A los 75 años, Pedro Carcuro reconoce que no le gusta hacer proyectos de mediano
o largo plazo. "Estoy viviendo la recta final, los minutos finales del partido en todo
ámbito y por eso prefiero vivir intensamente el día a día", dice, como si estuviera
relatando.
Carcuro sigue trabajando, pero desde su departamento, donde armó un pequeño estudio para conducir desde ahí su programa diario en la radio Agricultura ("El rompecabezas") y hacer sus comentarios en el noticiero central "24 Horas" en TVN. Todas las noches. "Mis jefes y compañeros se han esmerado en darme las condiciones para hacer el famoso teletrabajo. Y ha sido un descubrimiento para mí. Ahora me manejo sin problemas por Skype o Zoom. Me gustaría ir a los estudios, pero tengo que reconocer que, por mi edad, soy de alto riesgo y no es bueno para nadie que yo ande dando vueltas por allá", dice.
-Imagino que ha hecho lo de todos: interactuar a tiempo completo con la familia con la cual se vive.
-Claro, eso también ha sido un reacomodo tanto para mí como para mi señora. Ximena es agente de viajes y ella sí que dejó de tener trabajo con esta pandemia.
-Entonces, la oportunidad de interactuar ahora es alta.
-Sí, a pesar de que tenemos nuestros espacios para hacer cada uno sus cosas, hoy podemos tomar desayuno, almorzar, cenar. Cuando trabajábamos fuera, era más complicado. Ella estaba en la oficina entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde y yo tengo horarios bien extraños: o muy temprano en la mañana o muy tarde en la noche. Es común que yo almuerce solo y que llegue, si me toca noticiario, después de que ella ha cenado.
-Una relación bien complicada.
-No, igual nos dábamos nuestros momentos en el día para conversar y, si no me tocaba noticiario, tomarnos un café simplemente para saber el uno del otro. Además, como ya no trabajo todos los fines de semana, casi siempre vamos a la playa o viene a comer a la casa mi suegra o vamos a la de mi hijo Giovanni. Con Ximena hemos construido una relación madura. Ella es menor que yo, pero creo que nos hemos complementado bien. Y el gusto por viajar es algo que nos une.
-¿Cuántos años llevan juntos?
-En octubre cumpliremos 20 años. Nos conocimos en el 2000.
-¿Cómo fue ese encuentro?
-En una cita a ciegas. Yo venía en el avión desde Sydney, tras cubrir los Juegos Olímpicos. Allí me encontré con una amiga, Kira, y le conté que me había separado y que hacía tres años que estaba viviendo solo. Y me dijo lo típico: Tengo una amiga que te puedo presentar . Yo, que soy bien tímido, no quería, pero ella insistió varios días hasta que al final le dije que bueno, pero que saliéramos los tres.
-¿Y cómo resultó eso?
-Súper bien. Desde ahí no nos separamos más con Ximena. Un flechazo.
-Ella lo conocía de la tele, seguro.
-Sí, pero no era fan. De hecho, no le gusta nada el fútbol. Muchas veces la he invitado al estadio para ver a la Selección o en Italia a ver algún partido y no la he convencido. Otras cosas nos unieron.
-No debe ser fácil volver a convivir después de haber vivido solo.
-A mí me gusta tener espacios de soledad, pero no soy un lobo estepario. Los italianos somos de estar con la familia y yo, por fortuna, construí una con Ximena, con su hijo Erwin, que vivió con nosotros hasta hace poco, y claro, con mi hijo Giovanni, mi nuera Anita y mis nietos Ema y Mateo.
-¿Cómo fue vivir con el hijo de su señora?
-Muy buena experiencia. Con Erwin logramos una relación diría que de padre e hijo, de amigos, más que de padrastro e hijastro. Él ahora vive solo, es ingeniero comercial y estudió un postgrado deportivo, el de Real Madrid. Es parecido a lo que hizo mi hijo Franco, que egresó de Derecho y se especializó en Marketing Deportivo.
-¿Y cómo es como nono? ¿Es malcriador con sus nietos?
-Jajajá, no creo, aunque reconozco que les quise regalar un celular a cada uno y Giovanni y Anita, con razón, me lo impidieron, porque son muy chicos. Soy un nono juguetón. Armo puzles electrónicos y juego a la pelota con ellos. Y trato de enseñarles italiano. La Ema habla inglés y me dice que no quiere saber italiano. Pero va a aprender, como todos los Carcuro.
Carcuro sigue trabajando, pero desde su departamento, donde armó un pequeño estudio para conducir desde ahí su programa diario en la radio Agricultura ("El rompecabezas") y hacer sus comentarios en el noticiero central "24 Horas" en TVN. Todas las noches. "Mis jefes y compañeros se han esmerado en darme las condiciones para hacer el famoso teletrabajo. Y ha sido un descubrimiento para mí. Ahora me manejo sin problemas por Skype o Zoom. Me gustaría ir a los estudios, pero tengo que reconocer que, por mi edad, soy de alto riesgo y no es bueno para nadie que yo ande dando vueltas por allá", dice.
-Imagino que ha hecho lo de todos: interactuar a tiempo completo con la familia con la cual se vive.
-Claro, eso también ha sido un reacomodo tanto para mí como para mi señora. Ximena es agente de viajes y ella sí que dejó de tener trabajo con esta pandemia.
-Entonces, la oportunidad de interactuar ahora es alta.
-Sí, a pesar de que tenemos nuestros espacios para hacer cada uno sus cosas, hoy podemos tomar desayuno, almorzar, cenar. Cuando trabajábamos fuera, era más complicado. Ella estaba en la oficina entre las 9 de la mañana y las 5 de la tarde y yo tengo horarios bien extraños: o muy temprano en la mañana o muy tarde en la noche. Es común que yo almuerce solo y que llegue, si me toca noticiario, después de que ella ha cenado.
-Una relación bien complicada.
-No, igual nos dábamos nuestros momentos en el día para conversar y, si no me tocaba noticiario, tomarnos un café simplemente para saber el uno del otro. Además, como ya no trabajo todos los fines de semana, casi siempre vamos a la playa o viene a comer a la casa mi suegra o vamos a la de mi hijo Giovanni. Con Ximena hemos construido una relación madura. Ella es menor que yo, pero creo que nos hemos complementado bien. Y el gusto por viajar es algo que nos une.
-¿Cuántos años llevan juntos?
-En octubre cumpliremos 20 años. Nos conocimos en el 2000.
-¿Cómo fue ese encuentro?
-En una cita a ciegas. Yo venía en el avión desde Sydney, tras cubrir los Juegos Olímpicos. Allí me encontré con una amiga, Kira, y le conté que me había separado y que hacía tres años que estaba viviendo solo. Y me dijo lo típico: Tengo una amiga que te puedo presentar . Yo, que soy bien tímido, no quería, pero ella insistió varios días hasta que al final le dije que bueno, pero que saliéramos los tres.
-¿Y cómo resultó eso?
-Súper bien. Desde ahí no nos separamos más con Ximena. Un flechazo.
-Ella lo conocía de la tele, seguro.
-Sí, pero no era fan. De hecho, no le gusta nada el fútbol. Muchas veces la he invitado al estadio para ver a la Selección o en Italia a ver algún partido y no la he convencido. Otras cosas nos unieron.
-No debe ser fácil volver a convivir después de haber vivido solo.
-A mí me gusta tener espacios de soledad, pero no soy un lobo estepario. Los italianos somos de estar con la familia y yo, por fortuna, construí una con Ximena, con su hijo Erwin, que vivió con nosotros hasta hace poco, y claro, con mi hijo Giovanni, mi nuera Anita y mis nietos Ema y Mateo.
-¿Cómo fue vivir con el hijo de su señora?
-Muy buena experiencia. Con Erwin logramos una relación diría que de padre e hijo, de amigos, más que de padrastro e hijastro. Él ahora vive solo, es ingeniero comercial y estudió un postgrado deportivo, el de Real Madrid. Es parecido a lo que hizo mi hijo Franco, que egresó de Derecho y se especializó en Marketing Deportivo.
-¿Y cómo es como nono? ¿Es malcriador con sus nietos?
-Jajajá, no creo, aunque reconozco que les quise regalar un celular a cada uno y Giovanni y Anita, con razón, me lo impidieron, porque son muy chicos. Soy un nono juguetón. Armo puzles electrónicos y juego a la pelota con ellos. Y trato de enseñarles italiano. La Ema habla inglés y me dice que no quiere saber italiano. Pero va a aprender, como todos los Carcuro.