Alcanzó a ir al Barrio Lastarria, donde le gustaban los restaurantes, y a clases de salsa en un club que quedaba cerca del metro Santa Lucía. Hoy, sus viajes son principalmente a un supermercado de Bilbao, cada par de semanas.
"Ha sido poca mi experiencia acá", reconoce.
Weng tiene algo claro para lo que será su vida en Chile: no tiene ganas de tener un auto, aunque sabe manejar. Ha vivido en Brasil, China y Estados Unidos, y sólo en este último país, mientras vivió en la Universidad de Stanford porque su señora cursaba un máster, se le hizo necesario tener un vehículo.
"Es que el transporte público allá no es muy bueno y las app de transporte son muy caras, 10 a 20 dólares por viaje. Allá compramos un auto que compartimos entre varios amigos, para hacer compras; antes de usarlo veía videos de Youtube, y si era el turno de mis amigos de andar en él, yo arrendaba otro", relata.
En China y Brasil, donde vivió por cinco años, sólo usaba Didi y metro.
"No necesito auto si tengo accesos buenos a transportes públicos. ¿Para qué? Si quiero ir a un lugar más remoto, pido un Didi, me resulta más que suficiente para mis necesidades".
-¿Y qué nota se pondría como conductor?
-Yo tengo una nota 8 0 9; en Estados Unidos manejé mucho, fui hasta a parques nacionales. Pero el tema es que yo no me siento cómodo de manejar en China, Chile o Brasil. Tengo mejores opciones que me son más accesibles.
-¿Cree usted que ha habido un cambio cultural en lo que significa tener un auto para la gente más joven?
-Cuando mi familia en China compró un auto estábamos muy orgullosos, porque era un símbolo de que les iba bien, era una generación que sentía ese mérito. Pero mis amigos de mi edad, de China y Brasil, ya no pensamos así, hay más opciones y la movilidad es hoy un servicio más que una pertenencia.
-Cuando toma un Didi ¿les cuenta a los conductores que usted es el gerente de la compañía?
-No, no lo cuento, pero si me preguntan les digo que yo trabajo en Didi y eso les anima a contarme su experiencia con la app. Siempre converso con los conductores para saber qué necesitan y qué se requiere mejorar, es un buen experimento.
-¿No se ponen nerviosos de llevar al gerente?
-No, nunca. Me dicen: "¿Usted es el gerente? Déjeme contarle esto". Hablan de cómo cambiar esta función, que un pasajero me dejó una mala calificación. Cuando llegué, me dieron feedback para implementar algunas cosas: querían más información de los pasajeros, que cuántas veces habían pedido un Didi antes y a qué destino iban. Descubrimos que así se sienten muchos más seguros.
-¿Qué ha sido especial en Chile del transporte en Didi, en comparación con otros países?
-Normalmente en los países les recomendamos a los usuarios que se sienten atrás: es más cómodo, seguro y tienen más espacio. En Chile el tema no está regulado y Carabineros pueden parar a los conductores, entonces, siempre ellos piden irse adelante. En Santiago también hay muchas autopistas y peajes, eso hace que nuestro cálculo de precio sea muy detallado, porque por un camino es un precio y por otro, otro. Eso no pasa en Sao Paulo.
Falta de interés
Se le dice generación millennial al grupo de nacidos entre 1981 y 1996. Hay varios estudios que dicen que ellos están menos interesados en ser propietarios de un auto, pero se debate si es por razones económicas o simplemente por comodidad. "Los millennial son menos apegados a lo material o reacios a endeudarse por largo tiempo, a diferencia de generaciones anteriores", explica Miguel Sanhueza, director de Utem Virtual.-El auto antes era visto cómo un símbolo de estatus.
-Hoy es simplemente un bien más, que no necesariamente es representativo de una posición. Un vehículo implica responsabilidades y esta nueva generación apuesta sus tareas por otras áreas y no necesariamente irá en busca de hacer algo que lo obligue a realizar trámites, pagos y en muchos casos actividades demandantes, como mantenciones o pagos de permiso.