"Nos tocó enfrentar, hace como tres semanas, los momentos más críticos, por falta
de insumos", recuerda la doctora Patricia García, jefa del Laboratorio de
Microbiología del Servicio de Laboratorios Clínicos de la Red de Salud UC Christus,
que hace exámenes de Reacción en Cadena de la Polimerasa (PCR), para establecer
si una persona está contagiada con el nuevo coronavirus.
Primero fueron las tórulas, hisopos o varillas con algodón en sus extremos, para sacar algo de secreción de la nariz de una persona. "Todas las empresas que las vendían en Chile se las compraban a un solo proveedor, que es italiano. Era el momento del peak en Italia, con la mayor mortalidad y el mayor número de casos diarios, y obviamente la empresa suspendió sus exportaciones, un poco porque tenían que dejar en su país las reservas de sus materiales", explica García, también profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica.
Luego fue el medio de transporte, el líquido en el que debe introducirse la tórula con la muestra de secreción. "Se acabó en todo el país. Como Universidad Católica, empezamos a hacer", recuerda.
Para más remate, también escasearon los kits de PCR, que son básicamente unas cajas con frascos que contienen líquidos reactivos para someter a pruebas esa muestra de secreción y rastrear ARN o material genético del virus. "Es como una haba, que tiene piel. El material genético es la haba peladita. Extraer el ARN es sacarle la cáscara al virus. Uno tiene que romper la cáscara, para recuperar el material genético, sin dañarlo. Una vez que uno lo tiene sin cáscara, viene la amplificación", explica. Es tan pequeña la muestra que para ser analizada debe agrandarse químicamente.
Académicos e investigadores de la Universidad Católica habían formado mesas de trabajo, para desarrollar ideas que permitieran enfrentar mejor la emergencia. El laboratorio de la doctora García comenzó a trabajar con el equipo de Rodrigo Gutiérrez, bioquímico y biólogo molecular, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica y director alterno del Instituto Milenio de Biología Integrativa. "Uno de los problemas que se veía, hasta hace pocos días, era que los proveedores no iban a dar abasto para vender estos kits en Chile, lo cual iba a limitar la capacidad que testeo que tenemos", explica Gutiérrez.
Los kits son fabricados por varios laboratorios en el mundo. La gracia es que simplifican el trabajo, pero no son imprescindibles. "Uno va a un supermercado y compra, por ejemplo, un sobre para hacer un queque instantáneo. Se pone en agua y se cocina. Los kits son algo parecido. Venden todo lo necesario para hacer la extracción de ARN", explica.
El equipo de Gutiérrez desarrolló un método estándar para hacer una PCR, pero artesanal, por así decirlo. "Partieron haciendo los primeros ensayos con saliva de ellos mismos", cuenta la doctora García. Luego trabajaron con muestras positivas del virus que el laboratorio de ella les proporcionó.
"Lo que nosotros hicimos fue hacer una receta, un procedimiento que no requiere de estos kits comerciales, para poder continuar haciendo el testeo", cuenta Gutiérrez. "Esto es un poco volver a los 80. Es algo que hacíamos de manera rutinaria en los laboratorios hace tiempo, antes de que los kits comerciales se masificaran. Básicamente es utilizar elementos o reactivos químicos bastante simples, que están disponibles el cualquier laboratorio de biología molecular", explica.
La receta incluye los reactivos necesarios, sus dosis justas y los tiempos de incubación de las muestras en los distintos pasos.
El procedimiento, que es más barato que usar kits, está disponible para todos los interesados. "Ya se está distribuyendo. Lo han pedido por WhatsApp, por mail", cuenta Gutiérrez. En pocos días también publicarán el trabajo, para que cualquier laboratorio del mundo lo pueda a aplicar. "Toda Sudamérica va a tener este mismo problema, porque los kits se están quedando en el Hemisferio Norte", explica.
Primero fueron las tórulas, hisopos o varillas con algodón en sus extremos, para sacar algo de secreción de la nariz de una persona. "Todas las empresas que las vendían en Chile se las compraban a un solo proveedor, que es italiano. Era el momento del peak en Italia, con la mayor mortalidad y el mayor número de casos diarios, y obviamente la empresa suspendió sus exportaciones, un poco porque tenían que dejar en su país las reservas de sus materiales", explica García, también profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad Católica.
Luego fue el medio de transporte, el líquido en el que debe introducirse la tórula con la muestra de secreción. "Se acabó en todo el país. Como Universidad Católica, empezamos a hacer", recuerda.
Para más remate, también escasearon los kits de PCR, que son básicamente unas cajas con frascos que contienen líquidos reactivos para someter a pruebas esa muestra de secreción y rastrear ARN o material genético del virus. "Es como una haba, que tiene piel. El material genético es la haba peladita. Extraer el ARN es sacarle la cáscara al virus. Uno tiene que romper la cáscara, para recuperar el material genético, sin dañarlo. Una vez que uno lo tiene sin cáscara, viene la amplificación", explica. Es tan pequeña la muestra que para ser analizada debe agrandarse químicamente.
Académicos e investigadores de la Universidad Católica habían formado mesas de trabajo, para desarrollar ideas que permitieran enfrentar mejor la emergencia. El laboratorio de la doctora García comenzó a trabajar con el equipo de Rodrigo Gutiérrez, bioquímico y biólogo molecular, académico de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad Católica y director alterno del Instituto Milenio de Biología Integrativa. "Uno de los problemas que se veía, hasta hace pocos días, era que los proveedores no iban a dar abasto para vender estos kits en Chile, lo cual iba a limitar la capacidad que testeo que tenemos", explica Gutiérrez.
Los kits son fabricados por varios laboratorios en el mundo. La gracia es que simplifican el trabajo, pero no son imprescindibles. "Uno va a un supermercado y compra, por ejemplo, un sobre para hacer un queque instantáneo. Se pone en agua y se cocina. Los kits son algo parecido. Venden todo lo necesario para hacer la extracción de ARN", explica.
El equipo de Gutiérrez desarrolló un método estándar para hacer una PCR, pero artesanal, por así decirlo. "Partieron haciendo los primeros ensayos con saliva de ellos mismos", cuenta la doctora García. Luego trabajaron con muestras positivas del virus que el laboratorio de ella les proporcionó.
"Lo que nosotros hicimos fue hacer una receta, un procedimiento que no requiere de estos kits comerciales, para poder continuar haciendo el testeo", cuenta Gutiérrez. "Esto es un poco volver a los 80. Es algo que hacíamos de manera rutinaria en los laboratorios hace tiempo, antes de que los kits comerciales se masificaran. Básicamente es utilizar elementos o reactivos químicos bastante simples, que están disponibles el cualquier laboratorio de biología molecular", explica.
La receta incluye los reactivos necesarios, sus dosis justas y los tiempos de incubación de las muestras en los distintos pasos.
El procedimiento, que es más barato que usar kits, está disponible para todos los interesados. "Ya se está distribuyendo. Lo han pedido por WhatsApp, por mail", cuenta Gutiérrez. En pocos días también publicarán el trabajo, para que cualquier laboratorio del mundo lo pueda a aplicar. "Toda Sudamérica va a tener este mismo problema, porque los kits se están quedando en el Hemisferio Norte", explica.