Giannina Margas (23) no tiene recuerdos del Mundial de Francia 98 ni tampoco de
su paso por Inglaterra, donde su papá Javier defendió al West Ham United. Cuenta
que recién entendió la magnitud de su carrera al momento de entrar al colegio, luego
de regresar a Chile a comienzos del 2000.
"Cuando chicos mi papá nos llevaba a ver la pretemporada de Colo Colo en Mantagua o íbamos a Juan Pinto Durán cuando entrenaba la Selección. Pero empecé a asociarlo al fútbol en el colegio. Mis compañeros me preguntaban si era jugador. Y terminé de entender lo que logró cuando conocí a mi esposo Nicolás (Peñailillo, jugador de Antofagasta). Él me explicó lo difícil que era llegar a un Mundial y ganar una Copa Libertadores. Ahí le tomé el peso", dice la tercera hija de los seis que tuvo el ex mundialista.
La vida de Giannina, casi sin querer queriendo, ha estado siempre ligada al fútbol. Luego de crecer con la leyenda de las proezas de su padre, la muchacha se emparejó con otro pelotero en abril de 2014. Ocurrió justo un par de meses después del fallecimiento de su hermano Javier en un accidente de moto (30 de noviembre 2013). "Fue súper loco. Nicolás era compañero en Everton de los amigos que andaban con mi hermano el día del accidente. Estos chicos estuvieron muy presentes, acompañándonos como familia o con mensajes en redes sociales durante esos meses duros. Y al parecer Nico me vio en alguna foto. Me agregó, me metió conversa y nos juntamos", recuerda Giannina.
-¿Cree en el dicho de "todo pasa por algo"?
-Siempre he sentido que mi hermano puso a Nico en mi camino. Yo era muy apegada a Javier y cuando conocí a Nico me refugié en él. Sentía que una parte de mi hermano estaba en el Nico. Pero nunca se me había cruzado por la cabeza estar con un futbolista.
-¿Por qué sintió esa conexión con Nicolás?
-Porque los dos estábamos viviendo nuestros respectivos duelos cuando nos conocimos. Yo había perdido a mi hermano y él a su mamá. Poco después perdió a su abuelita. Eran las dos personas que lo criaron, entonces los dos necesitábamos apapacharnos.
-¿Su papá no se opuso?
-Siempre nos ha dejado desenvolvernos en el mundo. Ese es su lema. Se sentó a hablar conmigo y me dijo: "Tú sabes que la vida del futbolista es difícil, tuviste de ejemplo a tu mamá que andaba de un lado para otro. Tienen que ser súper aperradas. Y cuando no toman en serio a una mujer se meten al camarín y hablan de todo. Si usted está dispuesta a hacer eso, bien. Si no, siga su camino" Efectivamente fue así. Con el Nico nos ha tocado estar en Everton, en Iquique y ahora último en Antofagasta. Es una vida un tanto gitana, pero me adapto a todo.
Nicolás Peñailillo y Giannina Margas se casaron en 2019, luego de cuatro años comprometidos. Son padres de Emilia, una niña de tres años y la regalona del tata Javier, quien incluso deja que ella le pinte las uñas y lo maquille. "Estamos contentos con lo que hemos logrado como familia, pero el camino no ha sido fácil", dice ella.
-¿A qué se refiere?
-Al principio de la relación estuvimos con nuestros respectivos duelos. Después, cuando llevábamos ocho meses, quedé embarazada de un niñito. Se llamaba Javier, en honor a mi hermano. Lamentablemente tuve un aborto espontaneo a las 20 semanas. Fue duro. Por otro lado, Nico ha tenido mala suerte en su carrera. Cuando estaba en su mejor momento y lo querían clubes importantes de Santiago, se cortó el ligamento. Más tarde, en Iquique también sufrió otra lesión al mes de llegar. Pese a todo, nuestra relación mejora día a día.
-¿Qué opina de la carrera de su papá ahora?
-Se me infla el pecho cuando alguien me habla de él. Me encanta su forma de ser, que salga de lo normal. Y me gusta la relación que tiene con Nico. ¿Fútbol todo el día en la casa? No me molesta, yo me entretengo en otras cosas, jajajá.
-¿Qué reflexión saca después de una vida ligada al fútbol?
-Es una profesión sacrificada. La gente lo ve desde afuera y dice que ganan mucha plata, pero no ven el sacrificio de dejar a sus familias en fechas importantes o de estar entrenando de lunes a lunes. Tampoco es fácil para la mujer de un futbolista. Uno no sabe con qué te vas a encontrar en cada ciudad que toca ir, hay que cambiar a los niños de colegio, hacer nuevas amistades. Eres esposa, mamá y sicóloga para escucharlos cuando tuvieron un mal día. Todas esas cosas te hacen valorar más a la familia y aprovechar los momentos que podemos estar todos juntos.
"Cuando chicos mi papá nos llevaba a ver la pretemporada de Colo Colo en Mantagua o íbamos a Juan Pinto Durán cuando entrenaba la Selección. Pero empecé a asociarlo al fútbol en el colegio. Mis compañeros me preguntaban si era jugador. Y terminé de entender lo que logró cuando conocí a mi esposo Nicolás (Peñailillo, jugador de Antofagasta). Él me explicó lo difícil que era llegar a un Mundial y ganar una Copa Libertadores. Ahí le tomé el peso", dice la tercera hija de los seis que tuvo el ex mundialista.
La vida de Giannina, casi sin querer queriendo, ha estado siempre ligada al fútbol. Luego de crecer con la leyenda de las proezas de su padre, la muchacha se emparejó con otro pelotero en abril de 2014. Ocurrió justo un par de meses después del fallecimiento de su hermano Javier en un accidente de moto (30 de noviembre 2013). "Fue súper loco. Nicolás era compañero en Everton de los amigos que andaban con mi hermano el día del accidente. Estos chicos estuvieron muy presentes, acompañándonos como familia o con mensajes en redes sociales durante esos meses duros. Y al parecer Nico me vio en alguna foto. Me agregó, me metió conversa y nos juntamos", recuerda Giannina.
-¿Cree en el dicho de "todo pasa por algo"?
-Siempre he sentido que mi hermano puso a Nico en mi camino. Yo era muy apegada a Javier y cuando conocí a Nico me refugié en él. Sentía que una parte de mi hermano estaba en el Nico. Pero nunca se me había cruzado por la cabeza estar con un futbolista.
-¿Por qué sintió esa conexión con Nicolás?
-Porque los dos estábamos viviendo nuestros respectivos duelos cuando nos conocimos. Yo había perdido a mi hermano y él a su mamá. Poco después perdió a su abuelita. Eran las dos personas que lo criaron, entonces los dos necesitábamos apapacharnos.
-¿Su papá no se opuso?
-Siempre nos ha dejado desenvolvernos en el mundo. Ese es su lema. Se sentó a hablar conmigo y me dijo: "Tú sabes que la vida del futbolista es difícil, tuviste de ejemplo a tu mamá que andaba de un lado para otro. Tienen que ser súper aperradas. Y cuando no toman en serio a una mujer se meten al camarín y hablan de todo. Si usted está dispuesta a hacer eso, bien. Si no, siga su camino" Efectivamente fue así. Con el Nico nos ha tocado estar en Everton, en Iquique y ahora último en Antofagasta. Es una vida un tanto gitana, pero me adapto a todo.
Nicolás Peñailillo y Giannina Margas se casaron en 2019, luego de cuatro años comprometidos. Son padres de Emilia, una niña de tres años y la regalona del tata Javier, quien incluso deja que ella le pinte las uñas y lo maquille. "Estamos contentos con lo que hemos logrado como familia, pero el camino no ha sido fácil", dice ella.
-¿A qué se refiere?
-Al principio de la relación estuvimos con nuestros respectivos duelos. Después, cuando llevábamos ocho meses, quedé embarazada de un niñito. Se llamaba Javier, en honor a mi hermano. Lamentablemente tuve un aborto espontaneo a las 20 semanas. Fue duro. Por otro lado, Nico ha tenido mala suerte en su carrera. Cuando estaba en su mejor momento y lo querían clubes importantes de Santiago, se cortó el ligamento. Más tarde, en Iquique también sufrió otra lesión al mes de llegar. Pese a todo, nuestra relación mejora día a día.
-¿Qué opina de la carrera de su papá ahora?
-Se me infla el pecho cuando alguien me habla de él. Me encanta su forma de ser, que salga de lo normal. Y me gusta la relación que tiene con Nico. ¿Fútbol todo el día en la casa? No me molesta, yo me entretengo en otras cosas, jajajá.
-¿Qué reflexión saca después de una vida ligada al fútbol?
-Es una profesión sacrificada. La gente lo ve desde afuera y dice que ganan mucha plata, pero no ven el sacrificio de dejar a sus familias en fechas importantes o de estar entrenando de lunes a lunes. Tampoco es fácil para la mujer de un futbolista. Uno no sabe con qué te vas a encontrar en cada ciudad que toca ir, hay que cambiar a los niños de colegio, hacer nuevas amistades. Eres esposa, mamá y sicóloga para escucharlos cuando tuvieron un mal día. Todas esas cosas te hacen valorar más a la familia y aprovechar los momentos que podemos estar todos juntos.