Hace algunos días, cuando celebraba su cumpleaños número 80 en Croacia, Mirko
Jozic recibió el llamado de Gabriel Mendoza. "Me retó", cuenta el ex jugador albo.
"Me dijo que no entendía cómo me había metido en política, que hay puros
corruptos. Yo le dije que era concejal, nomás, pero me siguió retando. Después
hablamos de muchas cosas, nos acordándonos de anécdotas y terminamos
llorando".
El Coca lo cuenta y se emociona de nuevo: "Es que soy el hijo de Mirko. Él me dijo que yo era el hijo que reemplazaba al muchacho que él crió y que murió en la guerra. ¿Cómo no lo voy a querer? Y me da rabia que no se le haga el homenaje que se merece. Blanco y Negro debería traerlo a Chile este 5 de junio cuando se cumplan 29 años de la Copa Libertadores. Lo propongo públicamente".
Mendoza sabe que la vida pasa y que el tiempo reordena y, a veces, transforma. A él le pasa. Está a punto de cumplir 52 años y de su tiempo de jugador lo único que se niega a cambiar es el largo de su cabello "porque es mi marca, mi sello. Tengo la suerte de que no se me ha caído el pelo, jajajá. Así es que mientras pueda, seguiré con el pelo largo porque es lo que me distingue".
-Otras cosas sí han cambiado. Usted ya es abuelo.
-Sí, tengo una nieta, Agustina, de cinco años, que es hija de Ela, mi hija mayor, de 28. Es mi adoración, aunque la veo poco. Mucho menos de lo que me gustaría. Pero cuando hablamos por teléfono o voy a Graneros y me la pasan, la saco a pasear. Es una princesita y yo la llevo a que se revuelque, jajajá. Me dice "Otro Tata" porque para ella el Tata es su bisabuelo, mi ex suegro. Es nuestro orgullo con la Morenaza. Ella fue muy importante en mi vida y mi nieta lo demuestra.
-También es papá"tardío"
-Sí, tengo una niña de cuatro años, Alejandrita, y ella es lo contrario a Agustina: es una bandida, jajajá. Le encanta jugar con pistolas y a la pelota. Nada de muñecas ni vestiditos. Es como yo cuando era chico.
-¿Es duro ser padre de niños chicos pasados los 50?
-Para mí, no. Yo he vivido esta paternidad muy a concho, dando papas y cambiando pañales. En verdad, con Alejandrita he sido el padre que no fui con el resto de mis hijos.
-¿Siente que quedó en deuda como papá?
-Sí, de alguna manera, porque mi vida como futbolista me llevó a estar ausente. Tuve cinco hijos: dos de mi primera relación, y dos con mi actual pareja, Alejandra Pérez, además de Alejandrita. Y también crié a otro niño como un hijo. Y claro, no tuve el tiempo que hoy tengo con Alejandrita. Pero no estoy arrepentido de lo que fui como futbolista. Fui feliz.
-Todos lo recuerdan por su paso por Colo Colo y la Copa Libertadores de 1991. ¿Fue suficiente para usted para sentirse realizado y pleno?
-Lo de Colo Colo me marcó para siempre y me enorgullece todo lo que logré. Hicimos algo grande que hoy parece imposible de lograr otra vez. Además, de cabro chico fui colocolino y era mi sueño jugar ahí. Pero también me siento bien con todo lo que hice fuera de Colo Colo. Aunque la gente de O'Higgins no me quiera mucho por mi identificación con Colo Colo, ahí debuté, ahí me formé y no lo olvido.
-También jugó afuera. Sao Paulo, en Tigres de México.
-Y creo que anduve bien. En especial en México. Me llevaron a Tigres para ascender y fuimos campeones. Jugué con Claudio Núñez y la rompimos. Pude y debí quedarme, pero volví a Chile.
-Usted se fue a China. ¿Por las lucas?
-Obvio. El futbol allá era re malo. Lo único que salvaban eran las lucas. Además, todo era como en régimen militar. Si un jugador quería ir a un mall, debía pedir permiso.
-¿Cómo le fue en el fútbol?
-No muy bien por culpa del entrenador. El DT era un ruso que no cachaba nada. Resulta que en el primer partido que jugué por Shandong Luneng, mi equipo, la rompí. Me fui por la banda una y otra vez y la gente quedó loca. Pero el ruso pensó que como yo era técnicamente superior al resto, debía jugar de 10 0 de 9 y medio, a lo Rubén Espinoza en Colo Colo 91 . Me fue pésimo. Y el ruso se enojaba conmigo.
-¿Y usted no le alegaba?
-¿Pero cómo? Él le hablaba en ruso a un chino, que luego le hablaba a otro chino para que me hablara en castellano. Que hablaba poquito, además. No entendía ni la mitad de lo que empezaba diciendo el ruso. Por suerte tenía alguien cercano, el uruguayo Pepe Herrera, quien ahora es suegro de Diego Godín. Él me apañó harto. Al final, en China conocí más de lo que jugué.
-¿Comió murciélago?
-Jajajá. La verdad, no lo sé, porque nunca preguntaba qué comía. No quería saben Pero debo haber comido porque en China hay un dicho: "Todo lo que vuela se come, menos los aviones". Y también otro que dice que "todo lo que tiene cuatro patas se come, menos las sillas y las mesas". Me imagino que comí cosas que nunca pensaría comer.
-¿Nunca pidió probar algo?
-Una sola vez y lo hice pensando que algún día, como ahora, alguien me iba a preguntar qué comí en China, jajajá. Pedí culebra. Me la trajeron en sopa. Se parecía al pollo, pero más amarguito.
El Coca lo cuenta y se emociona de nuevo: "Es que soy el hijo de Mirko. Él me dijo que yo era el hijo que reemplazaba al muchacho que él crió y que murió en la guerra. ¿Cómo no lo voy a querer? Y me da rabia que no se le haga el homenaje que se merece. Blanco y Negro debería traerlo a Chile este 5 de junio cuando se cumplan 29 años de la Copa Libertadores. Lo propongo públicamente".
Mendoza sabe que la vida pasa y que el tiempo reordena y, a veces, transforma. A él le pasa. Está a punto de cumplir 52 años y de su tiempo de jugador lo único que se niega a cambiar es el largo de su cabello "porque es mi marca, mi sello. Tengo la suerte de que no se me ha caído el pelo, jajajá. Así es que mientras pueda, seguiré con el pelo largo porque es lo que me distingue".
-Otras cosas sí han cambiado. Usted ya es abuelo.
-Sí, tengo una nieta, Agustina, de cinco años, que es hija de Ela, mi hija mayor, de 28. Es mi adoración, aunque la veo poco. Mucho menos de lo que me gustaría. Pero cuando hablamos por teléfono o voy a Graneros y me la pasan, la saco a pasear. Es una princesita y yo la llevo a que se revuelque, jajajá. Me dice "Otro Tata" porque para ella el Tata es su bisabuelo, mi ex suegro. Es nuestro orgullo con la Morenaza. Ella fue muy importante en mi vida y mi nieta lo demuestra.
-También es papá"tardío"
-Sí, tengo una niña de cuatro años, Alejandrita, y ella es lo contrario a Agustina: es una bandida, jajajá. Le encanta jugar con pistolas y a la pelota. Nada de muñecas ni vestiditos. Es como yo cuando era chico.
-¿Es duro ser padre de niños chicos pasados los 50?
-Para mí, no. Yo he vivido esta paternidad muy a concho, dando papas y cambiando pañales. En verdad, con Alejandrita he sido el padre que no fui con el resto de mis hijos.
-¿Siente que quedó en deuda como papá?
-Sí, de alguna manera, porque mi vida como futbolista me llevó a estar ausente. Tuve cinco hijos: dos de mi primera relación, y dos con mi actual pareja, Alejandra Pérez, además de Alejandrita. Y también crié a otro niño como un hijo. Y claro, no tuve el tiempo que hoy tengo con Alejandrita. Pero no estoy arrepentido de lo que fui como futbolista. Fui feliz.
-Todos lo recuerdan por su paso por Colo Colo y la Copa Libertadores de 1991. ¿Fue suficiente para usted para sentirse realizado y pleno?
-Lo de Colo Colo me marcó para siempre y me enorgullece todo lo que logré. Hicimos algo grande que hoy parece imposible de lograr otra vez. Además, de cabro chico fui colocolino y era mi sueño jugar ahí. Pero también me siento bien con todo lo que hice fuera de Colo Colo. Aunque la gente de O'Higgins no me quiera mucho por mi identificación con Colo Colo, ahí debuté, ahí me formé y no lo olvido.
-También jugó afuera. Sao Paulo, en Tigres de México.
-Y creo que anduve bien. En especial en México. Me llevaron a Tigres para ascender y fuimos campeones. Jugué con Claudio Núñez y la rompimos. Pude y debí quedarme, pero volví a Chile.
-Usted se fue a China. ¿Por las lucas?
-Obvio. El futbol allá era re malo. Lo único que salvaban eran las lucas. Además, todo era como en régimen militar. Si un jugador quería ir a un mall, debía pedir permiso.
-¿Cómo le fue en el fútbol?
-No muy bien por culpa del entrenador. El DT era un ruso que no cachaba nada. Resulta que en el primer partido que jugué por Shandong Luneng, mi equipo, la rompí. Me fui por la banda una y otra vez y la gente quedó loca. Pero el ruso pensó que como yo era técnicamente superior al resto, debía jugar de 10 0 de 9 y medio, a lo Rubén Espinoza en Colo Colo 91 . Me fue pésimo. Y el ruso se enojaba conmigo.
-¿Y usted no le alegaba?
-¿Pero cómo? Él le hablaba en ruso a un chino, que luego le hablaba a otro chino para que me hablara en castellano. Que hablaba poquito, además. No entendía ni la mitad de lo que empezaba diciendo el ruso. Por suerte tenía alguien cercano, el uruguayo Pepe Herrera, quien ahora es suegro de Diego Godín. Él me apañó harto. Al final, en China conocí más de lo que jugué.
-¿Comió murciélago?
-Jajajá. La verdad, no lo sé, porque nunca preguntaba qué comía. No quería saben Pero debo haber comido porque en China hay un dicho: "Todo lo que vuela se come, menos los aviones". Y también otro que dice que "todo lo que tiene cuatro patas se come, menos las sillas y las mesas". Me imagino que comí cosas que nunca pensaría comer.
-¿Nunca pidió probar algo?
-Una sola vez y lo hice pensando que algún día, como ahora, alguien me iba a preguntar qué comí en China, jajajá. Pedí culebra. Me la trajeron en sopa. Se parecía al pollo, pero más amarguito.