"Lo único que pedía, cuando iba viajando a Temuco, era que hicieran todo lo posible
para poder ver con vida a mi viejita y poder despedirme".
A las 2 de la madrugada del domingo 29 de marzo, Johnny Herrera encendió su celular y vio una docena de mensajes y llamadas perdidas de sus sobrinas, hijas de su hermano Julio. No eran buenas noticias.
"Recuerdo que ese sábado habíamos hablado con la 'Buela Laly', como la llamaba Brunito. Desde hace tiempo que venía con un resfriado. Hablamos todo ese día, pero decidí desconectarme para ver una serie en el departamento. Fue entonces cuando encendí mi celular y vi los mensajes. Llamé a una de mis sobrinas y me contaron que a mi viejita la habían llevado a la clínica Alemana de Temuco porque estaba complicada".
De inmediato el portero de Everton comenzó a ordenar ropa para viajar a la Araucanía, pero tenía que esperar para salir porque había toque de queda. "Como a las tres y media de la mañana hablé con el médico a cargo y le insistí que hicieran todo lo posible por salvar a mi viejita. Sospechaba que podía tener el Covid-19, aunque no lo podían confirmar porque había que esperar el resultado. Me preocupaba que ella ya había tenido neumonía, unas tres veces si no me equivoco. Además que era hipertensa".
Johnny viajó con la esperanza de que doña Gladys Muñoz se recuperaría. "Siempre fue una mujer luchadora y sabía que la pelearía. Siempre tuvo su carácter. A quién iba a salir yo. Tenía tanto carácter seguramente por todos los esfuerzos que tuvo que hacer para criarnos con mi hermano. Con decirte que una vez me sacó la cresta a correazos porque me fueron a acusar que yo estaba jugando con una amiga encerrado en un kiosko a la escondida china. Ahí me dio una zumba. Por mucho tiempo mis amigos me decían 'El Kiosko' por eso. Debo haber tenido unos 10 años".
"El viaje se me hizo eterno a Temuco desde Viña del Mar... Antes de salir de mi departamento, el doctor me dijo que eran escasas las posibilidades que pudiera sobrevivir. Se me vino el cielo encima. Trataba de mantener la calma durante el viaje, pero mi gran temor era no poder despedirme".
Tras manejar casi 800 kilómetros, Herrera dice que llegó a Temuco a contener a su familia. "Mis sobrinas y mi hermano estaban desechos. Por suerte consiguieron ubicarla en una habitación que se había desocupado. Ahí estaba con todos los cuidados. Los médicos me decían que no entendían que estuviera viva todavía. Se sintió mejor ese día domingo, pero en la tarde le vino un bajón, aunque la lograron a estabilizar. Daba pelea la Laly".
Ese día le dijeron que entrara a despedirse de su mamá. "Es duro que te digan entra a despedirte . Entré, era el único autorizado a hacerlo, con todos los resguardos. Doble delantal, doble mascarilla, antiparras, de todo. La pena es que no podía abrazarla, pero conversamos como dos horas. Ahí le decía que tenía que recuperarse porque Brunito lo único que quería era estar con la Buela Laly. Ella estaba consciente y hablamos. Nos quedamos esperanzados porque estaba mejorando. Seguía peleándola, como en toda su vida. Piensa que a ella dos veces se le quemó la casa y se volvió a levantar".
Fue la última vez que la vio. El lunes y martes solo pudo hablar por teléfono con ella. "El gran anhelo de mi vieja era cumplir 80 años y hacer una fiesta a lo grande", dice. El martes, a eso de las diez de la noche, el médico lo llamó para decirle que su madre había fallecido. "Se me vino el mundo encima. Mi viejita no pudo seguir luchando".
El lunes, dice Herrera, le habían confirmado que se había infectado con el Covid-19. "No sabemos cómo se contagió. Había estado viajando durante los últimos meses. Iba a Villarrica, Pucón, Temuco. Quizás ahí se infectó".
El protocolo para la sepultura de los fallecidos por Covid-19 es muy estricto. Por eso, Johnny agradece los gestos que tuvieron con ellos. "La enfermera la maquilló y la dejó muy bonita. Después nos dieron las facilidades de poder enterrarla en su Angol querido. Permitieron que hiciéramos una ceremonia breve y que quedara donde ella quería. Fue un momento duro".
"Es cierto que no pude abrazarla, pero pude compartir con ella hasta el final. Por eso estoy agradecido del doctor y del personal de la clínica. Cuando pase todo esto espero hacerle una ceremonia bonita en la iglesia de Angol y darle una despedida a la altura, como se lo merece la Laly".
Ahora Herrera se encuentra en cuarentena en Viña del Mar. "Lo único que quiero es que pasen los días para estar con mi hijo, con Steffi (su novia) y la familia. Ellos me dejaron todo listo para pasar la cuarentena. De hecho, he bajado un par de kilos. No quiero ni salir al balcón por precaución. Ojalá entiendan que hay que quedarse en la casa. Uno no dimensiona lo que está pasando hasta que le toca vivirlo en carne propia y te meten en una clínica".
A las 2 de la madrugada del domingo 29 de marzo, Johnny Herrera encendió su celular y vio una docena de mensajes y llamadas perdidas de sus sobrinas, hijas de su hermano Julio. No eran buenas noticias.
"Recuerdo que ese sábado habíamos hablado con la 'Buela Laly', como la llamaba Brunito. Desde hace tiempo que venía con un resfriado. Hablamos todo ese día, pero decidí desconectarme para ver una serie en el departamento. Fue entonces cuando encendí mi celular y vi los mensajes. Llamé a una de mis sobrinas y me contaron que a mi viejita la habían llevado a la clínica Alemana de Temuco porque estaba complicada".
De inmediato el portero de Everton comenzó a ordenar ropa para viajar a la Araucanía, pero tenía que esperar para salir porque había toque de queda. "Como a las tres y media de la mañana hablé con el médico a cargo y le insistí que hicieran todo lo posible por salvar a mi viejita. Sospechaba que podía tener el Covid-19, aunque no lo podían confirmar porque había que esperar el resultado. Me preocupaba que ella ya había tenido neumonía, unas tres veces si no me equivoco. Además que era hipertensa".
Johnny viajó con la esperanza de que doña Gladys Muñoz se recuperaría. "Siempre fue una mujer luchadora y sabía que la pelearía. Siempre tuvo su carácter. A quién iba a salir yo. Tenía tanto carácter seguramente por todos los esfuerzos que tuvo que hacer para criarnos con mi hermano. Con decirte que una vez me sacó la cresta a correazos porque me fueron a acusar que yo estaba jugando con una amiga encerrado en un kiosko a la escondida china. Ahí me dio una zumba. Por mucho tiempo mis amigos me decían 'El Kiosko' por eso. Debo haber tenido unos 10 años".
"El viaje se me hizo eterno a Temuco desde Viña del Mar... Antes de salir de mi departamento, el doctor me dijo que eran escasas las posibilidades que pudiera sobrevivir. Se me vino el cielo encima. Trataba de mantener la calma durante el viaje, pero mi gran temor era no poder despedirme".
Si no fuera por ella
"Cuando mis viejos se separaron, mi papá se fue a vivir a Nacimiento. Yo a veces me iba a quedar con él, pero siempre quise estar con mi vieja. Si no es por ella, yo habría estudiado seguramente en Temuco y no hubiera conseguido ser lo que soy. Cuando a los 13 años me fui a Santiago para jugar por la U me compró unos guantes Uhlsport APG, que eran los que usaban los arqueros en esa época. Y también unas zapatillas Nike Air Jordan. Mis compañeros en el colegio que estuve en Maipú alucinaban. Fue uno de los grandes regalos que me dio".Tras manejar casi 800 kilómetros, Herrera dice que llegó a Temuco a contener a su familia. "Mis sobrinas y mi hermano estaban desechos. Por suerte consiguieron ubicarla en una habitación que se había desocupado. Ahí estaba con todos los cuidados. Los médicos me decían que no entendían que estuviera viva todavía. Se sintió mejor ese día domingo, pero en la tarde le vino un bajón, aunque la lograron a estabilizar. Daba pelea la Laly".
Ese día le dijeron que entrara a despedirse de su mamá. "Es duro que te digan entra a despedirte . Entré, era el único autorizado a hacerlo, con todos los resguardos. Doble delantal, doble mascarilla, antiparras, de todo. La pena es que no podía abrazarla, pero conversamos como dos horas. Ahí le decía que tenía que recuperarse porque Brunito lo único que quería era estar con la Buela Laly. Ella estaba consciente y hablamos. Nos quedamos esperanzados porque estaba mejorando. Seguía peleándola, como en toda su vida. Piensa que a ella dos veces se le quemó la casa y se volvió a levantar".
Fue la última vez que la vio. El lunes y martes solo pudo hablar por teléfono con ella. "El gran anhelo de mi vieja era cumplir 80 años y hacer una fiesta a lo grande", dice. El martes, a eso de las diez de la noche, el médico lo llamó para decirle que su madre había fallecido. "Se me vino el mundo encima. Mi viejita no pudo seguir luchando".
El lunes, dice Herrera, le habían confirmado que se había infectado con el Covid-19. "No sabemos cómo se contagió. Había estado viajando durante los últimos meses. Iba a Villarrica, Pucón, Temuco. Quizás ahí se infectó".
Fanática y crítica
Doña Gladys siempre estuvo pendiente de los pasos que dio Johnny en su carrera. Cuando quiso retirarse, "me dijo que no les diera en el gusto a los hue...". Le hablaba claro y si tenía que hacerle alguna crítica, se la hacía. "Cuando me veía más gordito me decía con razón estái atajando poco . Yo era muy apegado a ella. Una vez tuvo un pinche y yo lo odiaba. Siempre fui muy celoso".El protocolo para la sepultura de los fallecidos por Covid-19 es muy estricto. Por eso, Johnny agradece los gestos que tuvieron con ellos. "La enfermera la maquilló y la dejó muy bonita. Después nos dieron las facilidades de poder enterrarla en su Angol querido. Permitieron que hiciéramos una ceremonia breve y que quedara donde ella quería. Fue un momento duro".
"Es cierto que no pude abrazarla, pero pude compartir con ella hasta el final. Por eso estoy agradecido del doctor y del personal de la clínica. Cuando pase todo esto espero hacerle una ceremonia bonita en la iglesia de Angol y darle una despedida a la altura, como se lo merece la Laly".
Ahora Herrera se encuentra en cuarentena en Viña del Mar. "Lo único que quiero es que pasen los días para estar con mi hijo, con Steffi (su novia) y la familia. Ellos me dejaron todo listo para pasar la cuarentena. De hecho, he bajado un par de kilos. No quiero ni salir al balcón por precaución. Ojalá entiendan que hay que quedarse en la casa. Uno no dimensiona lo que está pasando hasta que le toca vivirlo en carne propia y te meten en una clínica".