Niños, encierro, exceso de energía, padres teletrabajando. Parece una pésima
combinación y sí, a veces lo es, pero cuando los más chicos de la familia reciben un
poco de la atención que requieren todo fluye mejor.
La gracia es hacerlo a tiempo, dice Rukmini Becerra-Lubies, doctora en Educación de la Universidad de Washington, para no terminar en un berrinche o en esas odiosas pataletas, que al final le arruinan el ánimo a toda la familia. Recalca que primero hay que entender que los niños menores de 6 años, especialmente entre los 2 y 4, están en un proceso de desarrollo cognitivo, sicológico y emocional que en un contexto normal, sin pandemia, ya es intenso, donde sienten emociones que ni ellos mismos pueden controlar.
"Ellos también tienen que lidiar con papás más estresados, ocupados todo el día y que no sueltan el computador por el teletrabajo. Son padres diferentes. En el contexto actual, una de las principales razones por la que un niño puede hacer una pataleta es porque está aburrido, encerrado y no tiene nada que hacer. Una sugerencia es buscar momentos de conexión con los niños. Hablo de conectarse, no precisamente de jugar o andar buscándoles panoramas todo el día", describe la académica del Campus Villarrica de la Universidad Católica.
Becerra-Lubies asegura que basta que esta conexión se dé por unos 15 minutos. Pero para eso, hay que dejar de lado el celular o las labores domésticas: el niño debe tener claro que tras ese tiempo volverá a jugar solo. "Después de esos 15 minutos el niño queda tranquilo, porque se entretuvo y se sintió visto. Se pueden buscar 3 0 4 momentos en el día para hacer esa conexión", sugiere.
-¿Qué más pueden hacer los padres?
-Este es un contexto en que los niños reciben muchos "no" como respuesta. Todo el tiempo les decimos cosas como "no puedes ir al parque" o "no puedes visitar a la abuela". Es importante poder decirles "sí" y que se sientan incorporados en las decisiones familiares. Por ejemplo, que algunos días ellos elijan qué almorzar: ofrecerles 3 opciones y que ellos decidan.
Si la pataleta ya llegó con toda su fuerza, la académica da un consejo: "Mandar al niño a la pieza es más bien un castigo, considerando que está enojado, con pena y rabia. Es el peor momento para tratar que aprenda algo o que no vuelva a hacer lo que hizo, porque está con emociones que no puede controlar. Es mejor enfocarse en uno mismo, en que nosotros estamos enojados y frustrados con la pataleta. Si uno cree que va a terminar gritando, es mejor irse a otra habitación, tomar agua y respirar. Si uno ya está calmado la pataleta va a parecer menos terrible".
La gracia es hacerlo a tiempo, dice Rukmini Becerra-Lubies, doctora en Educación de la Universidad de Washington, para no terminar en un berrinche o en esas odiosas pataletas, que al final le arruinan el ánimo a toda la familia. Recalca que primero hay que entender que los niños menores de 6 años, especialmente entre los 2 y 4, están en un proceso de desarrollo cognitivo, sicológico y emocional que en un contexto normal, sin pandemia, ya es intenso, donde sienten emociones que ni ellos mismos pueden controlar.
"Ellos también tienen que lidiar con papás más estresados, ocupados todo el día y que no sueltan el computador por el teletrabajo. Son padres diferentes. En el contexto actual, una de las principales razones por la que un niño puede hacer una pataleta es porque está aburrido, encerrado y no tiene nada que hacer. Una sugerencia es buscar momentos de conexión con los niños. Hablo de conectarse, no precisamente de jugar o andar buscándoles panoramas todo el día", describe la académica del Campus Villarrica de la Universidad Católica.
Becerra-Lubies asegura que basta que esta conexión se dé por unos 15 minutos. Pero para eso, hay que dejar de lado el celular o las labores domésticas: el niño debe tener claro que tras ese tiempo volverá a jugar solo. "Después de esos 15 minutos el niño queda tranquilo, porque se entretuvo y se sintió visto. Se pueden buscar 3 0 4 momentos en el día para hacer esa conexión", sugiere.
-¿Qué más pueden hacer los padres?
-Este es un contexto en que los niños reciben muchos "no" como respuesta. Todo el tiempo les decimos cosas como "no puedes ir al parque" o "no puedes visitar a la abuela". Es importante poder decirles "sí" y que se sientan incorporados en las decisiones familiares. Por ejemplo, que algunos días ellos elijan qué almorzar: ofrecerles 3 opciones y que ellos decidan.
Si la pataleta ya llegó con toda su fuerza, la académica da un consejo: "Mandar al niño a la pieza es más bien un castigo, considerando que está enojado, con pena y rabia. Es el peor momento para tratar que aprenda algo o que no vuelva a hacer lo que hizo, porque está con emociones que no puede controlar. Es mejor enfocarse en uno mismo, en que nosotros estamos enojados y frustrados con la pataleta. Si uno cree que va a terminar gritando, es mejor irse a otra habitación, tomar agua y respirar. Si uno ya está calmado la pataleta va a parecer menos terrible".