A las 8 de la mañana de este lunes, Huachipato reactivó los entrenamientos en el
estadio CAP de Talcahuano. Sin cuarentena en la comuna y con 2.070 casos en la
Región del Biobío (el 1,97 % del país), el club tomó varias medidas sanitarias para el
regreso: volvieron a las prácticas en cuatro grupos de siete jugadores.
"Fue un entrenamiento restringido, los jugadores no tienen contacto con nadie desde que se suben al auto en su casa hasta que regresan. Hay alcohol gel en todas partes y el recorrido hasta la cancha está señalizado. No existen los camarines", explicó Marcelo Pesce, presidente de Huachipato.
Fueron 50 minutos efectivos de trabajo por grupo, según confirmó Diego Bobadilla, kinesiólogo y jefe del área médica del club, quien elaboró el protocolo y fiscalizó su cumplimiento. Los cracks llegaron vestidos con su indumentaria oficial, listos para entrenar. Se les citó en grupo, pero por ahora el trabajo fue individual, tal como se hizo en la liga española y la Bundesliga en su retorno.
La cancha se dividió en siete rectángulos, uno por jugador, y el técnico Gustavo Florentín supervisó los trabajos con su preparador físico desde afuera. "Separamos la cancha en siete cuadrantes de 15 metros de ancho por 50 metros de largo, son 750 metros cuadrados para cada uno, con dos metros de separación. El entrenador y el PF tienen prohibición de ingresar a los cuadrantes de los jugadores, por lo que al comienzo del entrenamiento les indican todas las actividades que van a realizan Solicitamos que no hagan ni siquiera el contacto con el codo, se saludan desde lejos", explicó Bobadilla.
-¿Cómo sabía el jugador qué espacio le correspondía?
-Nosotros le envíamos toda la información el día previo. Por ejemplo, al capitán Claudio Sepúlveda se le indicó cuál cuadrante iba a utilizar, están con números, del uno al siete, y llegaron directo a su área. No usaron camarines, sólo baño en caso de emergencia y se les marcó, así evitamos que dos personas fueran al mismo baño.
Cada jugador circuló en el estadio con mascarilla y guantes, que son entregados por el club y que botaron en un basurero antes de saltar al césped. "Llegaron con una caja en la que se renueva diariamente su ropa de entrenamiento, además de las mascarillas y guantes para el tránsito de la casa al estadio y viceversa. La caja también incluía su botella de plástico individual y el chaleco GPS para monitorear la práctica. Antes de entrenar, les midieron la temperatura dos veces: en la entrada al recinto y en una sala con el personal médico. Al finalizar, cada uno tenía una toalla con su número en un mesón y se cambiaron de zapatos", agregó Bobadilla.
¿Cómo se definieron los grupos de entrenamiento? "No es por posición en la cancha, sino que se separaron por su realidad. Los que viven cerca van en el mismo horario, especialmente en algunos casos en que un jugador lleva a otro que no tiene auto para evitar el uso de Uber o transporte público, con un máximo de dos futbolistas por vehículo", precisó Bobadilla.
El defensa Diego Oyarzún confirmó que fue una práctica con distancia social. "Cada jugador tenía su espacio marcado y separado. Fue un entrenamiento totalmente individual e introductorio después de mucho tiempo entrenando en casa. Hicimos sprints, cambios de dirección, cambios de velocidad, intermitente aeróbico. Mucho juego con balón para volver a adquirir la sensibilidad", detalló el jugador, quien coincidió con Sebastián Martínez, Joffre Escobar, Juan Sánchez Sotelo, Yerko Urra, Benjamín Gazzolo y Álvaro Garrido.
-¿Y cómo se sintió, Diego?
-Me sentí muy bien. Contento, obviamente, por volver a entrenar en cancha. El protocolo sanitario es de muy alto estándar, pero a la vez amigable y fácil de llevar a cabo, por lo que no hubo ningún problema de entendimiento.
Entre cada práctica, se sanitizó el césped, los implementos y las pelotas, especialmente. El presidente del club agregó que ya realizaron dos PCR a los jugadores y funcionarios: antes de vacaciones y al regreso hace una semana. "Todos negativos. Realizaremos test rápidos cada siete días", anunció Pesce. Son 36 personas las que circulan a diario en el estadio (28 son jugadores). Este lunes tuvieron la fiscalización de Seremi de Salud del Biobío, Héctor Muñoz, aunque las actividades cumplieron su funcionamiento normal.
"Fue un entrenamiento restringido, los jugadores no tienen contacto con nadie desde que se suben al auto en su casa hasta que regresan. Hay alcohol gel en todas partes y el recorrido hasta la cancha está señalizado. No existen los camarines", explicó Marcelo Pesce, presidente de Huachipato.
Fueron 50 minutos efectivos de trabajo por grupo, según confirmó Diego Bobadilla, kinesiólogo y jefe del área médica del club, quien elaboró el protocolo y fiscalizó su cumplimiento. Los cracks llegaron vestidos con su indumentaria oficial, listos para entrenar. Se les citó en grupo, pero por ahora el trabajo fue individual, tal como se hizo en la liga española y la Bundesliga en su retorno.
La cancha se dividió en siete rectángulos, uno por jugador, y el técnico Gustavo Florentín supervisó los trabajos con su preparador físico desde afuera. "Separamos la cancha en siete cuadrantes de 15 metros de ancho por 50 metros de largo, son 750 metros cuadrados para cada uno, con dos metros de separación. El entrenador y el PF tienen prohibición de ingresar a los cuadrantes de los jugadores, por lo que al comienzo del entrenamiento les indican todas las actividades que van a realizan Solicitamos que no hagan ni siquiera el contacto con el codo, se saludan desde lejos", explicó Bobadilla.
-¿Cómo sabía el jugador qué espacio le correspondía?
-Nosotros le envíamos toda la información el día previo. Por ejemplo, al capitán Claudio Sepúlveda se le indicó cuál cuadrante iba a utilizar, están con números, del uno al siete, y llegaron directo a su área. No usaron camarines, sólo baño en caso de emergencia y se les marcó, así evitamos que dos personas fueran al mismo baño.
Cada jugador circuló en el estadio con mascarilla y guantes, que son entregados por el club y que botaron en un basurero antes de saltar al césped. "Llegaron con una caja en la que se renueva diariamente su ropa de entrenamiento, además de las mascarillas y guantes para el tránsito de la casa al estadio y viceversa. La caja también incluía su botella de plástico individual y el chaleco GPS para monitorear la práctica. Antes de entrenar, les midieron la temperatura dos veces: en la entrada al recinto y en una sala con el personal médico. Al finalizar, cada uno tenía una toalla con su número en un mesón y se cambiaron de zapatos", agregó Bobadilla.
¿Cómo se definieron los grupos de entrenamiento? "No es por posición en la cancha, sino que se separaron por su realidad. Los que viven cerca van en el mismo horario, especialmente en algunos casos en que un jugador lleva a otro que no tiene auto para evitar el uso de Uber o transporte público, con un máximo de dos futbolistas por vehículo", precisó Bobadilla.
El defensa Diego Oyarzún confirmó que fue una práctica con distancia social. "Cada jugador tenía su espacio marcado y separado. Fue un entrenamiento totalmente individual e introductorio después de mucho tiempo entrenando en casa. Hicimos sprints, cambios de dirección, cambios de velocidad, intermitente aeróbico. Mucho juego con balón para volver a adquirir la sensibilidad", detalló el jugador, quien coincidió con Sebastián Martínez, Joffre Escobar, Juan Sánchez Sotelo, Yerko Urra, Benjamín Gazzolo y Álvaro Garrido.
-¿Y cómo se sintió, Diego?
-Me sentí muy bien. Contento, obviamente, por volver a entrenar en cancha. El protocolo sanitario es de muy alto estándar, pero a la vez amigable y fácil de llevar a cabo, por lo que no hubo ningún problema de entendimiento.
Entre cada práctica, se sanitizó el césped, los implementos y las pelotas, especialmente. El presidente del club agregó que ya realizaron dos PCR a los jugadores y funcionarios: antes de vacaciones y al regreso hace una semana. "Todos negativos. Realizaremos test rápidos cada siete días", anunció Pesce. Son 36 personas las que circulan a diario en el estadio (28 son jugadores). Este lunes tuvieron la fiscalización de Seremi de Salud del Biobío, Héctor Muñoz, aunque las actividades cumplieron su funcionamiento normal.