Francisco Troncoso terminó el año pasado en el puesto 13 del ranking
panamericano de racquetball. Era el primer chileno de la nómina, como venía
ocurriendo prácticamente desde 2010. Entonces tenía clarísimo lo que iba a hacer
este 2020: jugar el Panamericano de Santa Cruz, Bolivia, que se disputaba en
Semana Santa, y colgar la raqueta, tras 14 años de competencia.
Ya había decidido dedicarse a la gastronomía, profesión que estudió en Estados Unidos, y radicarse en Temuco, donde vive su novia, Anaís.
La pandemia le impidió despedirse del deporte en la cancha, como era su sueño, pero lo impulsó a desarrollar la segunda parte del plan, que se llama Gran Sazón, su emprendimiento culinario con el que reparte ceviche de salmón y leche de tigre (receta propia) en La Araucanía.
"Tenía que desarrollarme por el lado profesional, porque lamentablemente el racquetball no entrega mucho económicamente. A pesar de que hay nivel profesional, no es como el tenis. Mi idea era desarrollar la marca de Gran Sazón porque uno no sabe cuándo se van a disputar torneos, así que prefiero enfocame en esto, sin tanta incertidumbre", explica Troncoso, desde el sur.
El club Lo Cañas, de Santiago, vio sus primeros raquetazos. Su papá lo llevó desde niño y lo combinaba con las pichangas del colegio. En 2006, con 12 años, optó por el racquetball. Dos años más tarde ganó su primer partido internacional, en Costa Rica. Y cuatro después, alcanzó el número uno de Chile por primera vez.
En 2012 se fue a Estados Unidos a estudiar negocios y jugar. Pero una vez que dominó el inglés, se dio cuenta de que su vida iba por el lado de la cocina. "¿Estás seguro?", le preguntaron en su casa. Estudió artes culinarias en San Joaquin Delta College de Stockton, California.
En 2018 volvió a Chile, sin tener completamente claro aún cómo desarrollar su carrera profesional, pero sí la deportiva. Retomó el número uno y, en esa condición, le propusieron una charla en Temuco, una charla que cambió su vida para siempre.
"Me pidieron hacer una clínica a juveniles. Allí estaba Benjamín, que también juega, y tenía diez años entonces. Ahí conocí a su mamá, Anaís, y me llamó la atención. Fue intenso. Volví a Santiago, porque estaba jugando el Nacional, pero ya estaba la idea de radicarme en el sur", cuenta.
Anaís Fuentes es ingeniera y estaba armando una consultora con una amiga cuando se desató la pandemia y alteró sus planes. No tanto los de su pololo, que ya tenía pensado proyectar su negocio por delivery. "Un local es un gasto adicional y la gente ya estaba prefiriendo las aplicaciones", explica Troncoso.
Así nació Gran Sazón. Casi simultáneamente, surgió Postres de la Ani (ambos en Instagram), emprendimiento en que Anaís, en un cambio de giro notable, ofrece tiramisú y suspiro limeño, entre otros postres.
"Para el Día del Padre tenemos una caja gourmet, con ceviches, postres, mini brochetas, papas fritas y salsas, entre otros productos, ciento por ciento hecho por nosotros", anuncia Troncoso, el todavía número uno del racquetball chileno.
Ya había decidido dedicarse a la gastronomía, profesión que estudió en Estados Unidos, y radicarse en Temuco, donde vive su novia, Anaís.
La pandemia le impidió despedirse del deporte en la cancha, como era su sueño, pero lo impulsó a desarrollar la segunda parte del plan, que se llama Gran Sazón, su emprendimiento culinario con el que reparte ceviche de salmón y leche de tigre (receta propia) en La Araucanía.
"Tenía que desarrollarme por el lado profesional, porque lamentablemente el racquetball no entrega mucho económicamente. A pesar de que hay nivel profesional, no es como el tenis. Mi idea era desarrollar la marca de Gran Sazón porque uno no sabe cuándo se van a disputar torneos, así que prefiero enfocame en esto, sin tanta incertidumbre", explica Troncoso, desde el sur.
El club Lo Cañas, de Santiago, vio sus primeros raquetazos. Su papá lo llevó desde niño y lo combinaba con las pichangas del colegio. En 2006, con 12 años, optó por el racquetball. Dos años más tarde ganó su primer partido internacional, en Costa Rica. Y cuatro después, alcanzó el número uno de Chile por primera vez.
En 2012 se fue a Estados Unidos a estudiar negocios y jugar. Pero una vez que dominó el inglés, se dio cuenta de que su vida iba por el lado de la cocina. "¿Estás seguro?", le preguntaron en su casa. Estudió artes culinarias en San Joaquin Delta College de Stockton, California.
En 2018 volvió a Chile, sin tener completamente claro aún cómo desarrollar su carrera profesional, pero sí la deportiva. Retomó el número uno y, en esa condición, le propusieron una charla en Temuco, una charla que cambió su vida para siempre.
"Me pidieron hacer una clínica a juveniles. Allí estaba Benjamín, que también juega, y tenía diez años entonces. Ahí conocí a su mamá, Anaís, y me llamó la atención. Fue intenso. Volví a Santiago, porque estaba jugando el Nacional, pero ya estaba la idea de radicarme en el sur", cuenta.
Anaís Fuentes es ingeniera y estaba armando una consultora con una amiga cuando se desató la pandemia y alteró sus planes. No tanto los de su pololo, que ya tenía pensado proyectar su negocio por delivery. "Un local es un gasto adicional y la gente ya estaba prefiriendo las aplicaciones", explica Troncoso.
Así nació Gran Sazón. Casi simultáneamente, surgió Postres de la Ani (ambos en Instagram), emprendimiento en que Anaís, en un cambio de giro notable, ofrece tiramisú y suspiro limeño, entre otros postres.
"Para el Día del Padre tenemos una caja gourmet, con ceviches, postres, mini brochetas, papas fritas y salsas, entre otros productos, ciento por ciento hecho por nosotros", anuncia Troncoso, el todavía número uno del racquetball chileno.