En Pucón, desde el hotel Newen, propiedad de su suegra, donde vive con su novio y sus hijos, Karin hace un resumen de lo que fue de ella en este tiempo: "Desde que salí de MasterChef han pasado muchas cosas. En ese entonces tenía un pololo brasileño y nos fuimos a vivir a Laguna Verde (Región de Valparaíso), súper hippie. Terminamos y empecé a trabajar en cocinas de Valparaíso. También estuve en un restaurante de San Pedro como garzona, ahí aprendí mucho. Después trabajé con un pakistaní en una empresa de snacks, yo era su traductora, aprendí mucho de la cocina de oriente con él".
Tras eso, hace 2 años, se fue a Pucón. Ahí conoció a su pololo actual, Philip Mathews. "Es tatuador, artista y cocina increíble. Quedé embarazada de mi segundo hijo (ya tenía a Matías de 12) y nos fuimos a Santiago para tenerlo. Ahí estuve dos meses hospitalizada". Cuenta que un día saliendo del trabajo, en plena crisis social, "tuve problemas con las lacrimógenas. Tuve rotura espontánea de membrana a las 28 semanas de gestación, mi hijo nació prematuro, pero ahora todo bien". Esa fue una de las razones que la movieron para volver a Pucón, en marzo, cuando se desencadenó la pandemia. "Mi hijo, que se llama Lobbo, va a cumplir ahora seis meses y queríamos darle otro aire, otra vida. Esta es mi familia ahora y la cuido mucho".
-¿Y cómo es su vida en Pucón?
-Amo Pucón, amo está vida en la naturaleza. La mamá de mi pololo tiene el hotel Newen, donde vivimos (en el centro de la ciudad), y otra casa ubicada en los cerros. Ella es americana y tiene una mentalidad súper activa con respecto a lo que viene, así que tratamos de llevar una vida autosustentable.
-¿De qué se trata eso, Karin?
-Tenemos nuestra huerta, un montón de verduras. También empezamos a hacer nuestras propias conservas de salsa pomodoro con tomates de la huerta muy maduros. Vamos a tener nuestras gallinas y mi suegra quiere comprar una vaca. Empezamos a hacer nuestras propias pastas frescas como fetuccini, spaghetti de espinaca, betarraga, al huevo y de zapallo. Todo esto ahora lo vendemos a través de mi Instagram, @karin.huberg. La idea es llegar a ser totalmente autosustentables. Producto de la escasez que puede venir, queremos hacer trueques con otras personas.
-¿Usted apuesta que se podrá vivir así?
- Es la idea, tener la posibilidad de autogestión. Estoy haciendo lo de las pastas porque me quiero quedar con el Lobbito en la casa, no quiero dejarlo en la casa e irme a trabajar de cocinera o de garzona. Quiero criarlo y vivir de nuestros propios productos del huerto. Ahí vamos a ver, porque mi pololo tiene sus compromisos en Santiago, pero seguramente él puede viajar y yo quedarme acá.
El recorrido que ha hecho Karin dista mucho del camino de influencer que podría haber tomado tras su paso por el programa, donde además fue elegida la más guapa en una votación. "Francamente no conozco mucho cómo se hace eso. Me encantaría tener más habilidad. Me dediqué más a trabajar, a generar lucas, no me aferré mucho al tema MasterChef y al tema mediático".
-¿Qué piensa ahora de su paso por el programa?
-Tengo los mejores recuerdos. En "MasterChef" me pasó que me conocí. Estábamos todos en un lugar donde nunca habíamos estado. Lo pasamos bien. Éramos personas de todos lados, con distintas realidades: viejos, jóvenes, gordos, flacos, gays, hetero. Después de eso agarré caleta de confianza y en vez de aferrarme como a la fama que el programa podría haber dado, aproveché de trabajar viajando.
-¿Se ha podido ver otra vez ahora que el canal repuso el programa?
-No tengo tele, jajajá. Pero mis amigos del programa me mandan videos y mensajes.
