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Hallan barco mercante otomano de 1630 con fantástica colección de porcelanas chinas intactas
Una expedición de científicos británicos descubrió en la costa del Líbano los restos de un barco mercante hundido el año 1630 con un cargamento de objetos de invaluable valor arqueológico. El naufragio fue localizado en las aguas libanesas a dos kilómetros de profundidad y se trata de un buque mercante otomano de tiempos del sultán Murad IV. Las piezas encontradas por un robot submarino dan pruebas de las primeras rutas marítimas de la seda.

La búsqueda fue llevada adelante por la compañía británica Enigma Recoveries. El navío hundido tiene 43 metros de eslora (largo) y capacidad para 1.000 toneladas de carga. En su interior se encontraban 588 artículos de 14 países, entre los que se cuentan España, India y China. "Las pertenencias de la tripulación incluyen una jarra cerámica con forma de barril procedente de España y un plato de fayenza azul y blanco de Lisboa. También se han hallado unos cuantos reales de plata que ayudaron a datar el naufragio. Es muy probable que un comerciante de la península ibérica viajara en aquel fatídico viaje", explicó a "El Mundo" Sean Kingsley, asesor arqueológico de la empresa Enigma Recoveries.

360 tazas de té

Las piezas arqueológicas, especialmente las provenientes de China, dan cuenta de que el barco es uno de los primeros que recorrió las antiguas rutas de la seda usando vías marítimas. "La pérdida de aquellos comerciantes es hoy un beneficio para la ciencia. En el barco se ha encontrado la primera prueba de una ruta de la seda marítima que conectaba China, India, el golfo Pérsico, el mar Rojo y Occidente hace 390 años", añade Kingsley.

El artículo chino más destacado que se ha rescatado en el naufragio es un juego de 360 tazas de té del último emperador de la dinastía china Ming. De acuerdo con la descripción otorgada por los científicos, las tazas tienen escenas campestres y diseños de flores. Además hay cafeteras de cobre otomanas, tazas de café originarias de Yemen y unas particulares pipas de arcilla, también otomanas, que en aquel tiempo estaban prohibidas por las autoridades islámicas.

Según las investigaciones, antes de naufragar el barco zarpó desde El Cairo, en Egipto, que era una de las ciudades más cosmopolitas de la época y tenía una población que rondada las 300 mil personas. "Era la urbe más rica del imperio y abastecía a Estambul con ingresos que excedían al del resto de provincias. En aquel tiempo era una de las grandes capitales del mundo, un emporio tan cosmopolita como Barcelona o Nueva York hoy", sostiene Kingsley.

Además de los artículos arqueológicos, el navío estaba equipado con armas para la defensa de la carga, porque la ruta era peligrosa: tenía seis cañones preparados para lanzar proyectiles, llamados "bombas sucias", que estaban compuestas por plomo, fragmentos de vidrio y piedras. Los restos del naufragio permanecen en Chipre, aunque ya se descartó que hayan sido ubicados en aguas de ese país. La idea de la compañía de arqueología es que la colección hallada en el barco sea exhibida de manera íntegra en un museo. Eso, después de que se completen los análisis científicos y de ADN para determinar con exactitud el origen y contenido de los objetos.

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