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Por $790 mil y con sus propias manos, agrónomo les hizo cancha de tenis a sus hijos
Esteban Inostroza recordará esta semana por mucho tiempo. Este miércoles cumple 46 años y acaba de inaugurar la cancha de tenis que, durante dos meses, construyó en la parcela de 35 hectáreas, que Juan, su padre, tiene en Punitaqui, a 20 kilómetros de Ovalle.

Allí, en medio de viñedos y nogales, este agrónomo emprendió la tarea de habilitar un lugar de entrenamiento para sus hijos Juan Esteban (11) y Diego (9), para así evitar que el sueño de transformarse en tenistas profesionales fuera truncado por el Covid-19.

El no tener ningún conocimiento sobre cómo diantres se hace una cancha de tenis no lo amilanó, más cuando ya había hecho suficientes sacrificios, junto con su esposa Carolina Alfaro, para guiar a sus retoños por el camino del éxito. "Hemos hecho tremendos esfuerzos para acercarlos a las competencias porque ambos tienen grandes condiciones", explicó.

Así fue como vendió su casa en La Serena y se fue a vivir a Santiago, donde inscribió a Juan Esteban y Diego en la escuela "Sport Academy", que dirige el ex tenista Robinson Gamonal. "Después de dos semanas, en marzo comenzó la pandemia y resolvimos partir al campo de mis padres en Punitaqui. No se pudo seguir con las clases de colegio y tampoco de tenis por la mala conexión a internet. A mediados de mayo, una vez terminada la cosecha de la uva pisquera, decidimos construir una cancha de tenis. No tenía idea de cómo se hacía, por lo que pedí algunos consejos al profesor de tenis Esteban Muñoz", dijo.

-¿Cómo empezó?
-Por el despeje, limpieza y nivelación. Eso fue lo más complicado porque el terreno tenía diferencias de nivel de hasta 80 centímetros. Eché mano a las herramientas que tenía mi padre, como un tractor, una pala niveladora y arados.

-¿Cuánto demoró en ese proceso y con qué siguió?
-A las dos semanas, creo que quedó"parejo". Después me conseguí maicillo con un vecino para ponerlo como base. Para afinar la superficie, mi suegro me prestó un camión para traer arcilla desde Santiago. Por esos días, un amigo me regaló unos palos para el cierre perimetral. Compramos la red y el carro tizador. Otro amigo me pasó los pilares para poner la red. Y la lluvia, que cayó después de mucho tiempo, completó el trabajo al compactar la arcilla. Además, hicimos una gradería para unas 20 personas, más o menos.

-¿Cuánto gastó?
-La arcilla costó 580.000 pesos. La red y el tizador, 160.000 y la malla raschel, 50.000. El resto salió del reciclaje y de aportes. O sea, 790.000 pesos, lo que es un gran ahorro, porque una cancha te cuesta entre 8 y 10 millones de pesos, según averigüé.

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