Mesas sin saleros
El 17 de marzo pasado, Jaime Astete, dueño de El Búnker, bajó la cortina de su bar restaurante ubicado en el sector de Isla Teja, en Valdivia. Debido al desconfinamiento gradual que partió este lunes en las regiones de Los Ríos y Aysén, pudo reabrir su local. "Tenemos capacidad para 350 personas pero podemos atender máximo a 50. Se le toma la temperatura a cada cliente al ingresar; hay ocho mesas en el salón y cinco en la terraza, y cada una está a un metro y medio de distancia; los únicos objetos que hay en las mesas son un servilletero y un alcohol gel, nada de saleros ni condimentos. Si el cliente lo pide, se le lleva un sachet individual de sal, aceite o ketchup; se recomienda mirar la carta en formato online, que está en nuestro Instagram y Facebook; la idea es darle un solo uso a platos y cubiertos, pues todas las mañanas vendrá una empresa a sanitizar todo: mesas, piso, barra, cocina y utensilios", detalla.Estacionamiento seguro
La tradicional cervecería Kunstmann también reabrió las puertas de su restaurante, ubicado en la ruta T-350, en Valdivia. "Sólo se deja ingresar a las personas con reservas. Nuestro personal va a buscar al cliente al estacionamiento para iniciar el proceso de seguridad: se toma la temperatura, deben pasar por un pediluvio y lavarse las manos en unos lavamanos instalados fuera del local. Luego, un prevencionista de riesgos indica todas las medidas de seguridad. La carta es con código QR para que no haya manipulación, además las mesas tienen individuales desechables en los que también está la carta. Los cubiertos son higienizados y guardados en una bolsa junto con la servilleta. Usamos sachet para mayonesa, aceites, ketchup, etcétera. Pusimos dispensadores de papel para que la gente pueda manipular las puertas del baño con papel", relata Cristóbal Kunstmann, gerente general del local para 260 personas, pero que hoy sólo puede atender a 68.Señalética en el piso
Rodrigo Oliva vive en el centro de la ciudad famosa por sus crudos y cervezas. Dice que este lunes notó"aún cierta inseguridad en las personas. Todavía falta confianza para los paseos". Eso sí, él no se aguantó la curiosidad y fue por un chocolate caliente al icónico Café de Luis. "Extrañaba ir y también quería ver cómo funcionaba el sistema. Me tomaron la temperatura y me pidieron mis datos para trazabilidad. Las mesas estaban limpias, sin azúcar, endulzante o servilletas, y tenían una separación de al menos un metro y medio cada una. No había una carta física, sino que una pegada al ingreso y el garzón te preguntaba qué querías y te ofrecía los productos. El tránsito estaba demarcado en el piso con señalética adhesiva. Los garzones estaban con protector facial, mascarillas y guantes. Todas las mesas del local, que eran seis o siete, estaban llenas. Había 15 personas", relata.A 10 metros de distancia
Hace dos meses que Francisco, un ingeniero valdiviano asiduo a las barberías, no iba a retocarse la barba. Este lunes fue donde Pancho Navaja Barbería, en el sector de Barrios Bajos. "Tenía el pelo súper largo y prácticamente una champa de pelo en la cara. Primero pasé por una alfombra con amonio cuaternario y me tomaron la temperatura. El barbero estaba con escudo facial y mascarilla", comparte el joven. Roberto de la Parra, dueño de Pancho Navaja, detalla que ftenemos a tres barberos trabajando a 10 metros de distancia, cada uno en salas separadas. Se desinfectan las tijeras y navaja luego de cada uso con un esterilizador de luz UV", explica.Fútbol sin ducha
Edison Luna, administrador Centro Deportivo Santa Laura de Valdivia, complejo que cuenta con cuatro canchas de pasto sintético, dice que este lunes tenían muchas reservas luego de estar por más de tres meses cerrados. "Pero a última hora muchos cancelaron por temor o resguardo. El protocolo que implementamos sólo permite el juego de 6x6 (12 jugadores por cancha) y sin espectadores en las bancas. No está permitido el cambio de ropa ni ducha en el camarín. Cada persona debe pasar por la alfombra desinfectante y no se pueden portar celulares, joyas ni relojes en la cancha. Es obligatorio el uso de la mascarilla y guantes antes y después del partido, pero no durante el juego", explica.Sin servilletero en Aysén
María Cristina Ubilla y su marido, Orlando Vidal, están contentos. Después de tener dos meses cerrada su cafetería y resistir a puro delivery, este lunes volvieron a recibir público. "Partió lento, todavía hay un poco de miedo y la gente se cuida. Han entrado seis personas", dice Vidal, administrador de Té quiero café, ubicado en Dussen 360, Coyhaique. Antes de poder comer un pedazo de torta, el cliente que entre a la cafetería debe llevar mascarilla y llenar una ficha de salud con sus datos. "La mascarilla se puede sacar en la mesa, pero si va al baño tiene que ponérsela. Cada mesa se sanitiza y no se puede volver a usar durante 20 minutos. Sacamos los servilleteros de las mesas", explica el administrador del local que sólo puede recibir a 1O.Héctor Canales, presidente de la Cámara de Comercio de Coyhaique, estima que no más de cuatro a cinco cafés pequeños pudieron reabrir sus puertas durante este lunes. "Acá hay muchos locales que son pequeños, entonces no les conviene económicamente abrir al 25% de su capacidad, no les sale a cuenta", dice el también dueño del restaurante Hacienda Patagonia. "Cuando las condiciones económicas de la gente lo permitan volveremos a abrir, no creo que sea antes de fin de año", dice.
Durante la tarde del lunes, Francesa Chiesa, administradora pública en Coyhaique, hizo un recorrido por el centro de la ciudad, sin embargo, no notó gran diferencia a otros días. "Acá nunca hubo cuarentena. Sólo se cerraron pubs y restaurantes, entonces, la gente ha seguido saliendo a las calles. La mayoría de mis conocidos creen que este desconfinamiento de locales nos va a traer problemas, porque habrá un relajamiento mayor de la ciudadanía", dice.