"Estas acciones son muy importantes para proteger estas macroalgas que cumplen un papel ecológico muy importante. Velamos por la sustentabilidad de los recursos", menciona Alicia Gallardo, directora nacional de Sernapesca.
Actualmente sólo pueden extraer estos organismos aquellas personas que están inscritas en el registro pesquero artesanal, dependiendo de una cuota fijada por cada región y en la medida que se respeten ciertas vedas. También en el caso de que el huiro llegue naturalmente a la costa. En Caldera, no sucedió nada de ello. Es más, allí emplearon la técnica del "barreteo": mientras la marea bajó, soltaron las algas con chuzos y esperaron que la marea las depositara en la playa. Pero esta acción deja claras marcas en la base de los organismos marinos.
¿Por qué se prohíbe la utilización de estos organismos? Lo explica Pilar Muñoz, bióloga marina de la U. de Valparaíso y ficóloga, es decir, estudiosa de algas. "La situación de los huiros, que forma grandes praderas en zonas cercanas a la costa, se ha vuelto preocupante. Se ha extraído en grandes cantidades desde Arica a Coquimbo, pues además de ser una zona de mar frío y rico en nutrientes, hay abundante sol para secarlo. Son vendidos para la industria del alginato, un gel producido como espesante tanto en comidas como en shampoo que necesitan ser espesados. Además, lo emplean para alimentar a abalones, unos moluscos herbívoros cultivados en Chile", menciona.
-¿En qué afecta esta extracción?
-Las algas realizan fotosíntesis y por eso generan una gran cantidad de oxígeno para la zona costera. Son alimento de moluscos y peces, frenan la energía del oleaje, son zona de reproducción para otros organismos. Además en ellos viven crustáceos y ausanos que forman un microecosistema que se pierde para siempre.