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Miguel Riffo
Como todo buen futbolero, Miguel Riffo pasa los días de cuarentena viendo el partido que sea porque le gusta y porque dice que tiene que estar actualizado ahora que es entrenador y que espera una nueva oportunidad luego de su paso por La Calera e Iquique. "Pero no soy de quedarme pegado. También veo películas con mi señora. Y a mis hijos los ayudamos a hacer las tareas. Y pucha que cuesta. Están con clases vía Zoom y ahora uno cacha la pega que tienen los profes. No es fácil que se concentren", dice.

Riffo tiene dos hijos de su actual matrimonio con Andrea Videla: Miguel Andrés (10) y Julio Andrés (6). "Mi señora quería tener una mujercita para ponerle su nombre y como salieron dos hombres, les puso Andrés a los dos", cuenta el ex futbolista, quien tiene otros dos hijos de su primera relación: Lucas (17) y Florencia (13).

Si bien todos sus hijos son deportistas y juegan fútbol, Riffo dice que ninguno llegó a los niveles de él cuando era chico: "Yo a los cinco años ya jugaba y me llevaron pronto a Palestino, un equipo de barrio de San Miguel. La Asociación José Miguel Carrera era súper organizada, aprendí a competir y ahí decidí que sería futbolista profesional".

-Pero usted tenía pie de bot. Era una limitación. ¿Nunca tuvo un plan B?
-Nunca. Tuve cinco hermanos y tres hermanastros y ninguno tuvo el mismo problema. Lo mío fue congénito y no genético. Aprendí a vivir con eso. De hecho, cuando era más chico como que no pescaba. Después, claro, me produjo limitantes. Siempre lo asumí y lo superé.

-¿Cómo llega a Colo Colo?
-El porqué era muy fácil: mi viejo era colocolino y me traspasó de chico la pasión por el club. Él tenía un restaurante donde ponía la tele para que llegaran los clientes. Cuando jugaba Colo Colo se llenaba. Además, me llevaba al estadio. Me acuerdo haber estado en jornadas dobles en el Nacional y Santa Laura.

-¿Y nunca se rebeló y comenzó a alentar a otro equipo?
-No, pero tengo una anécdota. Mi papá a veces le pedía a un vecino -el Pepe- que me llevara al estadio porque él tenía que quedarse en el restaurante. Pepe era hincha de Universidad de Chile y un día vimos a la U y de vuelta del estadio me compró todo el uniforme azul y me lo puso. Mi papá se espantó cuando me vio vestido así y retó a Pepe.

-Ahora cuente cómo llegó a Colo Colo.
-Mi mamá me llevó un día al Monumental a probarme cuando tenía nueve años. Era 1990, cuando había un verdadero boom por Colo Colo. Los profes me vieron junto a otros niños y nos dijeron que no era período para integrarse a una división y nos mandaron a la escuela de fútbol de La Araucana en La Florida. Fui y al año siguiente me integraron a las divisiones menores.

-O sea llegó a Colo Colo el año en que el equipo ganó la Copa Libertadores...
-Sí, era una locura. Además, me tocó algo inolvidable: jugué de preliminar del partido ante Boca.

-Cuente cómo fue eso.
-Como la gente llegaba temprano al estadio para la Copa, en el club armaron partidos de cabros chicos para pasar el rato. A nosotros nos tocó jugar un amistoso ante Soinca Bata. Creo que ganamos 7-1. En ese equipo de Colo Colo estaban Alejandro Escalona y Alonzo Zúñiga, que también llegaron al primer equipo. Es un recuerdo potente. Me acuerdo que entramos a la cancha que estaba llena, yo miré a la galería, se veía interminable y parecía que la gente se nos venía encima. Además, le ganamos a Boca y pasamos a la final con jugadores que eran mis ídolos: Morón, el Chano Garrido, Coca Mendoza, Pizarro, Margas, Ramírez, Barti...Uuufff.

-Pasaría harto tiempo antes de su debut. ¿Hubo algún momento de duda?
-De parte mía no, pero del club sí. A los 12 años empezaron a ponerle atención a mi malformación y a decir que era improbable que yo llegara a ser profesional. Eso a pesar de que yo jugaba con normalidad y además ya era zaguero central, puesto en que me puso el profe Roberto Álamos porque decía que yo tenía el físico para jugar ahí.

-¿Todos los entrenadores lo apoyaban?
-Todos... hasta que uno me echó porque decía que no estaba para jugar a niveles mayores.

-Es el momento de decir su nombre.
-Carlos Durán. Me echó cuando tenía 14 años. Me acuerdo que estaba desconsolado, que lloraba. Por suerte llegó a mi casa un dirigente y les dijo a mis papás que había sido un error, que el club me quería. Volví y ahí empecé a recibir ayuda de los doctores, de los preparadores físicos. Y en 1999 ya estaba listo para debutan El DT Nelsinho Baptista me tenía considerado en el primer equipo. Pero me lesioné del tendón rotuliano, me dolían las dos rodillas y al final estuve fuera todo el año. En febrero de 2000, el doctor Yáñez dice que debo operarme. Lo hice y la recuperación duró nueve meses. Entrenaba mañana y tarde de lunes a sábado. Hasta que me recuperé.

-Y ahí debutó.
-Sí, pero estuve a punto de hacerlo en otro equipo. Llegó Roberto Hernández como DT y me mandaron a préstamo a Audax Italiano, hice la pretemporada pero nunca jugué ahí. En Audax me encontré con el profe Mario Moreno, quien era muy amigo de Roberto Hernández, y que me conocía de Colo Colo. Moreno le dijo a Hernández que no me podía dejar ir. Me llamó el profe Roberto y me dijo: "No te conozco, pero si Mario Moreno habló bien de ti es porque eres bueno así que te quedas acá" . Debuté en un amistoso contra la UC en La Calera, creo que en una Copa Gato, y al domingo siguiente jugué contra la U en Viña. Luego lo hice de manera oficial en el Monumental ante San Felipe.

-Cumplió su sueño de niño.
-Claro, pese a que muchos dudaron, yo siempre di la pelea y pude cumplirlo, y en el club en el que soñaba. ¿Cómo no voy a estar feliz de la vida que me tocó en el fútbol?

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