Durante el período de confinamiento, Cranston -casado desde 1989 con la actriz Robin Dearden- relata que "aprendí a hacer pan, sobre todo pan ácido, es algo hermoso, fantástico. Le voy a mostrar uno de mis panes por el computador (lo muestra orgulloso)".
-¿Dónde se encuentra en estos momentos?
-Estoy en mi casa en Los Angeles, apostando que si colaboramos entre todos nosotros, saldremos de esta pandemia. Me contagié de Covid-19. Es posible mejorarse, pero lo mejor es no contagiarse. Por lo que por favor, sean responsables, usen mascarillas, lávense sus manos y mantengan la distancia social.
-¿Se asustó cuando se enteró que estaba infectado?
-No, el contagio ocurrió muy al comienzo, durante la primera semana de la cuarentena. Ahí mi mujer y yo fuimos diagnosticados. Y tuvimos mucha suerte, porque nuestros síntomas fueron moderados, algunos días con dolores, otra semana totalmente exhaustos y pérdida del sabor y olfato, que a mí ya me volvió en un 75%. Después de que me mejoré, decidí donar mi plasma para ayudar a otras personas a luchar contra la infección y mis anticuerpos que resultaron ser muy fuertes.
-¿Cree que en el futuro cambiará la manera cómo se hacen las películas y series?
-Es una buena pregunta. Existen muchas teorías, pero nadie tiene la respuesta precisa para este problema y no me refiero al virus. Personalmente, creo que cualquier rodaje a gran escala, como los que solíamos hacer, no ocurrirá hasta después que se encuentre una vacuna efectiva, fabricada y distribuida a quienes la necesitan. Hasta que esto ocurra, no veo cómo podemos continuar trabajando a gran escala. Yo estaba actuando en una serie en Nueva Orleans, que tuvo que cerrar, y aún nos quedan siete semanas de rodaje. Están tratando de ver cómo hacerlo, sólo nos queda tener paciencia. Todos queremos volver a trabajar, queremos enviar a nuestros hijos al colegio, pero lo más importante es que tenemos que ser respetuosos y responsables con los demás. Y eso no es un gran sacrificio. Nuestros antepasados hicieron sacrificios mucho más grandes que estos, por lo que se me eriza el pelo cuando escucho decir no puedo hacerlo, es demasiado.
-¿Cómo logra mantener su sanidad mental?
-Usando mi energía. Hago ejercicios, levanto pesas, cualquier movimiento que me haga sudar y me saque de mis pensamientos. Y cuando transpiro tomo agua, nado y corro, sacando para afuera todo lo que me atormenta.
-¿Es optimista respecto al futuro?
-Estamos viviendo el año más duro que he experimentado. Viví durante los 60, pero era tan joven, que no comprendí el impacto total de 1968 y 1969, el trauma y tragedia de aquellos años. Ahora pienso que fueron experiencias extraordinarias. Pero aún con lo que está pasando, soy optimista. Creo que tenemos la oportunidad de ser capaces finalmente de reconstruir una sociedad como debe ser. Mi país tiene que abrazar la decisión que tomó cientos de años atrás y comprender que ciertas conductas no deben ocurrir más, como el maltrato de seres humanos. Hace un par de años, tuvimos oportunidad de ver el nacimiento de los movimientos Me Too y ahora seguimos con Black Lives Matter, construyendo una fundación de respeto mutuo y aceptación. Y bajo el alero de Covid-19 entendemos que estamos en una revolución y debemos aceptar que en lugar de pelear, necesitamos abrazarnos y permitir que el proceso, aunque sea desordenado, siga adelante. Esta es una revolución social de la cual tenemos que aprender para poder realizar los cambios significativos que necesitamos.