Hace casi ocho años, Alba Estrada entró por primera vez al hogar de Marcelo Ríos
en busca de una oportunidad laboral. La recibió Paula Pavic, la esposa del ex tenista,
quien necesitaba una niñera de forma urgente para colaborar con el cuidado de sus
cinco bendiciones: Colomba e Isidora, y los trillizos Marcelo, Agustina y Antonella.
"En la entrevista doña Paula se rio mucho porque ella me decía: "Bueno, mi esposo es Marcelo Ríos " y yo no le respondía nada, porque no tenía idea quién era ese señor. Así que después me preguntó de nuevo: "¿De verdad no sabes quién es Marcelo Ríos?". Y le respondí: "Sí señora, es su esposo" . Y me parece que mi respuesta fue muy espontánea porque eso le causó mucha gracia", recuerda Alba, una colombiana oriunda de Manizales y que trabajó 14 años en una panadería antes de emigrar a Chile para mejorar su situación económica.
Luego de esa reunión con la dueña de casa, recuerda Alba, todo mejoró para ella. En ese encuentro dejó una grata impresión y, como tenía buenas referencias, rápidamente comenzó a trabajar en la casa de los Ríos-Pavic. Lo que pintaba en un inicio casi como un empleo temporal, se transformó en el lugar donde se ha ganado el sustento en los últimos siete años de su vida.
"Nunca me conmovió la vida personal de ellos ni la de nadie, porque no me interesa. Ahora, y después de todos este tiempo, puedo decir que ha sido la mejor experiencia laboral de toda mi vida y que he generado una gran gratitud hacia ellos por todo el cariño que me han ofrecido", asegura.
Alba se transformó en la niñera de los cinco hijos de Paula Pavic y el Chino, y en una pieza indispensable en su logística familiar al punto de convertirse en una integrante más de la comitiva de viajes y de vivir con ellos en su casa de la ciudad de Sarasota, en Estados Unidos. Los niños, además, se encariñaron con ella y los propios jefes se engancharon con su profesionalismo y lúdica personalidad.
"Cuando tu niñera de años tiene un sentido del humor que hace la cuarentena menos estresante", reconoció Ríos en sus redes sociales, un hombre con reconocida fama de duro, pero también encandilado con el perfil lúdico de la colombiana.
La muestra más evidente de esa buena onda, fue una broma que circuló en la cuenta de TikTok del Alba hace un par de semanas y que la mostró tirándole un vaso de agua en la cara al ex número uno, luego de instarlo en un juego de palabras a decir "Mojamé" en vez de "Mohamed"
"Con don Marcelo tengo una excelente relación. Cuando le hice la broma del vaso de agua, y por la que él por supuesto me perdonó, ya nos habíamos hecho bromitas, pero sin pasar a llevar nuestra confianza. Y me llamó la atención porque algunas personas me escribieron que seguramente él me había retado y eso no ha pasado. Don Marcelo nunca me ha levantado la voz y ni siquiera de buena manera me ha dicho nunca jamás nada", cuenta.
A partir de la viralización de esa broma, las redes sociales también develaron el lado más bromista de la niñera. Así se le puede ver en su cuenta @albaestrada1234 cantando "Antonella quiere un pan con palta", bailado con Agustina o paseando por Las Vegas con Isidora. Incluso disfrazándose y armando hilarantes sketches con el resto de los niños de resonante éxito en el ciberespacio.
"Yo empecé cuando los trillizos tenían poco más de año y medio. Lo mejor de esta experiencia es haber aprendido a crecer. Fue volver a ser niña, volver a sentir lo que los niños sienten, jugar con ellos. Siempre he sido extrovertida y que me digan que estoy loca es el mejor piropo que me puedan decir. Para mí la vida es un chiste y eso me ha llevado a tener una buena actitud", dice.
-¿Por qué se adaptó tan bien a la dinámica familiar?
-El hecho de haberle dado todo mi amor, respeto, confianza y mi vida a sus hijos creo que eso es invaluable para don Marcelo. Él lo aprecia muchísimo y siempre me lo ha dicho y siempre me da su lugar. Si debo regañar a los niños por algo que hagan mal, él está de acuerdo con eso y no me dice lo contrario. Simplemente si los niños no acatan, él los obliga para que acaten lo que yo les estoy diciendo. Entonces tenemos un muy buen entendimiento entre nosotros tres, con don Marcelo y la señora Paula, para manejar a los niños y eso me parece muy bien.
-¿Y usted anda todo el día haciendo bromas?
-En la casa soy una persona común y corriente. Pero disparatadamente loca. Les hago bromas a los niños todo el tiempo, les canto todo el tiempo. Ellos son como yo. Yo hago algo y me siguen la corriente, o ellos hacen algo y les sigo la corriente. Nos volvemos todos unos niños en la casa. Independiente de lo que don Marcelo y la señora Paula piensen, ellos están de acuerdo con la manera en que les ayudo un poco a sus hijos a que sean más felices de los que son.
"En la entrevista doña Paula se rio mucho porque ella me decía: "Bueno, mi esposo es Marcelo Ríos " y yo no le respondía nada, porque no tenía idea quién era ese señor. Así que después me preguntó de nuevo: "¿De verdad no sabes quién es Marcelo Ríos?". Y le respondí: "Sí señora, es su esposo" . Y me parece que mi respuesta fue muy espontánea porque eso le causó mucha gracia", recuerda Alba, una colombiana oriunda de Manizales y que trabajó 14 años en una panadería antes de emigrar a Chile para mejorar su situación económica.
Luego de esa reunión con la dueña de casa, recuerda Alba, todo mejoró para ella. En ese encuentro dejó una grata impresión y, como tenía buenas referencias, rápidamente comenzó a trabajar en la casa de los Ríos-Pavic. Lo que pintaba en un inicio casi como un empleo temporal, se transformó en el lugar donde se ha ganado el sustento en los últimos siete años de su vida.
"Nunca me conmovió la vida personal de ellos ni la de nadie, porque no me interesa. Ahora, y después de todos este tiempo, puedo decir que ha sido la mejor experiencia laboral de toda mi vida y que he generado una gran gratitud hacia ellos por todo el cariño que me han ofrecido", asegura.
Alba se transformó en la niñera de los cinco hijos de Paula Pavic y el Chino, y en una pieza indispensable en su logística familiar al punto de convertirse en una integrante más de la comitiva de viajes y de vivir con ellos en su casa de la ciudad de Sarasota, en Estados Unidos. Los niños, además, se encariñaron con ella y los propios jefes se engancharon con su profesionalismo y lúdica personalidad.
"Cuando tu niñera de años tiene un sentido del humor que hace la cuarentena menos estresante", reconoció Ríos en sus redes sociales, un hombre con reconocida fama de duro, pero también encandilado con el perfil lúdico de la colombiana.
La muestra más evidente de esa buena onda, fue una broma que circuló en la cuenta de TikTok del Alba hace un par de semanas y que la mostró tirándole un vaso de agua en la cara al ex número uno, luego de instarlo en un juego de palabras a decir "Mojamé" en vez de "Mohamed"
"Con don Marcelo tengo una excelente relación. Cuando le hice la broma del vaso de agua, y por la que él por supuesto me perdonó, ya nos habíamos hecho bromitas, pero sin pasar a llevar nuestra confianza. Y me llamó la atención porque algunas personas me escribieron que seguramente él me había retado y eso no ha pasado. Don Marcelo nunca me ha levantado la voz y ni siquiera de buena manera me ha dicho nunca jamás nada", cuenta.
A partir de la viralización de esa broma, las redes sociales también develaron el lado más bromista de la niñera. Así se le puede ver en su cuenta @albaestrada1234 cantando "Antonella quiere un pan con palta", bailado con Agustina o paseando por Las Vegas con Isidora. Incluso disfrazándose y armando hilarantes sketches con el resto de los niños de resonante éxito en el ciberespacio.
"Yo empecé cuando los trillizos tenían poco más de año y medio. Lo mejor de esta experiencia es haber aprendido a crecer. Fue volver a ser niña, volver a sentir lo que los niños sienten, jugar con ellos. Siempre he sido extrovertida y que me digan que estoy loca es el mejor piropo que me puedan decir. Para mí la vida es un chiste y eso me ha llevado a tener una buena actitud", dice.
-¿Por qué se adaptó tan bien a la dinámica familiar?
-El hecho de haberle dado todo mi amor, respeto, confianza y mi vida a sus hijos creo que eso es invaluable para don Marcelo. Él lo aprecia muchísimo y siempre me lo ha dicho y siempre me da su lugar. Si debo regañar a los niños por algo que hagan mal, él está de acuerdo con eso y no me dice lo contrario. Simplemente si los niños no acatan, él los obliga para que acaten lo que yo les estoy diciendo. Entonces tenemos un muy buen entendimiento entre nosotros tres, con don Marcelo y la señora Paula, para manejar a los niños y eso me parece muy bien.
-¿Y usted anda todo el día haciendo bromas?
-En la casa soy una persona común y corriente. Pero disparatadamente loca. Les hago bromas a los niños todo el tiempo, les canto todo el tiempo. Ellos son como yo. Yo hago algo y me siguen la corriente, o ellos hacen algo y les sigo la corriente. Nos volvemos todos unos niños en la casa. Independiente de lo que don Marcelo y la señora Paula piensen, ellos están de acuerdo con la manera en que les ayudo un poco a sus hijos a que sean más felices de los que son.