"Puedo perder todo y tener que partir de cero, pero me pararé de nuevo, como sea".
Esta reflexión positiva, que parece ser de uno de los héroes de Marvel, pertenece en
realidad a Pedro Lladser, recordado ex modelo del programa "Venga conmigo", quien
junto con su esposa, Mariel Aereboe, también otrora modelo del espacio conducido
por José Alfredo Fuentes, es dueño de la marca de dulces - o facturas si lo prefiere
con acento che- La Gauchita. Tienen dos fábricas en Concón y una empresa en
Miami, donde viven hace cuatro años, pero todas están cerradas en estos momentos
por culpa de la pandemia mundial. Pese al oscuro panorama actual no pierden la
esperanza y de paso repasan sus 20 años como pareja.
Amor a vigésima vista. Mariel y Pedro se conocieron haciendo fotos publicitarias en 1998. "No me gustó nada de nada", confiesa ella al recordar ese momento. Después se toparon en otros trabajos y en el programa de Canal 13. "Ahí conocí su lado B, que es lo que me gusta en las personas", recuerda Aereboe. En abril del 2000 se transformaron en pareja y recién el 2016 se casaron, poco antes de irse a Estados Unidos, porque así ella tendría de forma más simple la visa. "Mariel ha estado en las buenas y en las malas", asegura Pedro.
Lo más difícil. Por cuatro años intentaron tener hijos, pero ningún tratamiento funcionó. "Tuve muchas pérdidas que no llegaban ni al mes hasta que tiré la esponja y tuvimos una conversación muy triste donde le dije: Basta con esto, no tengamos hijos y empezamos los trámites para adoptar", cuenta Mariel. Un año después ella quedó embarazada de las mellizas María Josefina y María Julieta, pero el proceso fue complejo. "Estuve en mi casa, en cama, desde el tercer mes y los últimos cuatro meses en la clínica. Fue terrible, después tuve que hacer rehabilitación porque ni caminar podía. Nacieron de ocho meses y tuvieron problemas que se complicaron, las dos estuvieron a punto de morir", recapitula ella. "Fue el momento más duro", agrega Pedro, pero todo salió bien. Las niñas hoy tienen 13 años. A María Josefina le gusta la pintura y a María Julieta la actuación.
El negocio. En 2002 la pareja abrió su primer local de dulces llamado La Gauchita, frente a Canal 13. Después vino la primera fábrica en Ñuñoa (ya cerrada) y, posteriormente, las dos fábricas en Concón que se mantienen hasta ahora. El 201 5 su marca voló a Miami donde abrieron, junto a un socio, La Gauchita Bakery. "En Concón tengo 35 empleados. Somos una empresa artesanal, todo hecho a mano", afirma Pedro. Aparte de los locales propios, tienen sus productos en supermercados y en otras distribuidoras. "Acá (en Miami) tengo seis empleados dedicados a distribución y la parte operativa, la fabricación de los productos la tengo externalizada", revela Lladser.
El período negro. "Después del estallido social las ventas bajaron 40% porque muchos supermercados cerraron y en marzo (con la pandemia) la facturación se fue a cero. Tuve que cerrar una (de Concón) y la otra está funcionando al 6%. Nos acogimos a la Ley de Protección del Empleo y toda la gente está con la ley, pero uno es pyme, el capital es escaso y en una situación como ésta, donde te ves paralizado por meses y donde no hay movimiento llega un punto donde la liquidez se va", cuenta Pedro.
Ayuda sí, ayuda no. "En Chile nos hemos encontrado con piedras de tope con los créditos Fogape (Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios), que eran un salvavidas para las pymes. Los bancos han condicionado los créditos a que se les pague lo que se les debe a ellos y finalmente las condiciones que anunció el Gobierno no se han dado. No quiero cerrar, lo mío no es un bono, es un crédito, no es plata que me están regalando, pero yo la quiero con las facilidades que anunció el Gobierno", destaca el ingeniero y puntualiza la diferencia con lo que vivió en Florida: "Acá nos acogimos a algo parecido, la empresa también está cerrada, pero acá el Estado pasó plata directamente para que no haya tanta quiebra. Fue como si te llegara un cheque de la Tesorería. Es como si estuviese funcionando, pero sin ganancias y sin gastos (en Chile sigue pagando las cotizaciones de los empleados)".
El apoyo, la responsabilidad y la esperanza. Lladser reconoce que este momento, económicamente, es su período "más complicado". Pese a eso afirma: "Si tenemos que partir de nuevo, sin ningún peso, lo haremos". Mariel, por su parte, reconoce que es un momento de "angustia". "Es la incertidumbre sumada a la responsabilidad de mantener una familia y que las personas a tu cargo dependen de ese ingreso, no eres sólo tú. A veces aflojo y me derrumbo, pero no lo puedo demostrar. Yo me aferro a la fe", cierra la argentina.
Amor a vigésima vista. Mariel y Pedro se conocieron haciendo fotos publicitarias en 1998. "No me gustó nada de nada", confiesa ella al recordar ese momento. Después se toparon en otros trabajos y en el programa de Canal 13. "Ahí conocí su lado B, que es lo que me gusta en las personas", recuerda Aereboe. En abril del 2000 se transformaron en pareja y recién el 2016 se casaron, poco antes de irse a Estados Unidos, porque así ella tendría de forma más simple la visa. "Mariel ha estado en las buenas y en las malas", asegura Pedro.
Lo más difícil. Por cuatro años intentaron tener hijos, pero ningún tratamiento funcionó. "Tuve muchas pérdidas que no llegaban ni al mes hasta que tiré la esponja y tuvimos una conversación muy triste donde le dije: Basta con esto, no tengamos hijos y empezamos los trámites para adoptar", cuenta Mariel. Un año después ella quedó embarazada de las mellizas María Josefina y María Julieta, pero el proceso fue complejo. "Estuve en mi casa, en cama, desde el tercer mes y los últimos cuatro meses en la clínica. Fue terrible, después tuve que hacer rehabilitación porque ni caminar podía. Nacieron de ocho meses y tuvieron problemas que se complicaron, las dos estuvieron a punto de morir", recapitula ella. "Fue el momento más duro", agrega Pedro, pero todo salió bien. Las niñas hoy tienen 13 años. A María Josefina le gusta la pintura y a María Julieta la actuación.
El negocio. En 2002 la pareja abrió su primer local de dulces llamado La Gauchita, frente a Canal 13. Después vino la primera fábrica en Ñuñoa (ya cerrada) y, posteriormente, las dos fábricas en Concón que se mantienen hasta ahora. El 201 5 su marca voló a Miami donde abrieron, junto a un socio, La Gauchita Bakery. "En Concón tengo 35 empleados. Somos una empresa artesanal, todo hecho a mano", afirma Pedro. Aparte de los locales propios, tienen sus productos en supermercados y en otras distribuidoras. "Acá (en Miami) tengo seis empleados dedicados a distribución y la parte operativa, la fabricación de los productos la tengo externalizada", revela Lladser.
El período negro. "Después del estallido social las ventas bajaron 40% porque muchos supermercados cerraron y en marzo (con la pandemia) la facturación se fue a cero. Tuve que cerrar una (de Concón) y la otra está funcionando al 6%. Nos acogimos a la Ley de Protección del Empleo y toda la gente está con la ley, pero uno es pyme, el capital es escaso y en una situación como ésta, donde te ves paralizado por meses y donde no hay movimiento llega un punto donde la liquidez se va", cuenta Pedro.
Ayuda sí, ayuda no. "En Chile nos hemos encontrado con piedras de tope con los créditos Fogape (Fondo de Garantía para Pequeños Empresarios), que eran un salvavidas para las pymes. Los bancos han condicionado los créditos a que se les pague lo que se les debe a ellos y finalmente las condiciones que anunció el Gobierno no se han dado. No quiero cerrar, lo mío no es un bono, es un crédito, no es plata que me están regalando, pero yo la quiero con las facilidades que anunció el Gobierno", destaca el ingeniero y puntualiza la diferencia con lo que vivió en Florida: "Acá nos acogimos a algo parecido, la empresa también está cerrada, pero acá el Estado pasó plata directamente para que no haya tanta quiebra. Fue como si te llegara un cheque de la Tesorería. Es como si estuviese funcionando, pero sin ganancias y sin gastos (en Chile sigue pagando las cotizaciones de los empleados)".
El apoyo, la responsabilidad y la esperanza. Lladser reconoce que este momento, económicamente, es su período "más complicado". Pese a eso afirma: "Si tenemos que partir de nuevo, sin ningún peso, lo haremos". Mariel, por su parte, reconoce que es un momento de "angustia". "Es la incertidumbre sumada a la responsabilidad de mantener una familia y que las personas a tu cargo dependen de ese ingreso, no eres sólo tú. A veces aflojo y me derrumbo, pero no lo puedo demostrar. Yo me aferro a la fe", cierra la argentina.