítico. La estrategia apunta a extubar, a que el enfermo recupere su función pulmonar previa o a que el daño sea menor, que le permita salir del estado crítico, pero hasta ahora, miércoles 14 de abril, aún no tenemos pacientes extubados de Covid aquí. Hay que crear conciencia, así de grave es esto".

Algo que le da por recordar en estos días a César Reyes es que en su primer año estudiando kinesiología lo invitaron a probar suerte en Barnechea. Él puso como condición seguir en la universidad, pero a mitad de año le cambiaron el entrenador y llegó Mario Salas. Les fue bien, él hizo goles y ascendieron a Primera B: el fútbol volvía a tentarlo. Salas le pidió que dejara la carrera, pero él dijo que no, que prefería ser kinesiólogo. "Creo que fue una buena decisión, ahora sé bien por qué", dice.

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