Estos días de cuarentena en la casa de Carmen Gloria "Yoya" Bresky (41) y
Sebastián Layseca (45), en Ñuñoa, se escuchan risas, uno de sus hijos enumera
cuántos ejercicios llevan de la rutina que hacen en familia y los viernes la voz de la
actriz cantando karaoke se cuela en el eco de la noche, pero también hay silencios.
"Hemos aprendido a darnos nuestros espacios cuando discutimos después de una
crisis que tuvimos hace unos años y que nos tuvo separados", cuenta con
honestidad.
Este año la pareja de actores cumplió 17 años de casados y, en total, 20 años desde que se encontraron y tuvieron a sus dos hijos, Luciano (13) y León (11). La actriz también tiene a Dante, de 23 años, fruto de una relación anterior. En este largo tiempo, Yoya Bresky admite que "como todas las parejas no todo ha sido color de rosa, todas las parejas tienen su historia, sus tiempos. Hay pruebas de fuego que ponen a prueba qué tan bien funcionan las dos personas juntas; eso hace que cada día elija a Seba".
-¿Cuál fue la prueba de fuego de ustedes?
-Fue hace años y estuvimos separados unos tres o cuatro meses. Estábamos peleando, pero más que por una cosa puntual fue porque la vida se va poniendo compleja. Uno se ensimisma en sus propios problemas, no dialoga y hay que tomar distancia. Cada uno debía pegarse un cambio de eje a través de esa crisis.
-¿Cómo vivió ese tiempo?
-En un comienzo, cuando pasó todo, ninguno de los dos pensaba en volver. Yo inicié una terapia, que seguí incluso cuando ya habíamos vuelto. La terapia no se trataba de Sebastián era también por un montón de otras cosas, procesos que uno no va leyendo, ya sea porque está muy ocupada o por seguir manteniendo todo bien.
-¿Qué cuentas saca de esa época de quiebre?
-Nos hizo bien. Nos echamos de menos. Ayudó a que cambiáramos el eje, por ejemplo, yo estoy en el norte y él en el sur, pero nos pasó que cambiamos un rato, él en el norte y yo en el sur. Ahí pudimos ver cómo ve y vive la otra persona una misma situación.
-Les sirvió, entonces.
-Sí, uno con las crisis va adquiriendo más herramientas para estar en pareja y bien. Hay cosas que uno va dejando que fluyan, no esperas tanto del otro, no eres tan exigente. Hay también que aprender a darse los espacios de manera personal y con el otro. Cuando volvimos también fue como volver a pololear, pero siendo muy cautelosos, sin apuro. Hemos ido creciendo juntos.
-¿Ahora cómo enfrentan las discusiones?
-Ya no hay peleas, porque con los años aprendimos a discutir. A veces nos guapeamos, pero después echamos la talla.
-¿Cómo les ha ido en la cuarentena?
-Bien, al principio nos reíamos porque no creíamos que esto estuviera pasando y ahora ya estamos esperando que pase. Hay días y días, unos más aburridos, otros más entretenidos y otros que tratamos de inflar con bombín las cosas para que resulten más divertidas para los niños. Lo que sí, llevamos algunos viernes haciendo nuestros carretes con el Seba: nos hacemos unos tragos, algo para picar y cantamos con karaoke, a veces él toca guitarra y yo canto. Lo pasamos súper bien.
Este año la pareja de actores cumplió 17 años de casados y, en total, 20 años desde que se encontraron y tuvieron a sus dos hijos, Luciano (13) y León (11). La actriz también tiene a Dante, de 23 años, fruto de una relación anterior. En este largo tiempo, Yoya Bresky admite que "como todas las parejas no todo ha sido color de rosa, todas las parejas tienen su historia, sus tiempos. Hay pruebas de fuego que ponen a prueba qué tan bien funcionan las dos personas juntas; eso hace que cada día elija a Seba".
-¿Cuál fue la prueba de fuego de ustedes?
-Fue hace años y estuvimos separados unos tres o cuatro meses. Estábamos peleando, pero más que por una cosa puntual fue porque la vida se va poniendo compleja. Uno se ensimisma en sus propios problemas, no dialoga y hay que tomar distancia. Cada uno debía pegarse un cambio de eje a través de esa crisis.
-¿Cómo vivió ese tiempo?
-En un comienzo, cuando pasó todo, ninguno de los dos pensaba en volver. Yo inicié una terapia, que seguí incluso cuando ya habíamos vuelto. La terapia no se trataba de Sebastián era también por un montón de otras cosas, procesos que uno no va leyendo, ya sea porque está muy ocupada o por seguir manteniendo todo bien.
-¿Qué cuentas saca de esa época de quiebre?
-Nos hizo bien. Nos echamos de menos. Ayudó a que cambiáramos el eje, por ejemplo, yo estoy en el norte y él en el sur, pero nos pasó que cambiamos un rato, él en el norte y yo en el sur. Ahí pudimos ver cómo ve y vive la otra persona una misma situación.
-Les sirvió, entonces.
-Sí, uno con las crisis va adquiriendo más herramientas para estar en pareja y bien. Hay cosas que uno va dejando que fluyan, no esperas tanto del otro, no eres tan exigente. Hay también que aprender a darse los espacios de manera personal y con el otro. Cuando volvimos también fue como volver a pololear, pero siendo muy cautelosos, sin apuro. Hemos ido creciendo juntos.
-¿Ahora cómo enfrentan las discusiones?
-Ya no hay peleas, porque con los años aprendimos a discutir. A veces nos guapeamos, pero después echamos la talla.
-¿Cómo les ha ido en la cuarentena?
-Bien, al principio nos reíamos porque no creíamos que esto estuviera pasando y ahora ya estamos esperando que pase. Hay días y días, unos más aburridos, otros más entretenidos y otros que tratamos de inflar con bombín las cosas para que resulten más divertidas para los niños. Lo que sí, llevamos algunos viernes haciendo nuestros carretes con el Seba: nos hacemos unos tragos, algo para picar y cantamos con karaoke, a veces él toca guitarra y yo canto. Lo pasamos súper bien.