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Descubren que anticuerpo contra coronavirus del 2003 bloquea el virus del Covid-19
En noviembre de 2002, en la provincia china de Cantón, se detectó un nuevo coronavirus denominado Sars-Cov, y que causaba la enfermedad del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave), cuyos principales síntomas eran fiebre alta, dolores de cabeza y cuerpo, tos seca y neumonía.

Al año siguiente se produjo un brote en el sudeste asiático, y cuando se expandió a Europa, Sudamérica y Estados Unidos, la OMS declaró la pandemia. ¿Le suena?

Hubo cerca de 8.000 infectados, de los cuales falleció el 10%. Afortunadamente, no se propagó de forma masiva y una vez controlado, a nadie le pareció muy necesario seguir avanzando en la creación de una vacuna.

En diciembre de 2019 vino lo que ya sabemos a golpe de porrazo: en Wuhan, otra provincia de China, se detectó otro coronavirus, el causante del famoso Covid-19. De sus primeros análisis se concluyó que era un 80% similar al coronavirus del 2003, al punto que lo bautizaron como Sars-Cov-2.

Tan similares son ambos virus, que algunos creen que si se hubiese terminado de confeccionar una vacuna el 2003, muy probablemente hubiese servido también para combatir a su primo hermano 17 años más tarde. Sin embargo, aún queda mucho margen para recuperar el tiempo perdido.

Un equipo internacional de científicos, algunos de los cuales ya habían hecho una extensa investigación con el Sars-Cov el 2003, realizaron un trabajo conjunto para determinar si alguno de los anticuerpos identificados en aquella oportunidad, obtenidos de pacientes recuperados, podían servir para combatir el Sars-Cov-2.

El trabajo, que fue publicado en la revista Nature, concluye que uno de los anticuerpos, denominado S-309, "neutraliza potentemente" el Sars-Cov-2, en particular, a la proteína spike o proteína S, aquella llave que le permite al virus burlar el cerrojo de la membrana celular, invadirla y multiplicarse adentro.

Fabiola Osorio, académica del Instituto de Ciencias Biomédicas de la Universidad de Chile y presidenta de la Asociación Chilena de Inmunología, explica que cuando se habla de neutralizar al virus, se refiere a que el anticuerpo se adhiere a él, le bloquea la proteína S, y le impide por lo tanto hacer copias de sí mismo.

"Y esta investigación es tan de primer nivel, que no solo logra identificar el anticuerpo, sino que logra obtener una estructura cristalográfica de él. Es decir, se puede saber cómo se une al virus a nivel molecular, y cómo es esta estructura en un espacio tridimensional. Es un nivel de resolución extraordinariamente fino".

Este anticuerpo, que es una proteína, agrega Osorio, podría ser producida a escala masiva y ser administrada en pacientes para prevenir una infección viral. "Es lo que se llama terapia pasiva o administración pasiva de anticuerpos", explica.

O como explica Arturo Borzutzky, jefe de la sección de Inmunología, Alergia y Reumatología Pediátrica de la Escuela de Medicina de la UC: "Estos anticuerpos podrían suministrarse en pacientes con Covid-19 0 también preventivamente en pacientes inmunodeprimidos seleccionados. Por ejemplo, si tienes a un paciente con cáncer y sabes que un familiar suyo dio positivo por el coronavirus, uno podría darle el suero para prevenir que se contagie", dice.

Una de las ventajas de este anticuerpo, agrega Borzutzky, es que es de origen completamente humano, a diferencia de otros anticuerpos que se obtienen de mezclas de humano con ratones, por ejemplo, o de otros animales. "En este caso disminuyen enormemente las posibilidades de que se produzca una alergia, por ejemplo. Las tasas de seguridad son notoriamente mayores".

Otra buena noticia, dice Borzutzky, es que el camino de los anticuerpos es bastante más corto que el de las vacunas, así que es bastante probable que un tratamiento de este tipo "claramente debiera estar disponible antes que las vacunaciones masivas". Aunque los tiempos en estos tres meses se han acelerado tanto, que esto está por verse.

"Por lo general, con los anticuerpos se hace primero una prueba en animales y luego, en una fase 1, con humanos sanos, para verificar que no produzcan ningún daño", dice. "Luego viene un estudio con personas infectadas y si se dan buenos resultados, se irán probando en un número cada vez mayor de personas".

"Otra de las cosas importantes de este estudio", destaca la doctora Osorio, "es que comprueba que la investigación de alto nivel no es un tiempo perdido. Estos investigadores, gracias al trabajo de primera que hicieron con el Sars el 2003, pudieron armar rápidamente una estrategia para este coronavirus. Se ahorraron años de trabajo".

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