"A mis 60 años, si me contagio de coronavirus, las posibilidad de hacer una
neumonía es cercana al 5%; de caer en un ventilador mecánico, del 2%; y de fallecer,
del 1%. Pero si me intuban, las posibilidades de morir parten en 30%. Hoy la muerte
es algo tangible para todos, especialmente para los que somos mayores de 50
años".
El doctor Guillermo Bugedo, eminencia de la medicina intensiva en nuestro país y director del Diplomado en Terapia Ventilatoria de la Universidad Católica, invita a reflexionar sobre la muerte.
Su idea no es que nos pongamos tristes. Al contrario, Bugedo considera que la pandemia del coronavirus nos permite volver a pensar en lo importante: cómo enfocar el rumbo de nuestras vidas y resolver los asuntos pendientes.
-¿Cuáles son sus planes ahora, doctor?
-Todavía no lo sé. Creo que estaré en actividades académicas, por lo menos, hasta los 70 años. Quería disminuir la actividad clínica, pero en este momento es imposible.
-¿Por qué?
-Porque obviamente uno tiene un rol, sobre todo con la gente más joven, no tanto para transmitir conocimientos, sino que para transmitir confianza.
-¿Se refiere a transmitir experiencia?
-Exactamente. Los jóvenes saben una barbaridad, pero de repente desconocen las prioridades y eso es lo que les falta; es lo que te da la experiencia. ¿Qué es lo importante y qué es lo secundario, lo banal? En este momento, la generación de colegas que nos estamos acercando a la jubilación y que trabajamos en medicina intensiva debemos orientar, ordenar a los jóvenes. Y bueno, también estar en primera línea, porque en este momento ha habido un aumento en la actividad asistencial tremendo.
-Usted dice que la experiencia ayuda a distinguir lo importante de lo banal. ¿Qué es lo esencial en la medicina hoy?
-Saber cuándo intubar. A qué paciente. Cuándo esperar y cuándo no. A veces no es necesario intubar al tiro. Si tú intubas, el paciente puede estar fácilmente 10 días conectado al ventilador, pero en ocasiones basta con observarlo un día y de repente al quinto día se va a la casa. Hoy no es el momento para solo guiarse con los clásicos criterios de intubación, porque esta es una enfermedad nueva. Esa es una cosa.
-¿Cuál es la otra?
-Saber cuándo detenerse. En el caso del paciente que lleva conectado dos semanas en el ventilador, que está con falla respiratoria, que se empieza a sumar compromiso del riñón o de otras funciones del organismo, hay que saber cuándo llamar a los familiares y decirles que limitemos las medidas. Esa maniobra, además, te va a permitir tener un ventilador disponible.
-Debe ser un momento terrible para los médicos.
-Incluso como médicos nos cuesta mucho hablar de la muerte. Y es algo que es parte de la formación del intensivista, tenemos seminarios al respecto. No basta solo con saber las partes técnicas, cómo mejorar el flujo sanguíneo y la función cerebral. Es importante tener claro cuándo uno debe detenerse. Porque entremedio de la intubación y la suspensión de medidas hay toda una cantidad de decisiones fuertes: usar esteroides, cambiar antibióticos, permitir la ventilación espontánea, continuar con la sedación profunda, hacer traslados a topografías computarizadas, que son riesgosos.
-¿Por qué es tan importante conversar sobre la muerte?
-Porque te permite, además, tomar decisiones anticipadas. Hay gente que puede creer, por ejemplo, que los vamos a mejorar con el ventilador mecánico si llegan a tener una falla respiratoria. Y no es así. El ventilador puede ser terrible. Si tienes patologías debilitantes, tus posibilidades de recuperarte son mínimas. Entonces es bueno tomar decisiones anticipadas, cosa que a la hora de llegar a la urgencia, las decisiones no la tomen los médicos urgencistas por ti, porque ellos van a seguir lo que dicen el libro: intúbalo, nomás. En la ausencia de voluntades, anticipas; los médicos optamos por la vida.
El doctor Guillermo Bugedo, eminencia de la medicina intensiva en nuestro país y director del Diplomado en Terapia Ventilatoria de la Universidad Católica, invita a reflexionar sobre la muerte.
Su idea no es que nos pongamos tristes. Al contrario, Bugedo considera que la pandemia del coronavirus nos permite volver a pensar en lo importante: cómo enfocar el rumbo de nuestras vidas y resolver los asuntos pendientes.
Planes concretos
"Hablando de la muerte, uno aprende a gozar más la vida. Algunos creen que será un descanso bonito. Otros le tienen miedo, pero tomar conciencia de que somos mortales nos permite aprovechar el día a día. Por ejemplo, yo ya no me hago planes de 30 años. Me pongo planes de 5. Ahora pienso qué voy a ser cuando tenga 65. Si jubilaré o no, por ejemplo", ilustra Bugedo.-¿Cuáles son sus planes ahora, doctor?
-Todavía no lo sé. Creo que estaré en actividades académicas, por lo menos, hasta los 70 años. Quería disminuir la actividad clínica, pero en este momento es imposible.
-¿Por qué?
-Porque obviamente uno tiene un rol, sobre todo con la gente más joven, no tanto para transmitir conocimientos, sino que para transmitir confianza.
-¿Se refiere a transmitir experiencia?
-Exactamente. Los jóvenes saben una barbaridad, pero de repente desconocen las prioridades y eso es lo que les falta; es lo que te da la experiencia. ¿Qué es lo importante y qué es lo secundario, lo banal? En este momento, la generación de colegas que nos estamos acercando a la jubilación y que trabajamos en medicina intensiva debemos orientar, ordenar a los jóvenes. Y bueno, también estar en primera línea, porque en este momento ha habido un aumento en la actividad asistencial tremendo.
-Usted dice que la experiencia ayuda a distinguir lo importante de lo banal. ¿Qué es lo esencial en la medicina hoy?
-Saber cuándo intubar. A qué paciente. Cuándo esperar y cuándo no. A veces no es necesario intubar al tiro. Si tú intubas, el paciente puede estar fácilmente 10 días conectado al ventilador, pero en ocasiones basta con observarlo un día y de repente al quinto día se va a la casa. Hoy no es el momento para solo guiarse con los clásicos criterios de intubación, porque esta es una enfermedad nueva. Esa es una cosa.
-¿Cuál es la otra?
-Saber cuándo detenerse. En el caso del paciente que lleva conectado dos semanas en el ventilador, que está con falla respiratoria, que se empieza a sumar compromiso del riñón o de otras funciones del organismo, hay que saber cuándo llamar a los familiares y decirles que limitemos las medidas. Esa maniobra, además, te va a permitir tener un ventilador disponible.
-Debe ser un momento terrible para los médicos.
-Incluso como médicos nos cuesta mucho hablar de la muerte. Y es algo que es parte de la formación del intensivista, tenemos seminarios al respecto. No basta solo con saber las partes técnicas, cómo mejorar el flujo sanguíneo y la función cerebral. Es importante tener claro cuándo uno debe detenerse. Porque entremedio de la intubación y la suspensión de medidas hay toda una cantidad de decisiones fuertes: usar esteroides, cambiar antibióticos, permitir la ventilación espontánea, continuar con la sedación profunda, hacer traslados a topografías computarizadas, que son riesgosos.
-¿Por qué es tan importante conversar sobre la muerte?
-Porque te permite, además, tomar decisiones anticipadas. Hay gente que puede creer, por ejemplo, que los vamos a mejorar con el ventilador mecánico si llegan a tener una falla respiratoria. Y no es así. El ventilador puede ser terrible. Si tienes patologías debilitantes, tus posibilidades de recuperarte son mínimas. Entonces es bueno tomar decisiones anticipadas, cosa que a la hora de llegar a la urgencia, las decisiones no la tomen los médicos urgencistas por ti, porque ellos van a seguir lo que dicen el libro: intúbalo, nomás. En la ausencia de voluntades, anticipas; los médicos optamos por la vida.